El «Continuum» de Elías Crespín en Caracas, por Valentina Rodríguez

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En enero de 2020, unos meses antes de que el mundo se paralizara —y cambiara—, Elías Crespín (Caracas, 1965), el licenciado en computación que terminó siendo artista, sin proponérselo, se convertía en el primer venezolano —y el primer latinoamericano vivo— en formar parte de la colección permanente del Museo del Louvre de Francia.
Finalmente, luego de cinco años de haber entrado a la pinacoteca que alberga a La Libertad guiando al pueblo y de recorrer distintas plazas de Europa, presenta en Caracas su primera individual en 20 años, titulada Continuum —postergada por motivos que iban desde lo económico hasta lo técnico. «Tenía atarugado el venir a exponer en Venezuela. Me he convertido en artista y lo muestro por el mundo, ¿y no lo voy a mostrar en mi Venezuela querida?», confesó durante el encuentro con la prensa.
El artista vive en París desde el año 2008. En 2017 se reencontró con Caracas y desde entonces regresa a la capital venezolana con frecuencia. Previo a Continuum estuvo en dos colectivas de la galería Espacio Monitor.
La visita de Crespín tiene revolucionada la escena cultural caraqueña, su exhibición ha sido reseñada por la mayoría de los medios e influencers nacionales y el fin de semana de la inauguración de la muestra (sábado 31 de mayo y domingo 1 de junio), las colas para entrar a La Casa Hacienda de La Hacienda La Trinidad Parque Cultural, espacio que alberga la exposición, fueron espectaculares.
Continuum está conformada por nueve esculturas móviles, «un conjunto de danzas geométricas suspendidas», apuntó el artista, concebidas entre 2016 y 2025, algunas exhibidas previamente en París, Londres, Shanghái y Pekín; entre ellas, un prototipo de L’Onde du Midi (La onda meridional), la pieza en el Louvre.
La muestra organizada por Espacio Monitor no solo les ha permitido a los venezolanos conocer y ver de cerca el trabajo de Crespín, también al hombre detrás de las obras, un artista-inventor, afable, constante, disciplinado, con chispa y humor fino; que bebió de los principales referentes artísticos nacionales del siglo pasado: Gego, Otero, Soto, Cruz-Diez; para crear un lenguaje y obra propios: el continuum de la corriente artística que puso a Venezuela en la escena internacional.
Celebro la muestra y visita del artista, en especial en este convulso 2025, y espero que en un futuro no muy lejano la poesía de la danza, la poesía de la geometría en las piezas de Crespín ocupen —de forma permanente— espacios emblemáticos de Caracas y del interior del país.
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Valentina Rodríguez es licenciada en comunicación social y magíster en arte contemporáneo.
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