El Brexit de nunca acabar, por Carlos M. Montenegro
Continuamente, por todas partes y de forma persistentemente se oye como si fueran un revoloteo de campanas, que “si Brexit por aquí, Brexit por allá…”. Pero como suele suceder, no queda muy claro de donde viene tanta algarabía, por qué, ni de parte de quién. Y es que ¿cuánto sabemos en realidad sobre el asunto y su verdadera transcendencia en eso de la economía global que mencionamos tan a la ligera como si tal cosa?
El 23 de junio de 2016 tuvo lugar un referéndum en el Reino Unido (RU), y Gibraltar, sobre su continuaban o no, en la Unión Europea (UE). Lo de la permanencia ha sido para los británicos una cuestión de continua controversia, desde que el país en 1973, con el impulso del premier Edward Heath se integró en la antecesora Comunidad Económica Europea, con frecuentes trifulcas, desde entonces, sobre si al Reino Unido le conviene permanecer en la UE.
El acrónimo inglés formado por Britain (Gran Bretaña, o sea Reino Unido) y, exit (salida) es Brexit, término acuñado para referirse a la hipotética salida del Reino Unido de la Unión Europea.
El premier David Cameron después de ganar las elecciones generales del Reino Unido de 2010, durante la siguiente campaña electoral, en 2015 siendo partidario de la permanencia en la UE y con el fin de contentar al sector más euroescéptico de su partido, prometió que de salir reelegido antes de 2017 celebraría un referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea y de paso tratar de evitar una desviación de votos hacia el populista Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP), abiertamente derechista y eurófobo.
El principal argumento de los partidarios de quedarse en la UE es básicamente económico, sostienen que ser miembro de la Unión Europea permite al Reino Unido vender fácilmente, sin demasiadas trabas arancelarias, bienes y servicios a otros países y beneficiarse de un mercado único de más de 500 millones de personas
En el otro bando, los argumentos de quienes quieren abandonar la Unión son de índole más bien aislacionista, típica y ranciamente británica. Promueven la salida de la UE para recuperar el control de sus fronteras, reducir la inmigración y volver a ser un “país soberano”, ya ven, los ingleses siempre con su inveterado deseo de singularidad.
Lo que podría pasar por un asunto interno a debatir entre flemáticos parlamentarios, pero soluble al fin, la realidad es que Westminster se ha convertido en un gallinero alborotado, por la sorpresiva entrada de un zorro hambriento. Por lo pronto el dichoso Brexit ya se ha llevado por delante a dos primeros ministros: el propio Cameron que dimitió al ganar el sí a la salida de la UE provocado por él mismo para cumplir su mal calculada promesa electoral; otro tanto le ocurrió a su sucesora Theresa May, ministra del Interior de Cameron, que no pudo terminar su periodo debido a las dificultades para ejecutar la salida de la Unión Europea después de tres votaciones parlamentarias negativas, en las que se rechazó un texto preliminar para el Brexit acordado entre el gobierno británico y la Unión Europea
La papa caliente ahora está en las manos de Boris Johnson que, por contra, es uno de los más conspicuos partidarios de ejecutar el Brexit. El ex alcalde de Londres y ex ministro de Relaciones Exteriores de su antecesora Theresa May, a quien renunció por no estar de acuerdo con la gestión de su gobierno. Tras dimitir, May se postuló y ganó la elección partidaria sustituyéndola en el cargo.
El Brexit destapa pasiones y todo el mundo ha expresado públicamente su opinión aprovechando las “redes”
Vean unos cuantos individuos a instituciones a favor de la permanencia de Reino Unido en la Unión Europea: David Cameron, y los tres anteriores primeros ministros británicos que siguen vivos, dos de ellos conservadores además de Jeremy Corbyn, líder del partido opositor; los dos anteriores jefes de los servicios de inteligencia del Reino Unido; nueve de cada diez economistas y el mismo Banco de Inglaterra al igual que 300 historiadores y 24 de las principales universidades británicas y hasta la Premier League…
La Trades Union Congress (TUC), de Inglaterra y Gales y UNITE, federaciones que representan la mayoría de sindicatos, siendo las más grandes del Reino Unido, esgrimen razones que están pegadas a la realidad diaria de sus afiliados. Se muestran más preocupados por la previsible pérdida de empleos, la subida de impuestos, el deterioro de los servicios públicos y la reducción en su nivel de vida, que por la llegada de nuevos inmigrantes. Requieren que se repita el referéndum para ratificar o rechazar el Brexit.
