El chavismo montó su espectáculo a lo largo de la avenida Baralt
Muñecos inflables gigantes, grupos de tambor y grupos circenses le dieron color a la concentración de simpatizantes del Gobierno. El chavismo vio incumplidas sus expectativas de que Nicolás Maduro los saludara o dirigiera unas palabras
Trabajadores públicos y simpatizantes del Gobierno provenientes de diversas zonas de Caracas y localidades del interior del país acudieron a la avenida Baralt, en el centro de la capital de la República, con el objetivo de manifestar su respaldo a la juramentación de Nicolás Maduro para un nuevo período constitucional que se extenderá hasta 2026.
Desde las 9 am los accesos vehiculares desde la autopista Francisco Fajardo hacia la vía mencionada fueron cerrados, sólo permitiendo el paso a los autobuses o camionetas pick up que trasladaban a los chavistas, que una vez más dieron el colorido a una jornada signada por el acto protocolar en el que Maduro fue investido como mandatario y que se realizó en la sede del Tribunal Supremo de Justicia.
Una fuerte presencia policial se observó en la parte sur de los alrededores de la avenida Baralt, en cuyo extremo norte se ubica la sede del máximo tribunal de la República; funcionarios policiales resguardaban la circulación del tránsito en la avenida Lecuna, en sentido este, tanto en la esquina de la plaza Miranda, como más al este en la esquina Gradillas, zonas donde llegaban las unidades que provenían del interior y desde donde sus respectivos pasajeros continuaban a pie el trayecto.
Los alrededores en la parte sur del Palacio Federal Legislativo vieron también bloqueado el tránsito de vehículos, mientras los chavistas continuaban su peregrinar en dirección al TSJ. En la esquina de Sociedad, a una cuadra de la sede de la Asamblea Nacional (AN-Parlamento) se ubicó una tarima con una pantalla gigante y grandes cornetas en la que se podían apreciar las incidencias del acto que se desarrollaba en la sede del máximo tribunal.
A las puertas de la alcaldía del municipio Libertador se colocó una tarima en la que de distribuían pancartas con los lemas «#Yo soy presidente» y «Vamos Venezuela», mientras en la Plaza Bolívar, al frente, algunos aprovecharon para tomarse una foto junto a la estatua ecuestre del Libertador Simón Bolívar.
Ya en la parroquia Altragracia la masa chavista se hacía sentir. La parte de la avenida Urdaneta entre la esquina de Carmelitas, donde se encuentra la sede del Ministerio de Finanzas, pasando por Puente Llaguno y llegando a una cuadra del Palacio de Miraflores, sede del Ejecutivo, se encontraba repleta de personas con gorras o franelas rojas y portando pancartas de apoyo al mandatario.
A la altura de la esquina Caja de Agua, los grupos de simpatizantes del Gobierno, en su mayoría trabajadores del sector público, se agolpaban para poder acceder a la avenida Baralt. Allí, y de manera improvisada, tocaron grupos musicales, específicamente de tambores de la costa, y desde ahí arrancó un camión que portaba un muñeco inflable gigante con la figura de Hugo Chávez pero a la que se pegó una foto con la cara de Maduro.
Se comprobó que la inflación, pero esta vez la económica, también llegó a los vendedores ambulantes de artilugios relacionados con el dignatario. Los bigotes negros de fieltro que hace unos años eran vendidos en billetes de baja denominación del extinto bolívar fuerte, ahora eran vendidos por Bs.S 30.
En la Baralt era el hervidero: muchísima gente se desplegó a lo largo de la vía, separados del paso vehicular, reservado para la caravana de las personalidades asistentes al acto por unas barandas metálicas y la custodia de efectivos de la milicia bolivariana.
Destacaron las tarimas gigantes dispuestas en el tramo final de la vía, a un par de kilómetros de la Cota Mil, al norte. La primera frente al puente El Guanábano, con pantallas digitales y actuación de grupos musicales y otra más grande, con motivos correspondientes al petro, criptomoneda creada por el Gobierno y donde varios de los presentes decían que Maduro iría a saludar al pueblo.
Continuaba la exposición con una petrocasa y afiches de la misión Vivienda y unos muñecotes del ex presidente Hugo Chávez, flanqueados por globos gigantes justo al frente del TSJ, donde a la llegada de Maduro se lanzaron papelillos de colores.
Un grupo circense conformado por trabajadores del ministerio de la Cultura divertía a algunos de los presentes, que preferían buscar si podían obtener un vistazo del paso del mandatario y tenían la esperanza de que éste reviviera las rupturas de protocolo de su predecesor para saludar a algunos de sus partidarios, pero Maduro tiene otro estilo. En todo caso, la actividad circense iba a tono con el ambiente, lo que es escaso ahora es el pan, reservado para los trabajadores de ministerios e instituciones del Estado que recibían sus viandas de sus coordinadores mientras Maduro daba su discurso al filo del mediodía.
Antes de que terminaran las palabras del mandatario, muchos de los asistentes comenzaban su retirada. Algunos conocidos con tiempo sin verse se encontraban y saludaban: «Tenía que venir, si no tú sabes», le dijo un compadre a otro en el camino de vuelta. No todos los que estaban están con Maduro, aunque su deber, aparentemente, era estar allí.