El búho en el campanario de la iglesia de Duaca, por Alexander Cambero

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Las campanas de la iglesia San Juan Bautista de Duaca tenían origen alemán. En el año de 1899 llegaron procedentes de Bad Hersfeld región donde los artesanos son artistas que han heredado la sabiduría de los siglos. Con gran dedicación las elaboraron utilizando técnicas adquiridas de generación en generación. Un sello distintivo de esta zona de la nación que basó su crecimiento en estos finos encargos. El imponente ferrocarril Bolívar las trajo vía puerto de Tucacas. Aquello significó un hecho de trascendental importancia para darle el punto final al hermoso templo duaqueño.
La sonoridad de las campanas era tan extraordinaria que cubría una gran cantidad de leguas de nuestro territorio. Un retumbo uniforme que se entrelazaba con la solemnidad de las homilías, fiel retrato religioso de cualquier domingo litúrgico. La armonía del brazo de una fe nacida en el fiel abrigo familiar. Al observarlas se notaba el notable trabajo hecho por los artífices teutones que con gran esmero lograron hermosas piezas. Los pedidos se originaban desde monasterios y abadías de toda Europa. Seguramente les causó extrañeza que desde una pequeña ciudad americana les llegara una solicitud para una iglesia de un pueblo sudamericano.
El pueblo de Duaca plenó la plaza y sus alrededores para presenciar la instalación de las campanas. Cuando subieron para iniciar la colocación de las mismas, se encontraron con un nido en donde estaba un búho de buen tamaño. Le dieron unos buenos trozos de carne que se devoraron en segundos. Para el común de la gente, la rapaz ave nocturna era como un presagio.
En las noches, justamente después de sonar las campanas, se asomaba en el campanario con su mirada fija en la gente que la observaba. Luego volaba al bosque de barro negro para regresar exactamente a la medianoche. Se hizo tan célebre que en las escuelas se hicieron trabajos de dibujo en donde los niños de la época se encargaron de plasmarla. Algunos le atribuían poderes mágicos.
Si las cosechas no eran buenas, era la voluntad del búho. Igualmente, sí era todo lo contrario. Se forjó toda una leyenda que obligó al padre Virgilio Díaz en una de sus homilías a tener que llamarle la atención al pueblo por estar creyendo y alimentando supercherías que eran contrarias a la antiquísima doctrina cristiana.
Los acontecimientos fueron desenvolviéndose con la proximidad del nuevo siglo. Moría el siglo XIX y el XX se mostraba con la incertidumbre propia de la novedad. El presidente del estado General Jacinto Fabricio Lara eleva a nuestra entidad a la calidad de Distrito. Lo hizo en agradecimiento con los duaqueños cuando en las elecciones para escoger al primer mandatario del estado en 1843 lo hicieron por el prócer independentista General Juan Jacinto Lara Meléndez.
Aquel gesto democrático no fue olvidado por su vástago quien lo retribuyó con esa medida administrativa. Nuestro pueblo era liberal y portaba el color amarillo como un homenaje a General Joaquín Crespo. La comunidad fundamentada su destino en la unidad. Su prosperidad le fue generando una gran capacidad para el intercambio comercial.
El último día del siglo llegó sumergido en alegría. Los italianos prepararon sus platillos predilectos. En la plaza comenzó a sonar la música mientras las campanas eran un coro de ángeles. El sonido con etiqueta alemana convocaba con inusitada emoción al pueblo enfervorizado. Ramilletes de mujeres hermosas como sacadas de los jardines de Babilonia. La majestad de las miradas iba detrás de aquellas ninfas encantadas con su vestido de colores, sombreros milaneses y las bocas tan carmesí como la sangre de los mártires en su mortal sacrificio.
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Fue la noche cuando reapareció el búho. Se colocó en el campanario como disfrutando de la fiesta. En quietud monástica se mantuvo con su mirada de hielo sobre la muchedumbre. Las campanas agitaban el ambiente en la medida que el viejo siglo perdía el vigor.
La llegada del nuevo año con el acople de traer también el inicio de un nuevo siglo trajo consigo gran regocijo. De pronto cuando la gente se abrazaba el búho voló para jamás regresar.
Alexander Cambero es periodista, locutor, presentador, poeta y escritor.
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