El ausentismo en el referendo por el Esequibo fue el «voto castigo» para el Gobierno
Especialistas consideran que la abstención que hubo en el referendo por el Esequibo demuestra que la ciudadanía ha madurado políticamente, que es una forma de decir que ya no tienen miedo, que no les importa perder algunos beneficios sociales y que saben que la ruta electoral es la vía para resolver los asuntos políticos
Texto: Roison Figuera y Luna Perdomo | Fotos: Luna Perdomo
Aunque el Gobierno pidió antes y durante la realización del referendo por el Esequibo que se impulsara al máximo la participación de la ciudadanía y que, principalmente, se supervisara el voto de los empleados públicos, el resultado fue totalmente opuesto: centros electorales que se vieron vacíos durante las más de las 12 horas que permanecieron abiertos; por lo que la cifra de 10,5 millones de personas dadas por el Consejo Nacional Electoral (CNE) ha sido cuestionada.
Recorridos hechos por TalCual el día de la consulta y reportes de medios de comunicación en distintos estados de la geografía nacional evidenciaron que en los centros de votación no había gran cantidad de personas, pese a toda la maquinaria y estrategia de presión que el Gobierno usó con trabajadores de la administración pública y beneficiarios de programas sociales.
Previo al día de la elección, este medio pudo conocer que con formatos Excel y hasta formularios Google, las autoridades pidieron que se supervisara que los trabajadores de la administración pública votaran en el referendo. A los empleados se les exigió reportar su voto —con fotografía incluida— a sus supervisores inmediatos una vez que terminaran el proceso y registrarse en los puntos rojos.
Sin embargo, no todos los trabajadores públicos acataron la orden. José Bravo* es un empleado público al que nunca se le ordenó expresamente que debía participar en el referendo, pero el pasado 3 de diciembre sí recibió mensajes con mandatos de acudir a su centro electoral y enviar una fotografía tras haber votado. Bravo cumplió la orden a medias porque se presentó a las afueras del centro, se tomó la fotografía, se registró en el punto rojo; pero no votó.
Explica a TalCual que está muy descontento porque sus beneficios laborales no representan nada, que ve lejos un aumento de salario, que no puede vivir con el mínimo y que igual debe cumplir con todas sus obligaciones de trabajo. Dice que esas fueron las causas que lo llevaron a no participar, aunque fingió hacerlo. Además, cuenta que sentía que este proceso no era tanto para defender el territorio Esequibo, sino para demostrar respaldo al gobierno de Nicolás Maduro.
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Carmen Golindano es maestra en Vargas y no votó en el referendo por el Esequibo porque prefirió irse de viaje con la familia. Sostiene que restó importancia a los mensajes que le enviaban generando presión para que participara «porque antes (en otras elecciones) había hecho lo mismo (no votar) y nunca pasó nada».
En la escuela donde trabaja llegó un reclamo porque no hubo registro de su sufragio y, hasta la fecha, la maestra Golindano desconoce si la «falta» se traducirá en un despido; pero afirma que no le da mayor importancia porque «sigo como maestra por vocación, no porque con esto pueda cubrir mis gastos».
Especifica que la directora de la institución comprendió el motivo de su viaje y no le preguntó si votó o no. La comunicación llegó desde la Autoridad Única de Educación del Estado La Guaira cuando notaron que Carmen Golindano no participó en el referendo por el Esequibo.
La solicitud de la fotografía ya había sido denunciada días previos al referendo por el abogado y exfiscal del Ministerio Público Zair Mundaray en la red social X (antes Twitter), quien difundió una imagen de un correo que le fue enviado al personal del diario Ciudad Caracas, donde se les solicitaba reportar su voto a varios coordinadores y mandar «una foto de las afueras del centro».
La participación voluntaria del personal del «folleto de propaganda» Diario Ciudad Caracas. Incluye deber de mandar foto del momento de participación en el ilegal referendo. Así funciona la libertad de consciencia y autodeterminación que promueve la dictadura. pic.twitter.com/j4WmUAIv6v
— Zair Mundaray (@MundarayZair) December 1, 2023
Rafael Uzcátegui, sociólogo y coordinador general del Programa Venezolano de Educación y Acción en Derechos Humanos (Provea), explica que con estas elecciones se llegó a un «nuevo nivel de vulneración», no solo porque se coaccionó a la gente para que votara, «sino porque a las pocas personas que fueron, las obligaron a presentar evidencias de que participaron, especialmente fotografías», situación que se evidenció en Caracas y en los demás estados del país.
Daniel Varnagy, doctor en Ciencias Políticas, explica que uno de los factores que marcaba la diferencia en esta consulta es que no eran elecciones medulares para sostener el sistema; no obstante, parece que en los últimos días el Gobierno cambió de estrategia para llenar los centros electorales y buscar conseguir los 12 millones de votos que aspiraban.
