El cielo encapotado, por Félix Arellano
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El incremento del militarismo y la carrera armamentista a escala mundial resaltan entre los efectos disruptivos y destructivos de la invasión rusa a Ucrania, y el agresivo giro de la política exterior china. Procesos que, como se puede apreciar en Ucrania, pueden generar consecuencias sociales devastadoras. En tal contexto, corresponde a las fuerzas políticas y sociales los países democráticos mantener una posición firme y encender las alarmas para tratar de contener el fantasma de la irracionalidad que se está apoderando del planeta.
La lista de casos es larga, su naturaleza estructural, pues algunos consideran que la lucha armada ha caracterizado gran parte de la historia de la humanidad. Adicionalmente, no podemos olvidar la lapidaria expresión: Si vis pacem, para bellum (si quieres la paz, prepárate para la guerra). Pero la escalada de la acción militar puede resultar impredecible y la población civil, en particular los más débiles y vulnerables, enfrentan las peores consecuencias. No podemos olvidar que la carrera militarista es el camino al desastre, pero estimula pasiones, obsesiones e ideologías.
En la mayoría de los casos, por la soberbia del poder, se destruyen pueblos, dejando una lamentable estela de muerte, miseria y destrucción. Lo estamos apreciando en esta larga e inútil invasión a Ucrania, que no tiene justificación y rompe con los principios fundamentales del derecho internacional y del orden internacional liberal; empero, los aliados de Putin repiten mecánicamente la narrativa historicista y terrófaga del invasor. Esperemos que otros viejos imperios no asuman la misma posición retrógrada y expansionista; pues retornaremos a la Edad de Piedra.
En el marco de los aires militaristas, la invasión rusa a Ucrania ha fortalecido la OTAN, una institución que hace algunos años atrás cuestionaban hasta sus propios miembros. En aquel momento se podría haber calificado como una especie en extinción; empero, en estos momentos, representa uno de los epicentros de la seguridad para Occidente.
Países de larga tradición pacifista como Finlandia y Suecia, ante la incertidumbre que genera el presidente Putin, se vieron obligados a iniciar el proceso de incorporación en la OTAN. Finlandia se ha convertido en el miembro número 31 (23/04/2023) y Suecia se mantiene en la espera de las negociaciones ante el veto de Turquía.
Otro caso ilustrativo de la tendencia militarista que acecha al mundo lo representa Japón que, desde el final de Segunda Guerra Mundial, mantenía la tradición pacifista consagrada en su Constitución, pero, ante el giro agresivo y militarista en la política exterior china que ha promovido Xi Jinping —conviene recordar que Japón mantiene una larga disputa con China por las islas Senkaku/Daiowu— y la permanente amenaza de Corea del Norte, se encuentra en el debate de fortalecer su capacidad defensiva y rearmarse. Incluso ha suscrito un acuerdo amplio de seguridad con los Estados Unidos.
En Europa, en particular en la Unión Europea, una institución de naturaleza liberal, promotora de las libertades en su más amplia expresión y con particular disposición a la cooperación internacional, también se ha visto obligada, por diversas razones, a retomar los temas de la autonomía estratégica y la política comunitaria de seguridad y defensa.
Cabe destacar que Rusia representa una amenaza para algunos de sus miembros y China, que constituye una competencia sistémica, juega ambiguamente frente a la invasión de Ucrania, pues representa un precedente interesante en sus aspiraciones frente a Taiwán.
Pero la autonomía estratégica también tiene que ver con la relación con los Estados Unidos, que enfrentó un fuerte desafío durante la administración del Presidente Donald Trump y su America first. Si bien es cierto que con el presidente Biden el diálogo transatlántico se ha fortalecido, la amenaza del aislacionismo y en antieuropeísmo sigue en la agenda de Donald Trump, en sus nuevas aspiraciones presidenciales.
Adicionalmente, la multiplicación de los ejercicios militares, particularmente en Asia, constituye otra de las manifestaciones del militarismo renovado que estamos enfrentando y debe encender las alarmas, pues se está jugando con fuego y fácilmente podríamos quemarnos. En este contexto, la alianza militar que han articulado China, Rusia e Irán constituye un escenario preocupante, llevan varios años realizando maniobras militares conjuntas y en diversas oportunidades han sumado otros gobiernos autoritarios.
En los ejercicios de Vostok en el 2022, entre otros países, se sumaron Nicaragua y Siria. Para este año, están organizando el proyecto: «Lazos de Seguridad» en el Golfo de Omán. Rusia y Bielorrusia también han realizado en varias oportunidades ejercicios militares en la frontera con Ucrania, una clara posición desafiante.
Escenarios de alta tensión se mantienen en Asia, por una parte, por los constantes movimientos militares chinos amenazando a Taiwán, recientemente ha desarrollado «un cerco total» de la isla. También los países ribereños del mar Meridional de China enfrentan su permanente amenaza militar, al punto de haber construido unas islas artificiales (islas Spratly), en las que ha concentrado una importante fuerza militar, que representa una amenaza para los países ribereños.
Pareciera que la estrategia de los gobiernos autoritarios se orienta a mantener en vilo la paz y seguridad del planeta y, en ese contexto, se inscriben las constantes pruebas nucleares de Corea de Norte, que han contribuido a exacerbar la tendencia de la militarización en la zona.
Múltiples factores estimulando la militarización y el armamentismo y, lamentablemente, Occidente se ve presionado a reaccionar, entre otros, con los ejercicios militares concentrados en apoyar a los países amenazados por la estrategia expansionista de la geopolítica del autoritarismo.
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Al respecto, cabe destacar que la OTAN, desde el inicio de la invasión a Ucrania, ha desarrollado una intensa agenda de ejercicios militares con la atención puesta en el potencial expansionismo ruso, entre otros: en Estonia (05/2019), una operación de gran escala en Noruega (03/2022), en Rumania (05/2022), con los países bálticos (05/2022), en el Mediterráneo (02/2023) y un primer ejercicio militar con Finlandia como nuevo país miembro (04/2023).
También los Estados Unidos ha desplegado una amplia agenda de ejercicios militares en apoyo a los países amenazados por los gobiernos autoritarios, al respecto cabe mencionar: con Corea del Sur (03/2023); los ejercicios «Cobra Gold» en Tailandia con varios países de la región (03/2023), el «Balikotan» con Filipinas, aliado clave contra China (04/2023).
Desafortunadamente, también debemos incorporar a nuestra región, que mantenía una larga tradición pacifista, en esta lista negra, pues tanto Nicaragua como Venezuela han desarrollado ejercicios militares, en algunos casos definidos como juegos militares, con la participación de China, Rusia, Irán y Bielorrusia.
Nos enfrentamos con un panorama sombrío, podemos afirmar que el cielo se presenta encapotado, pero debemos realizar nuestro mejor esfuerzo, tanto los partidos políticos de formación democrática, como la sociedad civil en su conjunto, para tratar de enfrentar la ola de irracionalidad que nos afecta y que podría conllevar consecuencias sociales impredecibles.
Félix Arellano es internacionalista y Doctor en Ciencias Políticas-UCV.