El brexit ¿con qué se come?, por Sergio Arancibia
A los ingleses les ha costado bastante ordenar sus ideas después de la decisión ciudadana de abandonar la Unión Europea. No les quedó claro –ni a los gobernantes ni a los gobernados– que significaba exactamente esa decisión, ni que tienen que hacer para implementarla. En los primeros días de Julio, sin embargo, la Primer Ministro May tomó –con mucho o con poco consenso en el seno de su propio gobierno– decisiones respecto a las posiciones o planteamientos únicos con los cuales enfrentar las conversaciones y negociaciones con la Unión Europea.
La decisión tomada camina por la vía de proponerle a la Unión Europea limitar la relación con el Reino Unido a una zona de libre comercio, pero dejar de ser una unión aduanera y monetaria.
Ser meramente una zona de libre comercio implica que se establece –o se mantienen en este caso– la eliminación de aranceles en los intercambios recíprocos, de modo que las mercancías de una de las partes entren sin pago de aranceles al espacio aduanero de la otra, y viceversa. Es decir, libre circulación de mercancías entre los países que establecen ese tipo de asociación. Eso implicaría que, desde el punto de vista comercial, los ingleses podrían seguir vendiendo sus mercancías en el mercado de los 27 miembros restantes de la Unión Europea, sin pago de aranceles, y los 27, a su vez, podrían seguir vendiendo sus mercancías en el mercado inglés. Ninguna de las partes perdería, si se acepta esta propuesta, el mercado que ya ha ganado en la otra parte. Comercialmente todo seguiría más o menos igual que hoy. La sangre no llegaría al río.
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Pero el Reino Unido plantea también dejar de pertenecer a la unión aduanera que conforman hoy en día los 28 países de la Unión Europea. Una unión aduanera significa que todos sus eventuales miembros tienen el mismo arancel frente a las mercancías provenientes de países que no pertenecen a la unión aduanera. En otras palabras, a modo de ejemplo, una mercancía proveniente de Venezuela, pagaría el mismo arancel si entra por España que si entra por Holanda o por Alemania. Eso permite a los países miembros, que esa mercancía se mueva libremente por toda la Unión, con un precio bastante similar en un punto o en otro, excepto por las modificaciones que emanan de los costos de transporte oceánicos y/o terrestres. El no pertenecer a la unión aduanera le permitiría al Reino Unido establecer rebajas arancelarias con total autonomía, o firmar tratados de libre comercio con cualquier país o grupo de países del mundo, sin estar amarrado a un arancel definido comunitariamente.
Tampoco el Reino Unido estaría sujeto a la disciplina monetaria y fiscal, pues al no el utilizar el euro, tendría toda la autonomía monetaria que emana de una moneda propia.
Si toda esta proposición fuese aceptada por la Unión Europea –lo cual no es tan seguro– el Reino Unido se retiraría también de los organismo políticos comunitarios, tales como el Parlamento y la Comisión Europea, y recuperaría todos los grados de libertad políticos que hoy en día le implican el formar parte de un acuerdo integracionista tan ambicioso y complejo como lo es la Unión Europea