Asimismo, el 80% de las empresas miembros de la Confederación de la Industria Británica (CBI), afirman, según un sondeo difundido por la patronal esta misma semana, que la incertidumbre en torno al Brexit ha socavado sus planes de inversión. Y eso solo en el Reino Unido
En el resto del mundo han manifestado que es un error garrafal si los británicos se van de la UE nada menos que: Angela Merkel y el resto de los jefes de gobierno de la Unión Europea además de Barack Obama y los jefes de Gobierno de China, Japón, Canadá, India, Australia.
Ocho ex secretarios del Tesoro de Estados Unidos de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, que de economía algo deben saber, tambièn la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) e industrias de la talla de Toyota, Audi, Ford, BMW, Nissan, Jaguar, Honda y empresas líneas aéreas como Easyjet, Ryanair, Virgin Airways o Airbus,
Pero también hay una heterogénea lista de personajes británicos de variada índole que prefieren seguir en la UE, como el crack del futbol David Beckham, las consagradas actrices Emma Thompson, Keira Knightley y Kristin Scott Thomas, los escritores John Le Carré y J.K. Rowling, o el astrofísico Stephen Hawking que lo expresó antes de morir. Así lo manifestaron por las redes sociales o en declaraciones por radio, tv y periódicos partidarios como el Times, Guardian o Financial Times entre otros.
Del lado de los partidarios de abandonar la Unión Europea, se encuentra a la cabeza el mencionado Boris Johnson, ex alcalde conservador de Londres que en su día acusó a la Unión Europea de “seguir los pasos de Adolf Hitler y de Napoleón Bonaparte en su intento de crear un superestado paneuropeo”. Con ese bagaje, ahora como primer ministro recién llegado tendrá que verse las caras con los negociadores europeos y el plazo se acaba en algo más de dos meses Los que le apoyan son:
Nigel Farage, líder del partido derechista antiinmigrantes UKIP y cien pequeños y medianos empresarios británicos además de Tim Martin, dueño de 920 pubs a lo largo y ancho del Reino Unido; uno de cada diez economistas; y personajes británicos como el actor Michael Caine, el cantante de The Who, Roger Daltrey, Y lógicamente los que votaron a favor del Brexit en el referéndum de 2016
No faltan variopintos personajes internacionales que apoyan el Brexit, por diferentes motivos, Vean: Donald Trump, Vladímir Putin o Marine Le Pen. ¿o no?
Y una insólita sorpresa, también declaró su apoyo al Brexit, nada menos que Thomas Mair, un ciudadano británico de 52 años, perteneciente al grupo neonazi National Alliance que gritaba «Britain first» (primero Gran Bretaña) mientras disparaba y asestaba repetidas puñaladas a la joven parlamentaria británica por Yorkshire, Joan Cox el 16 de junio de 2016. condenado a cadena perpetua. Cox, días antes de ser asesinada había publicado un breve artículo en la prensa instando a los ciudadanos a “no caer en la trampa” y votar en el referéndum del día 23 de ese mes a favor de la permanencia en la UE.
A poco más de dos meses de que la UE y el Reino Unido corten el cordón que les ha unido durante más de cuatro décadas, el euroescéptico primer ministro no tiene aún nada claro. El reloj corre y sigue sin haber un acuerdo razonable para la salida. Angela Merkel le ha dado a Johnson 30 días de plazo para una solución que evite un Brexit duro, y desde Bruselas, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker advierte a Londres de que se llevará la peor parte de un Brexit sin acuerdo.
Personalmente en estos casos utilizo la frase de un viejo amigo: “Me declaro en confusión”, y en Sevilla, su gente tan chistosa diría: “ingleses: pero ¡qué raros sois!”.
Pero Europa no regala nada, y el zorro aún está en el gallinero.