Uzcátegui interpreta la ausencia de personas en los centros electorales como una «abstención castigo». Dice que «en esta oportunidad fuimos testigos de una no participación que era el mensaje, que demuestra una importante maduración política de la ciudadanía».
Resalta que en esta ocasión, la gente gente supo dilucidar que este «evento tenía como principal objetivo medir la autoridad de Nicolás Maduro» y afirma que los ciudadanos tienen «una legítima pretensión de que el territorio Esequibo es venezolano».
Ni los CLAP presionaron
Aunque en la mayoría de las comunidades las bolsas de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) llegaron la noche antes del referendo y los chats de WhatsApp no pararon de sonar el 3 de diciembre con llamados para que los beneficiarios de esta comida salieran a votar en la consulta por el Esequibo, muchos hicieron caso omiso.
Un vocera de un consejo comunal de la urbanización Don Samuel, parroquia Alto Barinas, del estado Barinas, detalla que la gran mayoría de los receptores de la bolsa CLAP de su calle no participaron en la consulta. «De un total de 80 adultos inscritos el CNE solo salieron a votar cinco».
Justifica la abstención con desconocimiento sobre para qué sería esta consulta, tanto en «chavistas como opositores, creyendo que con participar apoyaban al Gobierno» .
A juicio de Uzcátegui, la gente está convencida de quién es la responsabilidad sobre la situación actual, pero cree que «los temores se han reducido al mínimo porque la gente casi no tiene qué perder: las bolsas cada vez son más escasas, nunca fueron de óptima calidad y cada vez hay menos calidad».
La operadora del CLAP de esa comnunidad en Barinas también cree que los beneficiarios de bonos que no participaron en el referendo dejarán de recibir ese incentivo económico, pues tiene un caso de una receptora del bono Lactancia Materna que debió cobrarlo tras las elecciones y jamás le llegó.
Aclara que la información sobre suspensión de bonos no la ha recibido de algún superior, pero dice estar segura de que quienes no participaron «perderán todos los beneficios que tienen». Añade que aunque no fue una orden expresa de retirar los CLAP u otro beneficio, para ella «está sobreentendido», así como que los empleados públicos debían votar para no ser despedidos.
Mary Gutiérrez es jefa de comunidad en La Guaira. Cuenta que varios de vecinos de su comunidad, ubicada en la parroquia Urimare, no votaron en el referendo porque pensaban que esas firmas las iban usar para las futuras elecciones presidenciales, «aunque el Gobierno y nosotros nos encargamos de explicarles que el Esequibo no es un tema político, ellos lo llevaron a lo político».
Para Gutiérrez la ciudadanía no se tomó en serio las presiones ejercidas por las autoridades «porque sino no se hubiera visto tanta debilidad en los centros de votación». Esta representante de un consejo comunal cree que «el Gobierno debe poner más atención en el pueblo y en sus problemas porque hay muchas necesidades».
El sociólogo Rafael Uzcátegui afirma que «la gente ya no tiene casi nada qué perder y es por eso que que vimos ese día muchas expresiones de resistencia».
Tal y como lo adelantaron el sociólogo Damián Alifa y el analista político Daniel Varnagy, previo a la elección, que las presiones eran selectas pero podrían escalar a medida que se acercara el referendo, fue lo que sucedió el pasado 3 de diciembre en la consulta por el Esequibo.
Hasta la fecha de publicación de este texto no se han conocido casos de despidos en instituciones públicas, pero diversos expertos advierten que la abstención en esta consulta puede generar consecuencias negativas en quienes reciben beneficios de las autoridades.
¿10,5 millones de votos?
Héctor Pereira trabaja en una entidad bancaria del Estado, pero no votó: «No confío en nuestro Consejo Nacional Electoral, me parece que es corrupto, manejable a la conveniencia del Estado», dice.
Confiesa que no fue presionado para participar en el referendo y considera que la ausencia de electores en los centros de votación se debe a que «la mayoría está cansada de vivir en precariedad y miedo; están empezando a abrir los ojos y eso ha hecho que el Gobierno pierda apoyo».
Rafael Uzcátegui califica el anuncio de 10,5 millones de electores como «una provocación abierta» y una estrategia para crear más dudas sobre la institucionalidad del CNE que busca «estimular que sea el liderazgo político (opositor) el que se aparte de la ruta electoral».
Sostiene que con el anuncio de esos 10 millones de votos, el CNE quiere demostrar que «tiene la posibilidad de dar los resultados que bien entienda y es por eso que te pido a ti (oposición) que seas quien patee la mesa y que te apartes de la ruta electoral».
No obstante, enfatiza que aunque hay que criticar al ente electoral «no hay que apartarse de esta ruta» porque recuerda que «una avalancha de votos mata a un mal CNE».