Economista advierte los riesgos de mantener una economía bimonetaria con bolívares y dólares
La comprensión de los riesgos que conlleva una economía bimonetaria es fundamental para el desarrollo de políticas monetarias y cambiarias, así como un régimen regulatorio, que evite una crisis económica en el futuro, según explica Luis Zambrano
La dolarización de la economía venezolana ha avanzado desde que, a mediados de 2019, el gobierno de Nicolás Maduro decidió liberar el tipo de cambio que mantenía controlado el Estado desde 2003.
El uso de divisas extranjeras, particularmente el dólar, es cada vez más frecuente. Según datos de Ecoanalítica, un 60% de las transacciones comerciales, el menos en las principales ciudades del país, se efectúan en dólares, contra un 30% en bolívares y 10% en pesos colombianos.
A pesar de la extensión del dólar como moneda de uso cotidiano, la economía venezolana mantiene la circulación del bolívar e incluso se aplicará una reconversión monetaria en los próximos días.
La operatividad de las dos monedas en simultáneo crea el caldo de cultivo para que Venezuela pase a ser un país con economía bimonetaria, en el que se efectúan operaciones con ambas monedas.
El contexto actual convierte esta posibilidad en algo practicamente inminente, pues incluso en los depósitos de la banca predomina la divisa norteamericana y se espera que en los próximos meses se autorice la asignación de créditos en moneda extranjera.
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Riesgo cambiario en una economía bimonetaria
Pero de acuerdo con el economista Luis Zambrano en la publicación «Riesgo cambiario en el sistema financiero en una economía bimonetaria» publicada por el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales (IIES) de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), esta tendencia podría convertirse en un serio problema para la economía venezolana.
Zambrano explica que este panorama podría someter a Venezuela al riesgo cambiario, en el que la banca se vea afectada por los posibles movimientos del tipo de cambio y ponga en riesgo a todo el sistema económico del país.
Propone como primer panorama, la posibilidad de que los bancos se apalanquen en el sistema financiero internacional, contrayendo deudas en divisas mientras siguen otorgando créditos en bolívares.
En este caso, si el bolívar se deprecia, los pasivos de las instituciones bancarias incrementarían, mientras que los activos (préstamos otorgados en bolívares) mantendrían su valor nominal. Es decir, los deudores pagarían la misma cantidad de bolívares, aunque estos tengan menos valor. La situación conllevaría a la pérdida de capital de la banca.
Por otra parte, si la banca se endeuda en dólares en el mercado internacional pero otorga créditos en esa misma moneda, no tomarían el riesgo cambiario de manera directa, pero dependerían de la solvencia y la liquidez de los deudores, especialmente si estos generan ingresos en bolívares.
«Aunque los bancos solo estuviesen prestando en divisas los recursos que captasen en esas monedas, seguirían expuestos al riesgo cambiario a través de la vulnerabilidad de sus clientes a la depreciación cambiaria», razona Zambrano.
Incluso un esquema en el que la banca se endeude internacionalmente en dólares, pero reciban depósitos y otorguen créditos en bolívares, se someten al riesgo cambiario.
Una depreciación del tipo de cambio provocaría que el valor en bolívares de las deudas de los bancos se incremente, ya que sus compromisos se pagan en dólares, pero recibirían bolívares depreciados por parte de sus deudores en la economía nacional.
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La opción más plausible
Otro escenario, según Zambrano muy probable en el caso venezolano, es que a las instituciones financieras se les permita endeudarse y captar depósitos en divisas, para luego utilizar esos recursos para otorgar créditos, también en divisas.
En este contexto, el banco no asumiría riesgo cambiario de forma directa, pero corre el riesgo de que sus deudores, al generar ingresos en bolívares, sí se vean afectados por una depreciación del tipo de cambio. Por lo tanto, existe el riesgo de que no puedan pagar sus deudas, lo que se traduciría en pérdida de capital para la banca.
Más peligroso aún, un panorama así probablemente implicaría que el monto de depósitos en divisas exceda las reservas líquidas disponibles del banco y, si por alguna razón, los clientes decidieran retirar sus depósitos en divisas, los bancos no tendrían suficiente liquidez para devolver el dinero, por lo que tendrían que verse en la obligación de liquidar los préstamos otorgados y exigir el pago de las deudas, pero los deudores, ganando en bolívares, no tendrían suficientes recursos para cumplir con sus compromisos.
«Esta es una crónica de una crisis anunciada que se ha observado más de una vez en economías bimonetarias afectadas por profundos choques adversos, de origen interno y externo», explicó Zambrano.
Por estos motivos, el experto indicó que es incorrecto creer que una economía puede deshacerse del riesgo cambiario solo por estar altamente dolarizada, pues la banca sigue siendo vulnerable directa o indirectamente a las modificaciones en la tasa de cambio.
En este sentido, expresa que la comprensión de estos riesgos es una clave fundamental para el diseño de un régimen regulatorio y una política monetaria y cambiaria eficaces para una economía bimonetaria.
«Un diagnóstico equivocado del grado de exposición y los canales a través de los cuales se transmiten estos riesgos han sido factores que explican no pocas de las peores crisis financieras que se han padecido en América Latina, incluyendo el caso de Venezuela», concluyó.