El candidato es la unidad, por Teodoro Petkoff
Prácticamente conformados los lineups para el próximo encuentro electoral (faltando sólo el del PPT, que, por razones obvias, adquiere una significación que no se debe subestimar), tenemos ahora por delante los 150 duros días de la campaña electoral, que oficialmente o no, ya está arrancando.
Para la oposición no es suficiente el empeño que sin duda pondrán en la campaña sus candidatos y la fuerza unitaria que los apoya. Necesita el respaldo firme, sin reticencias ni reservas, de parte del vasto electorado que adversa a Chacumbele y su camarilla. Todavía se leen por ahí críticas a la Mesa Democrática, muchas de ellas injustas y desenfocadas, cuando no mal informadas.
¿Que no fueron satisfechas todas las expectativas en materia de candidatos? No podía ser de otro modo, por una ley de la Física que no es muy difícil de entender: el espacio ocupado por un cuerpo sólido no puede ser ocupado simultáneamente por otro.
Había que escoger, ya sea en la propia Mesa o mediante primarias. Y la selección se hizo con base en reglamentos previamente establecidos, aprobados por todos los participantes y cuyo estricto cumplimiento fue una de las claves del éxito, porque hacer excepciones era el camino seguro para el desencuentro definitivo y la torta final.
Quienes abogan todavía por Enrique Mendoza, por ejemplo, deberían comprender que por muchos que sean sus méritos, no se podía hacer en su caso una excepción a la regla que reservaba a los partidos de la MUD las listas de los estados, en el orden de llegada de las elecciones de gobernadores y alcaldes en noviembre de 2008.
Si se hacía esa excepción se destapaba una caja de Pandora. ¿Por qué él y no yo? Su posterior pretensión de que se le dé el circuito de Petare, ya asignado cuando él solicitaba la cabeza de la lista y más bien rechazaba opciones que se le ofrecían en los circuitos («o la cabeza de la lista o nada», decía) implicaría desplazar al candidato existente y barajar todo el juego, y seguramente no sólo en Miranda. Ahora amenaza con lanzarse solo en caso de que no se ceda a su petición. Pelará bola porque el electorado castigará la que a todas luces sería una conducta absolutamente divisionista. Un poquito de sentido común, Mendoza, que el mundo no se acaba en septiembre.
El hobby favorito de algunos, que es despotricar de los partidos, no valora el enorme esfuerzo que estos han hecho por superar, en la práctica, errores del pasado. La unidad alcanzada es la mejor autocrítica y la demostración de que no se quiere tropezar dos veces con la misma piedra. Comenzar por reconocer esto es el primer paso para asumir el resultado unitario como un logro formidable. La unidad es la gran candidatura. Los críticos gratuitos de los partidos políticos deberían preguntarse si había alguna otra institución o grupo de ellas (¿la sociedad civil?) que hubiera podido cumplir ese cometido. ¿La había? No la había, no la hay, ni la habrá. De modo que quienes produjeron ese «milagro» merecen reconocimiento y el respaldo decidido y sin tapujos de todos, porque si seguimos con esta babiecada de sembrar pesimismo lanzando descalificaciones injustas y caprichosas, lo único que podemos ganar es una derrota.