¿El comunismo en metástasis?, por Carlos M. Montenegro
Nada más empezar el siglo XXI se instaló en Venezuela, inspirado y tutelado por Fidel Castro, un régimen de corte marxista leninista aprovechándose de los medios democráticos implantados en el país tras la caída de Marcos Pérez Jiménez en 1958. El nuevo presidente electo, golpista sin éxito, inició su mandato con un discurso populista de trazas democráticas siguiendo la formula usada en Cuba por Castro, cuando arrebató el poder a Batista; poco a poco fue desmantelando las instituciones democráticas venezolanas fundadas tras el pacto de Punto Fijo en 1958, con el deplorable resultado que todos sabemos, y que ya hoy, el mundo entero también conoce.
A pesar del enorme barullo político en progreso, todo indica que este gobierno está acabado; la pregunta que todos se hacen es que cuándo y cómo se terminará todo esto. Resulta difícil hacer pronósticos cuando los acontecimientos suceden tan vertiginosamente y cada día que pasa se producen muertes, abusos y detenciones ocasionados por organismos de seguridad del gobierno, que no del Estado, y las bandas histéricas de sicarios actúan descontroladas, al ver que todo el andamiaje montado por este funesto régimen se desmorona sobre sus cabezas.
A pesar de la pantomima montada haciendo uso y abuso de la enorme cantidad de medios de información de que disponen, con cadenas de radio y TV intempestivas profiriendo bravuconadas que solo revelan miedo, y que no convencen a nadie. Por el contrario, continuamente llegan noticias que los arrinconan y aturden aún más. Deben percibir como un hálito en la nuca avisando que su fin se acerca, y a leguas se percibe que no saben cómo hacer para salir del atolladero. Se sienten repudiados por la sociedad de una nación entera, conformada incluso por sus partidarios, a la que han machacado durante lustros impunemente. Y poco más puede decirse, si bien los acontecimientos se suceden y la gente presiente que esta pesadilla se acaba, sin embargo el peligro aún persiste.
La historia dice que cuando las guerras están a punto de acabarse porque uno de los bandos la está ganando, en los frentes se agudiza la batalla con gran ferocidad por parte de los vencidos antes del alto el fuego, con el fin de lograr posiciones más ventajosas a la hora de negociar
Puede que esta guerra entre la razón y la iniquidad, que al parecer aquella va ganando, no sea una guerra convencional. Pero no se debe descartar que a última hora los perdedores traten de vender cara su derrota; puede que la casi media centena de muertos que han causado en estos últimos días sea un indicio.
Las cosas han confluido favorablemente: por un lado, todo el apoyo de una ciudadanía dispuesta a recuperar el futuro y resteándose con un inesperado presidente de la Asamblea Nacional, a la que ha despabilado de su letargo y tras retomar el papel que le corresponde ha sabido agarrar con decisión al toro por los cachos, poniendo en jaque tras jaque, a los gobernantes de este régimen corruptor con su copioso séquito de políticos deshonestos, testaferros aprovechados, ladrones, narcos y un manojo de militares cómplices grotescamente enriquecidos, todos ellos arropados con un fétido manto comunista, que hartos de poder e impunidad no se esperaban lo que les llegó.
Por otra parte ha intervenido la contundente ayuda, ¡al fin!, de la comunidad democrática internacional, que tras muchos años de titubeos, casi cómplices, entendió que “El caso Venezuela” no es fortuito, sino el rescoldo mantenido durante décadas por el comunismo fracasado que permanecía con diferentes disfraces agazapado esperando su momento. El asunto es de mayor fondo de lo que comúnmente se pensaba, algo como que “lo de Venezuela es cosa de un grupo de tiranos bananeros, que tomaron por sorpresa a una sociedad cómoda con su sistema de vida”, cuando todo indica que se trata probablemente del postrer estertor para recuperar un sistema que ellos mismos destruyeron.
Poco queda por decir. Ha llegado pienso, la hora de hacer, de construir. Los que vendrán deberán ser muy meticulosos, y haber aprendido bien la lección tomada durante 20 años de lo que no se debe hacer.
Sea como sea, solamente queda apostar a que la razón se imponga y comenzar a pensar cómo diseñar, no restituir, una nueva república lo más alejada posible de las que nos precedieron, unas por su nefasto desempeño y las otras por engendrar y consentir que tomara el poder semejante “gang” de desalmados.
* Metástasis. Proceso por el que las células cancerosas se propagan desde el tumor original a otros órganos y tejidos, es la principal causa de la mortalidad asociada al cáncer.