El caso Albán y las sombras de Tarek William Saab
@xabiercosco
Secuestrado, desaparecido, quién sabe qué tratos recibió y después se “suicidó”. Ese fue el viacrucis que vivió el concejal Fernando Albán desde el pasado viernes, cuando cayó en manos de agentes del Sebin al regresar de Estados Unidos, donde acompañó al diputado Julio Borges en las denuncias sobre violaciones a los derechos humanos e irrespeto a la democracia en la que incurre el gobierno de Nicolás Maduro.
Lo anterior no constituye ningún delito, pero el supuesto atentado contra Nicolás Maduro sirve para justificar lo injustificable, como la prisión de Albán, en donde todo fue irregular, ilegal, irrespetuoso de lo que establece la Constitución y las leyes. Lo ocurrido con el concejal fue avalado por el fiscal de facto, designado por la Asamblea Constituyente, Tarek William Saab, quien solo se refirió al desenlace cuando anunció la versión oficial que afirma que Albán se suicidó.
Lamentable y reprochable el papel de Saab, quien se ha convertido en cómplice necesario de todas las tropelías, desmanes, abusos y violaciones de los derechos humanos que comenten los distintos cuerpos policiales y militares al servicio de Nicolás Maduro. Cuando, en su momento, se habló de que sería nombrado fiscal, dijo no querer el cargo porque implicaba convertirse en carcelero. Los hechos han demostrado que no tiene ningún escrúpulo en serlo y, posiblemente, algo más también.
El Sebin parece haberse convertido en un Estado dentro del Estado. Allí la ley y las decisiones de los tribunales son ignoradas olímpicamente. En sus entrañas yacen los dos policías de Chacao que tienen orden de libertad desde hace más de dos años, pero nadie acata. Saab tampoco hace nada al respecto, ni se pronuncia siquiera sobre el tema. En una situación similar se hallan casi 60 ciudadanos colombianos con orden de libertad pero presos. Estos son dos casos que están vigentes todavía, pero hubo otros detenidos con orden de libertad que siguieron presos y contaron con el silencio del “fiscal general”.
En el caso de Albán nos aseguran que los fiscales no pueden entrar al Sebin, que los sebines se lo impiden, pero Tarek William Saab no tuvo problemas en repetir la versión de los policías sin siquiera haber iniciado una investigación. Ni siquiera se preocupó por disimular, por guardar las formas. La impunidad hace que los funcionarios actúen de esa manera.
Se trata del mismo personaje que se precia de haber sido un defensor de los derechos humanos en la etapa previa al chavismo. Si actuaba como ahora, pobres ciudadanos a los que les violaron sus derechos.
Sobre la muerte de Fernando Albán se impone una investigación rigurosa, en la que se determine claramente las causas del suceso y la responsabilidad de quienes estaban a cargo de su custodia y de su integridad, y también de quienes hubiesen sido responsables de un eventual homicidio, si así se determina. Incluso suponiendo que sea verdad que Albán se suicidó, es responsabilidad del Estado mantenerlo con vida. Esa investigación no la pueden hacer funcionarios del Gobierno y Tarek William Saab es uno de ellos. «No los defraudaré» le escribió a Diosdado Cabello cuando fue impuesto en el cargo que ostenta, y seguro que no los ha defraudado.
Dudamos de la hipótesis del suicidio. Ciudadanos que han pasado por el infierno que significa el Sebin dan cuenta de la imposibilidad de que Albán haya atentado contra su vida, por lo que nos inclinamos por la posibilidad de que se trate de otro crimen político más cometido durante el gobierno de Nicolás Maduro.