El cambio valiente, por Carlos M. Montenegro
Al terminar de ver por CVTV la retransmisión telemática de la Conferencia Económica de La Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblos (Alba-TCP) ¡ufff!, promovida por el presidente de facto de la República, y que sin ningún pudor largaron urbi et orbi, el lamentable espectáculo que este régimen ofrece del país con su pobreza argumental, pobreza de léxico, reiteración de las reiteraciones y manipulación de los hechos que todos conocemos perfectamente, aun así nos lo escupen a bocajarro tomándonos por tarados; aunque confieso que en días malos suelo pensar que tal vez lo seamos. Debo admitir que me sentí avergonzado.
El panel virtual estaba representado, en términos democráticos y de amor al pueblo, por lo mejor de cada casa entre los que destacaban el presidente de Cuba Miguel Díaz-Canel, enfundado en una auténtica guayabera cubana, probablemente made in China, ¿por qué no? leyendo su discurso con su estupendo deje cubano.
A continuación le tocó el turno a Daniel Ortega, presidente de Nicaragua, que con su verbo adormecido logró no decir nada durante un buen rato. También intervino el inefable Evo Morales, en su calidad de expresidente escapado de su país, supongo, que habló como añorando ocupar el palacio en La Paz, el que quedó después de la quema.
El anfitrión presidente de facto hizo de moderador y presentador que también dijo lo suyo. Asimismo hablaron el resto de los mandatarios de los estados que componen el ALBA-TPC: Dominica, Granada, San Vicente y las Granadinas y San Cristóbal y Nieves, todas ellas Antillas menores ex-británicas que curiosamente sumando sus habitantes son menos que en Chacao, la parroquia caraqueña. Sobre lo que dijeron ni les cuento pues estoy convencido que lo han oído muchísimas veces y no quiero correr el riesgo de que pasen a otra página.
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Todo esto para comentarles que no estaría mal que Venezuela se apuntara a participar en la nueva tendencia que se anuncia imprescindible para cuando se termine el enclaustramiento viral que el mundo padece y aborrece. Sin entrar en el espiral de quien fue el primer culpable, si el huevo o la gallina, lo cierto es que el bichito ha dejado al descubierto la torpeza, incompetencia, corrupción y criminal malhacer de todos y todas, civiles y civilas, militares y militaras, gays y gayas de dentro o de fuera; pues decía que la evidencia de que no queremos servir para nada arruinando nuestro mundo tras dejar de lado y desatendidos a los que habían hecho las mejores cosas amerita un cambio urgente. El clamor mundial incluyendo a idiotas e indeseables, que no son pocos, es que se necesita otra cosa.
Los economistas, opinadores, políticos y gente que está en el ajo, ya se han espabilado y le han puesto hasta nombre: la nueva normalidad. En 2012, la economía de China empezó a mostrar una marcada desaceleración, con tasas de crecimiento que bajaron desde cifras de dos dígitos a las de una en 2014.
Ese año el Secretario General del Partido Comunista de China, Xi Jinping, declaró que China estaba entrando en una «nueva normalidad”. La prensa lo adoptó y popularizó como muestra de la anticipación del gobierno chino hacia un crecimiento económico más moderado, pero más estable a medio y largo plazo evitando los sobresaltos del crecimiento incontrolado.
Pero desde 2019 a raíz de la pandemia del coronavirus “la nueva normalidad” ha adquirido un nuevo uso. Las políticas oficiales del sector salud siempre han sido proclives a reducir los costos que causan la permanencia de las enfermedades y la carga social en los presupuestos que eso conlleva.
Sin embargo, los gobiernos deben cambiar el enfoque de medir la salud como un coste viendo lo que nos está dejando la crisis del covid-19, que va ocasionando verdaderos estragos en las economías mundiales sin distinción.
La productividad en los países debido al confinamiento de la población por la pandemia, ha disminuido significativamente, no solo por lo que se está dejando de producir, sino por lo que se está dejando de consumir, vender y tributar. Por eso la visión oficial debería pasar de medir el costo social de la salud, a medir el valor de tener una población sana. Sin embargo lo más probable es que una vez pasado el susto y las economías se restablezcan, el común olvide lentamente el terror que vivió y poco a poco vaya substituyendo la nueva normalidad por la confortable normalidad de “antes”.
La gente suele comportarse de esa manera y dejar las cosas como estaban, especialmente si no estaban tan mal. El Coronavirus fue uno más de tantos tsunamis víricos, de la historia. Para modificar eso se requiere algo más que un manual, escrito con ayuda de los empresarios que quieren reactivar sus negocios, y es justo, pues la gente necesita que la actividad económica se normalice. No será fácil hacérselo comprender en este mundo tan diverso y materialista que estamos transitando.
Hace falta algo más contundente que decretar una “normalidad”. Hace falta cambiar el formato de la educación que mostró utilidad hasta no hace tanto, pero que ya no sirve para reconstruir esta Babel. Para eso será necesario que la gente se entienda, al menos en las ideas.
Venezuela también necesitaría un cambio urgente en la asunto de la educación, más urgente incluso que el resto del mundo, que tambien. Cavilando sobre todo este barullo, recuerdo que hace unos años se hizo popular un proyecto de educación llamado el Cambio Valiente o Futoji no Henko, pues al parecer estaba diseñado en Japón. Era supuestamente un revolucionario plan piloto basado en una combinación de los reconocidos programas educativos Erasmus, Grundtvig, Monnet, Ashoka y Comenius. En su momento representaba un enorme salto conceptual que rompía todos los paradigmas educativos pretéritos.
