El crítico y su teclado (al espejo), por Rubén Machaen

@remachaen
¿Por qué tú? Es una pregunta que al verbalizarse, automáticamente hace aparecer un espejo que exige le respondas. Supongo que al exponer tu abanico de redes sociales piensas que sí, que tú estás en lo cierto, porque de lo tuyo sabes, y pretendes, únicamente, practicar el ejercicio de compartir ideas. Pero entonces te gana el síndrome de grandeza y en vez de criticar lo tuyo, pasas a criticarlo todo, y la ira, «tan común entre críticos menores», como dijo Ray Loriga, te gana la jugada.
Hablas de cine, música y literatura, con la misma soltura que de geopolítica, feminismo y depresión; das tips para evitar el suicidio; filtras mensajes; disfrazas injurias y te retratas con cara de pontificador*, arropándote con la bandera de la crítica como free pass para exponer tus sorpresas, alegrías, complejos y obsesiones.
¿Por qué tú? Porque tengo redes sociales y un número aceptable de seguidores. Es cierto, pero quizás entonces no seas crítico, sino un tipo con redes sociales que habla de crítica.
Uno más del montón.
Porque mientras tú tuiteas sobre el deber ser de la política y la institucionalidad, los demás suben a Instagram fotos de sus fiestas y viajes al extranjero. Mientras tú explotas las capacidades de alcance de consciencia que las herramientas de comunicación masiva ponen a nuestro alcance, los demás flirtean con el esnobismo de una vida perfecta y banalidades prêt-à-porter.
Haciendo scroll termina la Caracas de Maduro y empieza el Brasil de Bolsonaro o el México de López Obrador. Y depende de tu dedo limitar las fronteras e hipervincular tragedias en miras de un mundo más ordenado.
Ya dejaste de hacer crítica, pero que no se diga que no lo intentaste, porque vaya que es ardua la tarea de concatenar bilis e hilar el ego, sobre todo ahora que cada red te obliga a un formato distinto.
Hace poco subiste una foto mirando al horizonte y en la leyenda le preguntabas a la nada qué nos depararía el futuro, y la nada te replicó que, por ahora y al parecer, años muy grises.
Linda historia, pero falsa, porque el horizonte (o más bien, ese fragmento de horizonte) no sabía nada, lo sabías tú.
Del futuro conocemos nada y de nosotros el reflejo al que, cómo no, hay que seguirle preguntando y escribiendo, desde la nada, esa en la que te retrataste y esa que somos todos, los que compartimos tus inquietudes y los que no.
*Pontificador: m y f. Persona que se levanta todos los días con la certeza de tener la razón y se envalentona en las teclas para dictar cátedras misceláneas sobre lo que está bien y lo que no. Luego se besa los deditos porque el post le quedó lindo.