El bolsillo de los venezolanos tiene menos soporte para la inflación

Estimaciones del Fondo Monetario Internacional y observatorios nacionales ubican una inflación por encima de 220% al cierre de 2025. La devaluación del bolívar, el consumo desigual, al igual que un salario mínimo estancado forman parte de un escenario complicado para los venezolanos
En mercados municipales y supermercados las compras no son iguales. Los venezolanos han reducido este año el consumo, en gran parte afectados por una inflación que aumenta, el bolívar que se devalúa constantemente frente al dólar y salarios estancados, especialmente en la administración pública y que impacta a jubilados y pensionados.
“La economía cada día está más pa’ bajo. Nosotros como comerciantes y como consumidor también. Cada día se compra menos. Todas las personas que vienen se quejan de que lo que compraban hace un mes ahora solo compran una cuarta parte”, señala Marcelo*, cajero en un puesto de frutas en el mercado de Guaicaipuro, en Caracas.
El mercado, en otros tiempos con pasillos bastante transitados, ahora ve solo circular gatos y unas pocas personas que todavía acuden por la cercanía o tradición. Algunos locales de carnes y charcutería bajaron la santamaría, mientras en los alrededores otros negocios se limitan a atender de jueves a lunes, para aprovechar el impulso de los compradores del fin de semana.
Gabriela Méndez labora como asistente administrativo en una empresa privada. Su salario apenas supera el mínimo integral, que el Ejecutivo fijó en mayo en 160 dólares mensuales sumando el llamado bono de guerra económica. “Compro estrictamente lo necesario”, comenta mientras compraba cinco manzanas que le costaron 906 bolívares, unos cinco dólares al cambio de la tasa oficial del BCV para el 2 de octubre (Bs 181,30).
*Lea también: OIT advierte que la productividad de América Latina y el Caribe «se ha estancado»
“No las compré afuera porque pensé que aquí estaban más baratas”, dice Méndez, quien las necesita para su hijo que tiene una serie de condiciones médicas que necesitan una dieta restringida. Marcelo le contesta que, si bien son más baratas, “ya están pasadas porque ellos (buhoneros) no compran al día, y recogen todo el humo de la calle”.
“A veces hay que salir con una varita mágica para poder comprar, porque si no no rinde la plata. Mis compras ahora se limitan a lo que más necesite en el momento, ya ni compro un kilo de carne, compro un solo bistec porque él (su hijo) lo amerita. No puedo comprar el kilo porque no me alcanza”, reconoce la mujer.
Marcelo, luego de vender un agua de coco y un jugo, dice que “cada día el poder adquisitivo del venezolano es más decadente. Antes te compraban dos kilos de algo y ahora se venden por gramos. Hasta uno mismo, porque yo tengo que salir a comprar carne, pollo, en otros lugares. Gasto más y cada vez me alcanza para menos”.
De acuerdo con un estudio de Atenas Grupo Consultores, 64% de los hogares venezolanos busca el menor precio a la hora de comprar y 29% «busca relación precio-valor, investigan y quieren rendir su dinero», señaló al circuito Éxitos Alexander Cabrera, director de la firma.
Asimismo, resaltó que el incremento diario de la tasa oficial influye en las compras, pues los venezolanos buscan salir de los bolívares para aprovechar su valor. Indicó que esa situación ha hecho que, en algunos casos, los inventarios familiares sean más grandes pues se destinan al pago de víveres.
La consultora indicó que de cada 100$ del gasto familiar 60% se dedica al pago de servicios básicos, transporte, educación y similares, mientras que 40% se destina a alimentación.
Por su parte, el economista Asdrúbal Oliveros ha señalado que el consumo también varía entre la zona capital con el resto del país. Esa desigualdad se refleja también en las áreas económicas, pues sectores como alimentos, medicinas, telecomunicaciones o petróleo mantienen su dinamismo, mientras que áreas de la construcción, metalmecánica y manufactura permanecen en declive.
Estima que alrededor del 40% de los venezolanos vive en condiciones precarias. La mayoría de ellos son adultos mayores, que además forman parte del 36% que recibe ayudas estatales y tiene una capacidad limitada de consumo.
Inflación, sin datos oficiales
Los datos oficiales sobre la inflación se desconocen. Desde octubre del año pasado el Banco Central de Venezuela dejó de publicar estas estimaciones. En su portal la última nota de prensa, de fecha 22 de julio, refiere un incremento de 6,65% del Producto Interno Bruto (PIB) en el segundo trimestre de 2025 motivado por la actividad petrolera, actividades financieras y de seguros, minería y comercio.
Por su parte, el Fondo Monetario Internacional proyectó para Venezuela una inflación anualizada de 254,35%. Observatorios nacionales también estiman una inflación por encima del 200%. Incluso, el Fondo de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) calcula que cerrará el año en 275% «impulsada por la devaluación del tipo de cambio y las expectativas negativas generadas por las sanciones» de Estados Unidos.
Según el PNUD, los precios de productos y servicios aumentaron 11,3% en junio, lo que impulsó la inflación anualizada a 216,7% ese mes. Durante el primer semestre del año se registró una acumulada de 123%, muy por encima del 8,9% que se registró en el mismo periodo de 2024.
Francisco Contreras, quien trabaja en una venta de ropa en La Hoyada, pone su propio ejemplo. Tiene tres hijas, pero una de ellas todavía usa pañales. “Hace 10 días en Farmatodo los pañales costaban 880 bolívares, ya están en 1.200 bolívares”.
A eso debe sumarle gastos de alimentación, colegio de las menores y el transporte. Con el salario de su esposa, quien también trabaja como vendedora, apenas logran redondear el mes. “Cada día se nos hace más cuesta arriba, cuando vas a comprar todo es más caro, el dólar sube y a nosotros nos pagan en bolívares. ¿Cómo hacemos con eso?”.
*El periodismo en Venezuela se ejerce en un entorno hostil para la prensa con decenas de instrumentos jurídicos dispuestos para el castigo de la palabra, especialmente las leyes «contra el odio», «contra el fascismo» y «contra el bloqueo». Este contenido fue escrito tomando en consideración las amenazas y límites que, en consecuencia, se han impuesto a la divulgación de informaciones desde dentro del país.