Ecolocación (III), por Rafael Henrique Iribarren Baralt
Correo: [email protected]
«Gimnasia cerebral»
Antes de proseguir con el desarrollo del artículo «Ecolocación», me voy a apartar un poco del hilo del mismo, porque no me gustaría dejar de reseñar lo que podríamos hacer para mantener al cerebro en forma. La importancia de este entrenamiento salta a la vista cuando nos percatamos de que, en líneas generales, quienes se han mantenido activos, mental y físicamente, sufren menos deterioro cognitivo con la implacable vejez, en comparación con los que no han estado tan activos.
El deporte favorece la plasticidad neuronal al aumentar la irrigación sanguínea y porque, entre otras razones, aumenta la producción del Factor Neurotrófico derivado del cerebro (BDNF por sus siglas en inglés), el cual es de vital importancia para la neuroplasticidad.
Todos los desafíos mentales que obliguen al cerebro a ponerse en movimiento, por así decirlo, ayudan a que el cerebro esté en forma. Entre estas actividades los expertos destacan la lectura, ya que la misma implica la activación de muchas partes del cerebro.
En el internet abundan ejercicios, sugeridos por los expertos, que bien podrían ser parte de una rutina diaria. Por ejemplo: escribir a mano, ejercicios de equilibrio, usar la mano que no solemos usar, leer un libro «al revés», etc.
Hay páginas webs y aplicaciones en el celular que no solo ayudan a entrenar al cerebro, sino que son divertidas. Por ejemplo, les recomiendo las relativas al ajedrez y aquellas, debidamente respaldadas por estudios científicos, que fueron diseñadas para fortalecer funciones cognitivas específicas. Considero que el hecho de que estas páginas y aplicaciones en el celular sean divertidas, a la par de útiles, podría ayudar a combatir el mal hábito, en el que casi todos en mayor o menor medida hemos caído, como es el de, en pos de una distracción, inconscientemente buscar el celular y visitar las muchas veces no muy nutritivas redes sociales. Podría, pues, cambiarse el uso del celular, lo cual tal vez sea más fácil que no usar el celular.
La maduración cerebral es un proceso complejo que consta de varias etapas, y culmina aproximadamente entre los 25 y 30 años. La pobre estimulación va en perjuicio de la debida maduración cerebral. Es por ello que, si bien la sugerida recomendación relativa a la sustitución del celular redundaría en beneficios de todos, para aquellos cuyos cerebros se están formando es de vital importancia.
Se ha acuñado la frase: «Úsalo o piérdelo«, en el contexto neuronal, la cual pone de relieve la importancia de la debida estimulación. Oportuno es ilustrar este punto mediante un ejemplo: Hace años leí que un profesor de cirugía, del Imperial College en Londres, advertía con preocupación que las nuevas generaciones de estudiantes habían perdido la destreza para suturar, lo cual atribuía a que los estudiantes habían pasado demasiado tiempo frente a las pantallas, en perjuicio de actividades que implican los movimientos finos de la mano. Podemos hacernos una idea de la ausencia de destreza que el referido profesor vio, cuando nos percatamos de las dificultades para escribir a mano que las nuevas generaciones tienen a consecuencia de la poca práctica.
Tengo la íntima convicción de que la búsqueda de Dios, en cuyo seno los aparentes antagonismos del mundo se funden, allana el camino para una cada vez mayor toma de conciencia de que todo está relacionado con todo; y este concebir del mundo, más integrado, se refleja en un trabajo mancomunado de las redes neuronales, de un modo análogo a como una imagen se refleja en un espejo.
En virtud de esta correspondencia, entre lo externo con lo interno, no pude menos que regocijarme al leer, para la realización de este artículo, acerca de lo que es considerado uno de los mayores hallazgos de la neurociencia, y así vislumbrar la explicación fisiológica de algunas convicciones. Me refiero a «Las neuronas espejo», las cuales, fueron descubiertas en 1996 por el neurobiólogo Giacomo Rizzolatti, cuando estudiaba la corteza motora en macacos, y percatarse de que estas neuronas se activaban tanto cuando el macaco realizaba una acción, como cuando veía a otro realizarla.

El conocimiento inicial que se tuvo de las «neuronas espejo» con el devenir del tiempo sería ampliado por otros científicos, quienes, hoy por hoy, nos indican que estas neuronas se activan tanto cuando una persona ve realizar una acción o ve a alguien sentir una emoción, como cuando la persona realiza la acción o siente la emoción.
Es por ello que estas «neuronas espejo» son consideradas la base de la imitación y de la empatía. Dicho esto, arribamos, como atraídos por su inconmensurable fuerza, a la clave de la armonía, al gran tendedor de puentes, al médico por antonomasia: El amor.
No en balde, en sintonía con lo anteriormente comentado, los expertos en la materia recomiendan como favorecedor de la plasticidad neuronal todo lo armonioso: amar, rezar, meditar, la buena música, etc.
*Lea también: Ecolocación (II), por Rafael Henrique Iribarren Baralt
Los expertos también indican la importancia del sueño reparador, y de una dieta sana, entre otras indicaciones.
Al escribir estas líneas relativas a la plasticidad neuronal, y, en consecuencia, pensar en la posible mejora en las condiciones de vida de muchos, mi mente, como con la bondadosa insistencia de un anciano médico, varias veces voló vertiginosamente hacia un jardín, asentado en ella misma. Allí vi a un extraño niño, quien, como se verá, era poeta como todos los niños. Era extraño porque hablaba como un oráculo, y sus palabras reflejaban la sabiduría que los siglos de experiencia son capaces de brindar. Recuerdo que con la serenidad de quien se siente en comunión con todo, tras haber inspirado el fresco verdor del jardín, en milésimas de segundos, o tal vez infinitamente más rápido, con pausadas palabras me dijo: «Huele a esperanza».
Rafael Henrique Iribarren Baralt es ingeniero civil, egresado de la UCAB
TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo





