El cierre del “Museu de l’Art Prohibit”, por Valentina Rodríguez

X: @valenntinus
A finales de octubre de 2023 la inauguración del Museo del Arte Prohibido (Museu de l’Art Prohibit), en Barcelona, España –el primero del mundo dedicado exclusivamente a exhibir obras de arte que han sido censuradas, prohibidas o retiradas de la exhibición pública–, era reseñado por medios de comunicación del mundo y publicaciones especializadas en arte, abriendo, una vez más, el debate sobre cuáles son los límites del arte.
Este recinto, fundado por el periodista y empresario español Tatxo Benet (Cataluña, 1957), volvió a estar en el ojo de los medios este 2025, primero por las protestas de ex trabajadores y luego por el anuncio del cierre «indefinido» de la pinacoteca, anunciado el pasado 27 de junio.
La colección del museo –conformada por más de 40 obras, entre pinturas, esculturas, grabados, fotografías, instalaciones y obras audiovisuales; de artistas que van desde Picasso, Klimt o Goya, hasta Ai WeiWei, Tania Bruguera o Robert Mapplethorpe– ahora pasará a «transformarse en una colección nómada que hará exposiciones itinerantes por todo el mundo», indicó el espacio cultural en el comunicado donde informó la medida de clausura.
La desaparición de un espacio para la cultura siempre es lamentable, más la de uno como este, que no sólo exhibía propuestas incómodas o impertinente para algunos, sino que también ofrecía información sobre ¿Por qué motivos se censura el arte?, ¿Por qué se censura a un artista? o ¿Cómo se transforma una obra censurada?
En cuanto a las razones que dieron pie a las disputas e incidentes que propiciaron la clausura del museo, no me queda más que calificarlas de paradójicas, quizás.
Pero de todo este revuelo que ha causado la noticia, en lo que más me detuve fue en recordar cómo comenzó la historia de esta colección Benet: en 2018 compró la obra Presos políticos en la España contemporánea, de Santiago Sierra (Madrid, 1966).
La pieza del artista, Premio Nacional de Artes Plásticas de España, en 2010, está conformada por 24 fotografías en blanco y negro de rostros pixelados que hacen referencia a 74 presos políticos de posiciones muy distintas. La propuesta, exhibida en el stand de la galería Helga de Alvear, fue censurada y retirada de la exposición de ARCO (la Feria Internacional de Arte Contemporáneo de Madrid), por la utilización del término «presos políticos».
«Lo que proponemos a través de esta serie es visibilizar la existencia de tales presos políticos: personas encarceladas por tratar de hacer públicas y efectivas sus ideas sin recurrir a violencia de ningún tipo», detalla Sierra en una revista homónima de la pieza.
Volver a este episodio reciente me hizo entender que el término «presos políticos», sus rostros y sus historias, incomodan en cualquier parte del globo, en cualquier momento y en cualquier espacio de la vida pública, en una feria de arte, en una galería o en la fachada de un edificio. Por algo será.
PD: Presos políticos en la España contemporánea volvió en 2019 a ARCO, también ha sido expuesta en varias ciudades de Cataluña y España, así como en Buenos Aires (Argentina) y Ámsterdam (Países Bajos).
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Valentina Rodríguez es licenciada en comunicación social y magíster en arte contemporáneo.
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