El «agujero negro» del Ecuador, por Gabriel Hidalgo Andrade
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Todas las provincias tropicales del Ecuador (Esmeraldas, Guayas y Santo Domingo de los Tsáchilas) están en estado de excepción desde hace un mes. Pero el terror no para. Recientemente se produjo un tiroteo en el barrio Pascuales, en Guayaquil, entre miembros de la Policía Nacional y pandilleros de la banda de Los Tiguerones, agrupación que suscribió un acuerdo de cese al fuego y paz con otras cinco organizaciones criminales, todas vinculadas al cártel Jalisco Nueva Generación, uno de los grandes cárteles mexicanos.
Este incidente se suma al fallecimiento de Leandro Norero, integrante de otra organización criminal ecuatoriana, los Ñetas, quien era el vínculo con el cártel mexicano y fue vocero de las bandas narcocriminales con el gobierno de Rafael Correa durante las negociaciones de paz en 2009. ¿Qué mensajes envían estas escaramuzas a la institucionalidad del Ecuador?
La investigadora de la Universidad Pedagógica Estatal de Berdiansk en Ucrania, Tamara Makarenko, afirma en «The Crime-Terror Continuum: Tracing the Interplay between Transnational Organised Crime and Terrorism», que hay un «agujero negro» en la institucionalidad de los países. Se trata de una rendija a través de la cual se meten los terroristas para instalar, dentro de la democracia, un Estado criminal.
Desde el final de la Guerra Fría, el crimen organizado se ha convertido cada vez más en la principal fuente de ingresos de los grupos terroristas en todo el mundo. Makarenko asegura que ese enlace se produce en el uso directo del crimen como fuente de financiamiento, pero que hay otras fuentes de acumulación de poder igualmente importantes en las alianzas para la provisión de servicios entre mafias.
El mecanismo de la alianza es la primera y principal forma de dividir y especializar la fuerza laboral entre el crimen organizado y el terrorismo. Los grupos criminales forman alianzas con organizaciones, y los grupos terroristas buscan alianzas con organizaciones criminales. Por ejemplo, las FARC, mientras estuvieron movilizadas hasta 2016, y en la actualidad, cuando un grupo de disidentes reclama su herencia, han tejido una extensa red de contactos regionales entre los principales partidos y organizaciones criminales fuera de Colombia, incluyendo a los grupos narcotraficantes mexicanos, a menudo asociados con Joaquín «el Chapo» Guzmán.
Se han establecido relaciones similares con bandas criminales rusas que introducen armas de contrabando en Colombia a través de Viktor Bout, ahora condenado en Estados Unidos por tráfico de armas. Como resultado, alianzas relativamente simples, basadas en la provisión de servicios específicos, han evolucionado hacia relaciones más complejas entre grupos criminales y terroristas.
Sin embargo, a pesar de la existencia de alianzas entre el crimen organizado y los grupos terroristas, estos grupos intentan, cada vez más, cortar estos vínculos. A medida que avanzaba la década de los noventa, se hizo evidente que los grupos criminales y terroristas buscaban modificar sus propias estructuras y organizaciones para asumir más papeles políticos, en lugar de mantener sus alianzas.
Según Makarenko, los grupos criminales que utilizan el terrorismo como herramienta de operaciones y los grupos terroristas que realizan actividades delictivas como herramienta operativa son la ecuación en la cadena crimen-terror. Aunque el uso de tácticas terroristas se remonta a la historia del crimen organizado, la participación de terroristas en el crimen organizado para lucrar operaciones futuras no fue un problema importante hasta principios de la década de los noventa.
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El período de posguerra fría agravó la situación y obligó a muchos criminales y terroristas a cambiar su enfoque. Como resultado, los grupos criminales participan cada vez más en actividades políticas, intentando manipular las condiciones operativas de Estados cada vez más débiles, por lo que su objetivo es que los países sigan siendo débiles, tengan policías o jueces corruptos y sociedades que vivan en constante sensación de temor.
La misión de las organizaciones narcoterroristas transnacionales es infiltrarse en los partidos políticos y en los medios de comunicación, reclutar candidatos, financiar sus campañas. Y una vez en el poder, negocian acuerdos de paz para disolver las estructuras democráticas de control.
A principios del siglo XXI, cada vez más grupos avanzaron hacia organizaciones criminales y terroristas al mismo tiempo. La mafia albanesa presente en la costa occidental sudamericana es un grupo mixto, ya que sus actividades muestran una estrecha conexión entre lo político y lo criminal. La fórmula para la convergencia del crimen y la política es que los grupos criminales y terroristas albaneses parecen tener membresías intercambiables y una base de reclutamiento de operadores, proveedores y abogados.
En este contexto, es probable que la mafia albanesa se haya infiltrado en todas las estructuras institucionales de Ecuador. Hay ejemplos en otras partes con similar orden de funcionamiento, por ejemplo, Abu Sayyaf, también conocido como Al Harakat al Islamia, que es un movimiento secesionista y yihadista con sede en el sur de Filipinas, o el Movimiento Islámico de Uzbekistán, un grupo islamista radical formado para derrocar al régimen presidencial y establecer un Estado islámico bajo la ley islámica; y las disidencias de las FARC, una organización terrorista de extrema izquierda. Todas estas organizaciones están involucradas en el tráfico de drogas, secuestros extorsivos, tráfico de armas y actividades relacionadas con el terrorismo criminal para influir en la política de sus países.
Como explica Makarenko, los Estados débiles o fallidos facilitan la convergencia del crimen organizado transnacional y el terrorismo y, en última instancia, brindan refugio al grupo convergente. Muchos grupos han evolucionado de guerras originadas por motivos ideológicos o religiosos a guerras por intereses criminales, las cuales son apoyadas por tácticas terroristas. Además, las organizaciones criminales de motivación política o grupos terroristas comerciales mantienen su existencia, y sus actividades contribuyen a la inestabilidad nacional o regional.
El resultado de esto ha sido un aumento del crimen organizado internacional y grupos terroristas de redes internacionales, en particular Al Qaeda. Como secuela, según Makarenko, el crimen organizado internacional y el terrorismo amenazan hoy directamente a la seguridad del Estado nacional, quizás por primera vez en la historia.
Por ello, cada cargamento de droga incautado en Ecuador tiene una reacción violenta en las calles ecuatorianas, que es perpetrada por el grupo narcocriminal perjudicado.
Gabriel Hidalgo Andrade Politólogo y abogado. Profesor en Universidad de las Américas, Ecuador. Master en Ciencia Política y Gobierno de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO).
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