El cuentacuentos, por Teodoro Petkoff
Hete aquí, pues, que el Comandante en Jefe se proclamó «marxista». «Marxista» de los que vuelan por instrumentos, porque al mismo tiempo confesó que es ahora cuando se dispone a leer «El Capital». Recomendó también la lectura de un folleto de Lenin, titulado «El Estado y la Revolución». Este es, probablemente, el menos marxista de los trabajos del líder bolchevique.
De una simpleza y un dogmatismo sobrecogedores, se constituyó en el fundamento teórico de esa fantasía denominada «dictadura del proletariado», que, en su imposibilidad práctica, derivó hacia la dictadura del partido bolchevique y luego a la de Stalin y sus sucesores y operó como aval «teórico» de todos los horrores que en nombre del «radiante futuro socialista» acompañaron aquella brutal dictadura.
Se comprende porque Chacumbele recomienda éste escrito de Lenin. Le encanta un texto que, por ser de Lenin, supone que le daría una suerte de carta de nobleza teórica a la dictadura que está empeñado en clavarnos. Marx alguna vez, viendo la barrabasadas que se decian en su nombre, comentó que él «no era marxista».
Si hoy oyera a Chacumbele apoyar el Plan de Destrucción Nacional nada menos que en Marx, este exclamaría mas rotundamente aún «¡Por lo que a mi respecta yo no soy marxista! »
La otra novedad del Mensaje ante la Asamblea Nacional, fue la designación de Alí Rodríguez como ministro eléctrico, y la de Giordani como ministro de Cordiplan y de Finanzas simultáneamente. Fin de mundo. El mismo tipo que se pasó los últimos años observando placidamente cómo el país se les iba de las manos, completamente ajeno a su rol, que era precisamente el de prever el futuro inmediato y planificar lo que el estado debía hacer, ahora asume la cartera de Finanzas. Debe reconocérsele, sin embargo, que es un hombre honrado, así que lo menos que podemos esperar de él es que acabe con los guisos que han hecho ricos a algunos ministros de Finanzas anteriores, con los bonos de deuda pública, las notas estructuradas y demás muestras de «creatividad» financiera, que han dejado multimillonarios a más de un chavoburgués y su contraparte en la alta burocracia. A Alí hay que desearle suerte, para bien del país, pero la verdad es que ya tiene cara de fusible. No tardará mucho en ser achicharrado por la crisis eléctrica.
Tal vez la última cosa digna de ser comentada, en esas cuatro horas de charlatanería, fue la insólita afirmación de Chacumbele de que devaluó para «acabar con la manguangua de un dólar barato, que la burguesía quería para seguir importando camionetotas y exquisiteces». Las esféricas de este señor están forradas en cobre. Se pasa cinco años negado a devaluar, defendiendo el «dólar barato», burlándose de quienes señalaban la inevitabilidad de una devaluación, precisamente por la estupidez de mantener barato y anclado el dólar, y ahora nos sale con esa necedad. Pero, en buena parte tiene razón. Durante cinco años Chacumbele hizo una política para que los Perucho Torres, los José Vicente Rangel, los Chacón, y todo el hatajo de vividores de este régimen, pudieran comprar sus «camionetotas», sus «quintotas» en La Lagunita y el Country Club, sus «fincotas» en Barinas y tomar vino de 1500 euros la botella en el Maxim de Paris. ¿Se les acabó la manguangua? Qué va. Ahora es cuando vienen guisos. Los tres tipos de cambio son un verdadero regalo de Chacumbele para los corruptos. Lo único bueno del Mensaje fue que se quitó la cadena para que pudiéramos ver los juegos de pelota.