El plan que se difundió en la red como “Cambio valiente: el nuevo sistema educativo en Japón” resultó ser un fenomenal Hoax o bulo, lo que actualmente llamamos un fake new; al saberse, el plan se esfumó tan rápidamente como había llegado. Resultó que no tenía autores y la versión más aceptada es que la idea pudiera haber sido maquinada por jóvenes estudiantes similares, o tal vez los mismos, que produjeron la exitosa película documental “La educación prohibida” dirigida por el argentino German Doin en 2012*.
El documental propone realizar debates reflexivos acerca de las bases que sostienen los sistemas pedagógicos actuales en España y Latinoamérica para enriquecerlos, proponiendo fortalecer el desarrollo de una educación integral centrada en atributos sólidos como el amor, el respeto, la libertad y la instrucción. Viendo el film se desprende que pudo haber influido en la gestación del fracasado “Cambio valiente”. No faltaron defensores vernáculos del statu quo educativo que salieron rápidamente a descorchar champagne por el carácter falso de la noticia. Sin embargo “algo” debía tener ese plan que en su momento entusiasmó a tanta gente en tan poco tiempo.
En mi opinión no tenía algo diferente, sino mucho. La idea parte de un tópico manoseado y archisabido, que nunca ha sido abordado en serio, tal vez por ser revolucionario; simplemente enunciaba que desde el principio los niños deben ser preparados como “ciudadanos del mundo«. En esas escuelas, imagínense, no se rendiría culto a la bandera, ni se canta el himno, no se ensalzará a personajes inventados o tergiversados por los interesados de turno, sino a auténticos héroes de la humanidad.
Los alumnos ya no creerán que su país sea superior a otros por el solo hecho de haber nacido allí. Ya no irían a la guerra para defender intereses económicos de los grupos de poder, disfrazados de «patriotismo». Entenderán y aceptarán diferentes culturas y sus horizontes serán universales, no nacionales, sin por eso perder los valores históricos y folclóricos del terruño o la patria chica.
El programa comprendía desde la escuela primaria hasta los 12 años, basado en 4 simples conceptos.
- Cero patriotismos, B. Cero materias de relleno, C. Cero tareas, y D. solo tiene cinco materias, que son:
- Aritmética de negocios. Las operaciones básicas y uso de complejas calculadoras profesionales.
- Lectura. Empiezan leyendo una hoja diaria del libro que cada niño escoja, y terminan leyendo un libro por semana.
- Civismo. Pero entendiendo el civismo como el respeto total a las leyes, el valor civil, la ética, el respeto a las normas de convivencia, la tolerancia, el altruismo, y el respeto a la ecología.
- Computación. Office, internet, redes sociales y negocios online, (común hoy día)
- Cuatro Idiomas, Alfabetos, Culturas y Religiones: con visitas de intercambio a familias de cada país durante las vacaciones.
Según “Cambio valiente” el resultado de este programa será que a los 18 años los jóvenes hablarán cuatro idiomas, conocerán cuatro culturas, cuatro alfabetos y cuatro religiones. Serán expertos en uso de sus computadoras. Habrán leído cada año más de 50 libros. Respetarán las leyes, la ecología y la convivencia entre las personas con conocimiento de causa, y manejarán la aritmética común y de negocios correctamente.
Las carreras de especialización y profesiones universitarias serán más fáciles, al contar con alumnos con sólidas bases de conocimientos igualando las diferencias, por arriba, de personas y países dispares en cultura, raza, educación, etc.
Confieso que coincido con muchas de las cosas que proponía el falso proyecto educativo japonés. Convengo en que las matemáticas y la lengua deben ser materias prioritarias en cualquier intento de reforma educativa. Las primeras, porque estimulan el pensamiento abstracto, el que libera las cadenas a las personas con actos reflejos al estilo del perro de Pavlov.
La segunda, porque aporta vocabulario y óptimas estructuras gramaticales que ayudan al razonamiento. Dicen los expertos que el pensamiento se organiza en el lenguaje, por eso, cuantas más palabras conozcamos y mejores enlaces sintácticos podamos realizar, más rica, compleja y fértil será nuestra capacidad de pensar y expresar.
Quienes manipulan a los pueblos enarbolando falsos paradigmas como el de la superioridad de la raza aria, o la cualidad científica de la lucha de clases, etc. necesitan pueblos lo suficientemente ignorantes y torpes como para aceptarlos. Que los niños sean buenos en matemáticas y lean muchos libros no les sirve. Los necesitan sin capacidad crítica y con el cerebro lavado por esas mentiras que, según Goebbels, de tanto ser repetidas se convierten en verdades.
Tenemos chicos que hablan español solo más o menos, que tienen pésima ortografía, que no saben hacer sumas de quebrados, que son expertos en «copiar» durante los exámenes, que se saben todo sobre los chismes de la TV y los nombres y origen de los artistas famosos, pero nada de lo que les enriquecería el alma y liberaría su conciencia; y de Historia, menos que nada.
Lo que sí tienen superadísimo y es bueno, es lo de manejar las computadoras, tablets y smartphones, whatsapp, instagram y todos los novísimos adelantos de comunicación que les echen aunque lo usen a veces mal para hablar con el amigo que está sentado frente a él durante una celebración o reunión familiar.
Pienso que ha llegado el momento de asumir desde las más altas autoridades hasta el docente recién llegado, que la educación es mucho más una obligación que un derecho. Que quienes no se valen de toda la autoridad que haya que ejercer para que los muchachos aprendan con calidad y profundidad, son los verdaderos responsables de la pauperización cultural y material de su país.
* Dato importante: la película fue hecha para que cualquier individuo pueda descargarla desde Internet en HD, sin restricción alguna.