El chavismo consolidó su hegemonía en 2018, pero sus fisuras salieron a la luz
Con un proceso de reestructuración interna, el chavismo transitó con calma los eventos electorales ante la apatía opositora, pero se multiplicaron las voces críticas y se consolidaron movimientos disidentes que demuestran que su unidad está lejos de ser monolítica
El Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), consolidó su hegemonía política en 2018, con nada menos que la reelección de Nicolás Maduro para un nuevo período constitucional que llegará hasta 2025, y el más reciente arrase en los comicios de concejos municipales, incluido Baruta, tradicional bastión opositor en el Área Metropolitana de Caracas, sin embargo; en el periplo se han producido fuertes cuestionamientos por parte de figuras emblemáticas de la organización, que demuestran que a lo interno la unidad dejó de tener la solidez que al menos se aparentó a la muerte de Hugo Chávez.
El año comenzó con la convocatoria a elecciones presidenciales, pautadas para el 20 de mayo, y a las que amplios sectores de la oposición no quisieron participar alegando que no existen condiciones que garanticen la transparencia del proceso y por no reconocer dictados de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), que consideran ilegítima.
Luego que Maduro obtuvo una cómoda victoria con el 67,84% de los votos frente al 20,93% logrado por Henri Falcón, el PSUV inició un proceso de reestructuración a través de su IV Congreso, que se instaló el 28 de julio con la participación de 379 delegados, y culminó en octubre con la aprobación de un documento a través del cual se cambió una organización de tipo piramidal a una más horizontal
Las instancias del partido eran (desde del tope de la pirámide) la Dirección Nacional (que fue la máxima instancia de la organización), con un Buró Político (encargado de la dirección y coordinación diaria), las vicepresidencias regionales y las municipales, mientras en la base figuraban los estados mayores de los Círculos de Lucha Popular (CLP) y las Unidades de Batalla Bolívar-Chávez (UBCH), siguiendo en orden descendente.
En este cambio destacó la conformación de las Redes de Articulación y Acción Social (RAAS), que tienen la tarea de identificar en cada comunidad la orientación política de las personas y la identificación del enemigo histórico (imperialismo).
Pero en medio de tal reestructuación comenzaron a notarse las fisuras. A comienzos de septiembre fue removido de su cargo el entonces ministro de Educación, Elías Jaua, quien a finales de julio había hecho un cuestionamiento a la ausencia de debate político en el seno de la dirección del PSUV. “La cultura del burocratismo autoritario se estremece ante el debate auténticamente critico; se espanta ante la consulta a las bases”, aseguró Jaua, quien lamentó que “la interpelación no es bienvenida por quienes creen que todo va bien, ‘porque estamos ganando elecciones’».
A comienzos de diciembre, Jaua concedió una entrevista a la BBC en la que sostuvo que uno de los errores del proceso bolivariano fue que se dejó intacta la estructura de la corrupción.
Negociación
En octubre había surgido el movimiento chavismo bolivariano, al que se le endilgó el mote de “originario” por su declaración de intenciones apelando a los orígenes de los planteamientos de Hugo Chávez a comienzos de su primer período de gobierno.
Al frente del grupo figuran el ex alcalde del municipio Libertador, Juan Barreto; el ex secretario general del MEP, Wilmer Nolasco, y la abogada Indira Urbaneja, quienes solicitaron incluso una reunión con el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), para plantear posibles soluciones a la crisis política de Venezuela.
Este chavismo originario propone un entendimiento ente la Asamblea Nacional (AN-Parlamento) y la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) para que el primer organismo salga del desacato, se eliminen las sanciones financieras contra Venezuela y se inicie un período de transición donde se tomen medidas económicas pertinentes para atender la precaria situación por la que atraviesa la población.
Aparentemente, este grupo ha realizado conversaciones con sectores del madurismo y de la oposición menos radical para buscar destrabar el juego político a partir de 2019
Aunque ya se había deslindado del madurismo con fuertes críticas al gobierno en diciembre de 2017 y en enero del presenta año se le ordenó abrir una investigación por presuntas irregularidades administrativas en PDVSA, el ex ministro de Energía y Petróleo y ex presidente de esa compañía, Rafael Ramírez, descargó la más fuerte metralla contra la actual administración del país en el mes de noviembre.
Ramírez planteó crear una junta de gobierno para una transición política. Posteriormente, el 14 de diciembre, responsabilizó al Ejecutivo por la muerte en prisión del ex directivo de Pdvsa Nelson Martínez.
La última andanada por parte de un chavista emblemático en contra del gobierno de Nicolás Maduro la propinó el ex fiscal general de la República y ex constituyente de 1999 Isaías Rodríguez, actual embajador de Venezuela en Italia, quien cuestionó que la ANC en “mala hora” fue una respuesta táctica a una coyuntura que se transformó en estratégica.
“Se la ha utilizado para todo (a la ANC) y se ha desgastado tanto como, o más, que el gobierno. De una institución extraordinaria y emergente ha pasado a ser un Poder Constituyente centralizado, dirigido por el poder constituido”, expresó Rodríguez, quien hizo énfasis en que el Ejecutivo estrangula los sectores de menores recursos y, también, amplios sectores de las capas medias bajas.
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