El Barça-Getafe demuestra que hay que vigilar la pérdida de tiempo, por Gustavo Franco
Twitter: @GusFrancoH
José «Pepe» Bordalás, técnico del Getafe, no es un entrenador por el cual el fútbol gane nuevos aficionados. Pero, un equipo como el del sur de Madrid siempre agradecerá las mañas del entrenador alicantino para mantenerlos en la primera división del fútbol español e incluso clasificarlos a una UEFA Europa League donde eliminó al Ajax. Un partido en donde el Ajax, que siempre juega un fútbol exquisito, se quejó de las maneras del Getafe, haciendo faltas constantes y haciendo que de 90 minutos se jugaran menos 45.
Algo así sucedió en el inicio de La Liga de España, en el partido que cerraba la jornada inaugural entre los azulones y el Fútbol Club Barcelona. De un total de 116 minutos, hubo 56 minutos de juego efectivo. Y de 15 minutos que se añadieron, sólo se jugaron cinco. Esta situación demuestra en primer lugar que los tiempos de descuentos elevados que se añadían en los partidos del mundial no fue algo azaroso.
El recordado árbitro italiano Pierluigi Collina dijo que cuando más se pierde tiempo es en los saques de banda, y no en los cambios o cuando se anota un gol. Y cuando uno va sumando esas pérdidas, ya se va entendiendo por qué al final de los 90 minutos es posible que se sumen otros 10 minutos.
En Inglaterra la cosa ha ido a más. Los árbitros han sido instruidos para que incluso desde los primeros compases del partido amonesten a los jugadores que se tarden en realizar el saque de banda, y que incluso expulsen por incurrir dos veces en este tipo de falta al reglamento.
Porque, aunque se den los tiempos añadidos que requieran las demoras entendibles durante un partido de fútbol, lo cierto es que también los árbitros deben velar por que se juegue el mayor tiempo posible para que así el fútbol sea lo más entretenido posible.
Otra cosa que paraliza el juego, y que los equipos de Pepe Bordalás saben usar a su favor, es protestar y disentir de forma constante con el árbitro. El fútbol, al ser tan global, ha perdido lo que tenía en sus inicios de no protestar al árbitro. Algo muy de una época antaña del Reino Unido, de buenos modales, de etiqueta, y de siempre mostrarse comedido. Sólo en el fútbol inglés se mantiene cierta deferencia hacia los árbitros, pese a que sí se ven protestas. Pues ahora esta temporada los árbitros también empezarán a sancionar con mayor frecuencia las protestas de jugadores y entrenadores.
Esto es muy distinto de lo que dijo Xavi, entrenador del Barça, sobre una reunión mantenida con los árbitros en la que le aseguraron que entenderían más a los entrenadores porque están en mayor tensión debido a la competencia. Durante el partido ante el Getafe, fue expulsado por quejarse por una supuesta falta. En un lugar se ponen reglas para que las personas entiendan que no se puede protestar, mientras que en otros se asegura que habrá entendimiento. Pero en la práctica, resulta imposible manejar un partido con tantas personas protestando. Lo cual contribuye a que no haya tanto juego efectivo, y que el balón no esté en movimiento un menor número de minutos.
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Si hablamos del fútbol espectáculo por el cual se pagan tarifas y entradas cada vez más caras, estas prácticas hay que corregirlas con leyes. Pero también, se puede hacer un alegato en favor de estas «artes oscuras» que emplean estos entrenadores para igualar el terreno competitivo que a priori puede parecer insalvable debido a la diferencia de los presupuestos de uno y otros equipos.
Lo bueno que tiene el fútbol es hay tantas visiones y variaciones tácticas como puede haber entrenadores. Hay defensas en bloques bajos y en bloques altos. Hay equipos contragolpeadores y aquellos que tienen la iniciativa. Las formas de hacer frente a las diferencias de presupuesto a nivel organizacional, también existen. Con modelos de reclutamiento basados en las estadísticas y modelos matemáticos.
Y así, si viniera uno de estos reglamentos a La Liga, un equipo como el Getafe no tiene por qué sentir que le van a quitar su forma de competir, que al final es algo cínica porque explota las deficiencias del reglamento.
Siempre hay formas de competir. Ahora bien, tener un villano, alguien como Pepe Bordalás sobre el cual achacar los males del fútbol, también aporta al interés y al espectáculo. Sólo que es algo que está fuera de los terrenos de juego y en un plano más simbólico que futbolístico.
Gustavo Franco es periodista deportivo. Es editor del portal web Línea de Tres
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