El chimbo es él, por Teodoro Petkoff
Para taparle la boca a nuestro showman internacional no hay nada mejor que un paseo por los grandes números de la economía. Una cifra que indicaría para quien trabaja el gobierno es la que muestra la distribución del ingreso entre el capital y el trabajo.
Veamos unos numeritos proporcionados por el Banco Central.
En 1998, último año pre-Chávez, la remuneración del capital constituyó el 58% del ingreso nacional, en tanto que la del trabajo alcanzó al 42% del total. En 2001, tres años después, de acuerdo con los últimos datos disponibles del BCV, las proporciones habían variado en la siguiente forma. Capital: 62% ; Trabajo: 38% . O sea, en los tres primeros años del régimen “bonito”, empeoró la distribución del ingreso, en desmedro de los sectores laborales. No hay discurso que pueda ocultar la maciza evidencia proporcionada por estos datos. Chávez hace más pobres a los pobres.
Si se tiene en cuenta que en el año 2002 y en lo que va del 2003 tanto la inflación como el desempleo se incrementaron significativamente, se puede inferir que al sol de hoy, la distribución del ingreso se ha hecho aún más negativa para los trabajadores. Al cierre del 2001, el porcentaje de venezolanos desempleados alcanzaba al 13% de la población activa. Al cierre del 2002 la cifra había remontado hasta el 16% y para este momento se encuentra en 18% . Por el otro lado, la inflación cerró en 2001 en 12,3% y brincó al 31,2% en 2002 y en los primeros siete meses de este año va por 17,4%, con lo cual puede proyectarse para finales de año una cifra un poco superior a la del 2002. (Todas estas son cifras oficiales, del INE y el BCV). En otras palabras, el aumento del desempleo y del índice de precios en el último año y medio no puede sino haberse traducido en una distribución del ingreso aún más regresiva para los sectores laborales.
Éste es el verdadero y dramático balance de los cuatro años y medio de gobierno chavista. Pero hay otro aspecto. Nuestro insigne charlatán, anda por el mundo proponiendo referendos sobre la deuda externa, repitiendo los consabidos lugares comunes sobre al “deuda eterna”, pero aquí en casa, en apenas cuatro años ha elevado la deuda pública en más de 10 mil millones de dólares. Y acaba de solicitar autorización para pedir prestados otros 3 mil millones a la banca internacional.
De manera que una deuda pública que Chávez recibió en 24 mil millones (entre la externa y la interna), la ha llevado a más de 34 mil millones de dólares.
¿Qué significa esto en términos prácticos?
Que del presupuesto nacional crecidos porcentajes serán utilizados para el pago de la deuda, sustrayéndolos al gasto en educación y salud. Las futuras e inmediatas generaciones de venezolanos van a pagar los platos rotos por una administración chapucera, que no ha hecho sino repetir pautas de conducta que Yo, El Supremo condenó en el pasado y de las cuales todavía habla (en el exterior) como si su propia gestión no fuera la repetición aumentada y empeorada de las que llevaron a cabo sus antecesores.
¡Qué chimba nos ha salido esta “revolución” !