El ascenso de la familia multiespecie, por Latinoamérica 21
Autor: Constanza Cilley
A nivel social y cultural, las sociedades están enfrentando múltiples cambios que afectan los distintos órdenes de la vida. Estas transformaciones están dando lugar a nuevas maneras de concebir la planificación de la vida personal y familiar.
Un estudio global realizado por la consultora argentina Voices, indica que la mitad de las jóvenes de ese país, de entre 18 y 24, años no planea tener hijos. Por otra parte, cada vez hay más personas que viven solas.
De hecho, una de cada cuatro personas adultas padece soledad a nivel mundial. La OMS declaró a la soledad un problema de salud global, que afecta a la salud mental y, más aún, se relaciona con la mortalidad: se considera que padecer soledad impacta en la mortalidad en la misma medida que fumar 15 cigarrillos al día. Por su parte, las relaciones humanas están cada vez mediadas por la pantalla del smartphone, que a pesar de los emojis carece del fuerte aspecto físico que nos da la relación con las mascotas, acariciarlos o peinarlos.
Este escenario de cambios en la programación de la familia y de personas que viven en soledad deja espacios sin cubrir, a nivel afectivo y vincular. Estos espacios son cada vez más ocupados por los animales de compañía, los compañeros de cuatro patas.
Según se desprende del censo 2022 en Argentina, en la Ciudad de Buenos Aires hay hoy más perros y gatos que niños menores de 14 años. Incluso si tomamos a los menores de 5 años, hay 3 perros y 2 gatos por cada niño de esta edad.
Pero las mascotas ya no son sólo animales de compañía, sino que, cada vez más, se les atribuyen cualidades antropomorfas, asignándoles características, gustos, expectativas y deseos propios de los humanos. Este fenómeno, en franco crecimiento, constituye lo que denominamos humanización de las mascotas, las cuales pasan a tener un rol central en la vida de la persona o de la familia.
De este modo, los hábitos de las personas que consideran a estos nuevos integrantes como parte de la familia se modifican, dando lugar al desarrollo de conductas que se centran en sus compañeros peludos.
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La mascota: como un hijo
Según los datos de una encuesta realizada por la misma consultora Voices, en 2023, un 96% de las personas considera a su perro o gato como parte de su familia, y un 70% de las personas en estudio está muy de acuerdo o algo de acuerdo con que su mascota es como un hijo para ellas.
El ingreso de este hijo a la familia se produce por diferentes razones, entre las que se encuentran el deseo de compañía personal, o para un niño, o incluso para otra mascota.
Cabe resaltar el alto porcentaje de personas que asocian el tener una mascota con la decisión de no tener hijos (o más hijos), o la tardanza del niño en llegar, o el síndrome del “nido vacío”. Al respecto, dos de cada 10 personas con mascotas, que no tienen hijos, aceptan que incorporaron a su perro o gato para mitigar su soledad.
La mascota puede ser, incluso, la piedra fundacional de una familia, en tanto una persona sola elige a su nuevo compañero como el modo de sentir que ha formado un núcleo familiar. Este dato encuentra sustento en que el modo mayoritario de incluir a un compañero animal a la familia, o fundarla a partir de su incorporación, es la adopción. Así, el 90% de los perros incorporados al hogar son adoptados. Y en el hecho de la adopción se manifiesta la consideración, por parte de las personas, de las necesidades afectivas que tiene el animal adoptado. En este contexto, la compra de una mascota, como objeto animal que se incorpora a la casa, cede todo su lugar al acto de acoger afectivamente a quien será el nuevo miembro de la familia o, más aún, un hijo.
La adopción cobra cada vez más importancia, hecho demostrado por la opinión de los jóvenes que fueron encuestados por Voices en el marco de la iniciativa Cultura de Dar respecto de cuáles son las acciones más efectivas para contribuir a la sociedad. Los resultados indican que, para ellos, adoptar un animal tiene más impacto que donar a ONGS. Y como correlato de esta posición, observamos que, en materia de solidaridad, los jóvenes en Argentina donan más dinero a causas relacionadas con animales que a personas en situación de calle, con discapacidades o a temas de violencia de género.
Los alcances de la humanización
Humanizar a la mascota implica atribuirles necesidades, expectativas y gustos propios de un ser humano; en consecuencia, el “perrijo” (acrónimo que junta “perro” e “hijo”, término que comienza a generalizarse) necesitará ropa, juguetes, cuidados especiales y fiestas de cumpleaños, con invitados humanos y caninos.
En el proceso de humanización, la compañía que brindan los perros o gatos es retribuida con la compañía del humano; de hecho, nueve de cada 10 cuidadores de mascotas declaran que tratan de reducir al máximo el tiempo que pasan separados de sus compañeros de cuatro patas, y cuatro de cada 10 no se pueden relajar pensando en su mascota, cuando salen de viaje.
Pero el vínculo humanizado no se limita al período de vida de la mascota, sino que se extiende hasta el momento de su muerte. Cada vez son más frecuentes los servicios fúnebres para animales y la posibilidad de cremación y entierro en cementerios a tal fin. Más aún, el servicio de clonación de mascotas promete la posibilidad de prolongar de manera casi indefinida la vida del compañero fallecido.
El impacto de la humanización a nivel económico y de negocios
El proceso de humanización reviste especial importancia no solo por sus implicancias en la vida personal y familiar, sino por su impacto en el mundo de los negocios. A nivel global, la industria de las mascotas mueve un volumen de 320 mil millones de dólares anuales, y se espera que para el 2030 ese monto se incremente hasta los 500 mil millones de dólares por año.
El impacto, en casi todas las categorías de negocios, es cada vez más potente: alimentos gourmet, estética, indumentaria, juguetes, servicios de salud, gadgets, apps especiales, servicios de spa, psicólogos y un amplio espectro de productos y servicios direccionados a los hijos de cuatro patas. Como casos más paradigmáticos de negocios basados en la humanización de las mascotas encontramos clases de yoga conjunto (Doga), guarderías de día y heladerías perrunas, denominadas “human friendly”.
Incluso empresas que no desarrollan productos que tengan que ver con esta tendencia la deben tener en cuenta; por ejemplo las áreas de RRHH considerar días de licencia por enfermedad o muerte de mascota y beneficios tales como obra social y poder llevarlos al trabajo. Las oportunidades de innovación son enormes: desde aspectos arquitectónicos hasta decorativos de los hogares, pensar en pañales o toallitas femeninas, en el tratamiento de los excrementos dentro de los hogares, por nombrar algunos.
Una tendencia que irá en crecimiento
La humanización de las mascotas no es una moda pasajera, sino una tendencia en crecimiento con raíces en los profundos cambios sociales de nuestra sociedad. Este proceso está modificando los hábitos, prioridades y el concepto de familia, haciendo que las personas vean a sus mascotas como miembros de su propia familia. Este nuevo modo de relacionarse con los animales está apenas comenzando y, sin duda, ha llegado para quedarse.
Constanza Cilley es directora de la consultora argentina Voices!. Actualmente es miembro del Consejo Directivo de WAPOR Latinoamérica, el capítulo regional de la asociación mundial de estudios de opinión pública: www.waporlatinoamerica.org
www.latinoamerica21.com, medio de comunicación plural comprometido con la difusión de información crítica y veraz sobre América Latina.
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