El banquete turco, por Rafael Uzcátegui
Las imágenes de lo que se ha conocido como el “banquete turco”, la comida de Maduro y Flores en el restaurant del chef Nusret Gökçe, generaron toda clase de reacciones y comentarios en la opinión pública en días pasados. Lo primero que hay que decir es que la pareja se dejó fotografíar absolutamente claros en que aquello se iba a divulgar. Como sabe cualquiera que haya participado en actos diplomáticos que involucren a altas figuras gubernamentales, nada se deja al azar. Cuando se considera inconveniente cualquier tipo de registro visual de la reunión, las cámaras y celulares se controlan al máximo. Por tanto, la circulación de las imágenes siempre fue intencionado, con el objetivo de conseguir un efecto, que para quien esto escribe es reiterar la impunidad en el ejercicio arbitrario del poder.
También coincido con quienes han sugerido que el banquete turco sigue en la línea dictatorial de imponer la agenda informativa y de opinión en el país. Lo que se habla y lo que debe quedar en silencio. El día de la difusión de los trozos de carne de primera y los habanos en caja de oro, casualmente, aparecía en los medios una novedad que merecía cualquier esfuerzo de la dictadura por hacerla pasar por debajo de la mesa: Entre 2012 y 2017 Venezuela cayó dieciséis puestos en el índice global de Desarrollo Humano (IDH), que como recuerda Naciones Unidas mide los logros obtenidos en varias dimensiones del desarrollo humano, como tener una vida larga y saludable, adquirir conocimientos y disfrutar de un nivel de vida digno.
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Esto pudiera parecer una estadística más, sólo si se omite que el IDH, por lo menos hasta el año 2015, protagonizó las propagandas bolivarianas sobre las bondades del modelo. De un ejemplo, de los muchos que se pueden encontrar en una búsqueda sencilla en Google, tenemos esta nota de prensa divulgada por embajadas venezolanas en la región, tomada de una nota realizada por un medio estatal: “El Índice de Desarrollo Humano (IDH) de Venezuela «se sitúa por encima de la media regional» ubicándose entre los primeros 15 de 33 países que conforman América Latina y el Caribe (…) Venezuela registra una tendencia histórica en alza en áreas como el porcentaje de matriculación estudiantil de la población en edad escolar…”.
En la página web de Aristóbulo Istúriz, para reiterar lo dicho, en el 2008 se difundió: “La política de inclusión social del Gobierno Bolivariano y sus resultados en todos los órdenes de la vida de nuestro pueblo, son los que han elevado el IDH de Venezuela en los últimos años…”
Hoy, la realidad es absolutamente diferente. Según la nota de prensa del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD): “-Venezuela- ha continuado descendiendo en la lista mundial del Índice de Desarrollo Humano en los últimos cinco años, especialmente por la caída de los ingresos”. Este retroceso es tan dramático que los mismos estadísticos que fueron alabados ayer por el bolivarianismo hoy afirman que
sólo Siria, Libia y Yemen, tres países con prolongados conflictos, han perdido más puestos que Venezuela”.
El informe recuerda que a pesar de su retroceso al puesto 78 del ranking mundial nuestro país se mantiene en la lista de los primeros 10 en América Latina y el Caribe, por detrás –en orden de aparición- de Chile, Argentina, Uruguay, Costa Rica, Panamá, Cuba y México; por delante de Brasil y Ecuador. Sin embargo, se advierte que la caída va a continuar en los próximos tiempos: “se teme que el éxodo masivo de ciudadanos pueda seguir afectándole en el futuro, ya que las estadísticas de 2018, no se encuentran incluidas en este informe”.
El futuro con Maduro es tan nebuloso y grisáceo como el humo de sus tabacos de lujo.