El cuaderno amarillo y otros cuentos, por Luis Ernesto Aparicio M.
Twitter: @aparicioluis
Difícil no recordar aquella famosa fotografía de un alto funcionario durante la gestión del expresidente Donald Trump. Rígido, con rostro enjuto y casi posando para todas las cámaras o quizás una sola que estaba preparada para el modelo de los años sesenta y setenta. Traje de confección y al fondo un mapa desde donde se podían notar varios países. Esa era la idea, transmitir un mensaje de que estaban conversando sobre los asuntos concernientes a otras naciones.
No obstante, lo que atrapó la atención de todos fue el cuaderno amarillo con una caligrafía legible, dejando ver que, al menos así aparece, lo escrito había ocupado el tercer lugar en el orden de la discusión. Fue tanto el alboroto que se armó con esa fotografía, que hasta fue objeto de una parodia por parte de un bufón funcionario de la dictadura venezolana, quien apareció, sin la fuerza de la imagen original, ofreciendo declaraciones portando algo similar al cuaderno amarillo.
El mismo personaje del cuaderno amarillo original, ha vuelto a sus andanzas y esta vez ha lanzado, lo que pudiéramos mirar como una perla para las aspiraciones de perpetuidad del autócrata venezolano –Nicolás Maduro– y sus conmilitones. Y es que, a ese genio, que estuvo asesorando al presidente del país más poderoso del mundo, en materia de política, no se le ocurrió otra idea que confesar que aquello de «todas las opciones sobre la mesa», era una realidad y que no se cumplió por culpa del expresidente, en clara señal de que se encuentra de «pleitos», con este último.
Que ande en plan de adversar al expresidente Trump, no debería significar que puede soltar esas prendas, mucho menos cuando el historial de dictaduras en los países latinoamericanos suele estar acompañado de las presunciones, y hasta el reconocimiento, de que los Estados Unidos respaldaba esos terribles sistemas de gobierno.
Es como recordarles a los chilenos, paraguayos, argentinos el patrocinio de esas atroces dictaduras, devenidas por los cruentos de golpes de Estado, para salvar a los países.
*Lea también: Las democracias y Venezuela en el nuevo orden internacional, por Gonzalo González
Para cada golpe de Estado habría un inicio conocido. Sin embargo, el devenir y el camino a lo desconocido es lo más preocupante. ¿Hacia dónde, iban, o van, esos golpes de Estado? ¿Cuáles son las garantías de transición pacífica de una dictadura hacia otro modelo, supuestamente diferente y con mayores libertades? Esas y muchas más, son las preguntas que quedan en el ambiente ante un golpe de Estado. Opción, que según el señor John Bolton, se manejó en la anterior administración estadounidense.
Lo que, sin duda, al menos para mí, era más una amenaza que un hecho. Aunque más de uno, sobre todo fuera de Venezuela, lo cree y aún lo sostiene como alternativa de solución. De allí, esa extraña simpatía hacía el populismo, ¡¡¡»el golpe»!!! Eso que atrajo las simpatías de muchos venezolanos. Eso que es muy al estilo de Hugo Chávez.
La afirmación del cuestionado señor, en un conocido programa de uno de los canales noticioso más seguidos por latinoamericanos y más allá, deja ese sabor incierto de la solución mágica o violenta para la crisis política y social que vive Venezuela, y que tanto ha alimentado a cierta parte del debilitado liderazgo venezolano y un exilio devenido en una especie de destierro cubanizado, abriendo una –por lo que se ve– insalvable división entre las opciones opositoras en el país; pero afianzando la narrativa de la autocracia sobre aquello de que todos los problemas por los que atraviesan los ciudadanos es producto de un gran conspiración desde los Estados Unidos.
Que aún existan rezagos en mentes como las del señor Bolton –y otros– que han pensado que la solución para resolver el tema de las dictaduras modernas sea el viejo esquema de la revuelta desde las armas o sencillamente un golpe de Estado, no significa que toda una nación considere que esa debe ser la salida.
Los Estados Unidos, han dejado muy atrás ese vínculo con sistemas dictatoriales como las conocidas en el Sur del continente americano. Apuesta más bien a una solución por intermedio de la negociación entre las partes involucradas, evitando entrar, de manera directa, estimular escenarios como los que ha mencionado el exfuncionario.
Pese a los esfuerzos que se hagan para desmentir o crear otra versión diferente a la dicha por el exasesor, el ambiente para los beneficiados –porque no puedo llamarles de otra manera– es propicio para fortalecer sus cantares sobre los Estados Unidos y sus pretensiones. Aunque del lado de la banda que dirige Nicolás Maduro, solo uno de los chanceros soltó amarras y comenzó a navegar sobre las aguas proporcionadas por Bolton. Otro de la misma línea, Evo Morales, fue capaz de señalar a los Estados Unidos como «el peor enemigo para la democracia en la vida». Vaya comentario de uno de los socios más serviles que tuvo un enemigo de la democracia, como lo fue Chávez.
Sabemos el talante democrático que impera en la mayoría de los dirigentes políticos estadounidenses, pero esa «pelota puesta» no la iban a fallar, en ninguna circunstancia, sus contrarios. Aunque no se abriera un escándalo sobre ellas, Nicolás Maduro debe estar pavoneándose como quien siempre ha dicho la verdad sobre el complot en contra de Venezuela, cosa que sabemos que carece de fundamentos a mi entender, pero se hace difícil sostener esa idea con las ayudas de gente como John Bolton.
Luis Ernesto Aparicio M. es Periodista Ex-Jefe de Prensa de la MUD
TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo