El deber democrático, por Griselda Reyes
La democracia es un sistema de gobierno que se considera con los años el menos imperfecto y además susceptible de permanentes cambios, porque establece deberes para quienes ejercen el poder y también para los ciudadanos que depositan su confianza en los gobernantes. De allí que la vigencia democrática se convierta en una exigencia fundamental de las sociedades modernas. Por supuesto, ello también coloca en primer plano el papel de los sectores y personalidades que utilizan el llamado a la democracia como un pretexto engañoso porque en el fondo su objetivo es pervertirla y si es posible negarla con prácticas autoritarias y represivas justamente antidemocráticas.
El deber democrático de los ciudadanos, viene dado por las exigencias que desde lo interno podamos promover para que los procesos venideros sean respetables y creíbles ante los ojos del mundo. Nada hacemos cuando se planifica una participación masiva, pero sin las garantías necesarias que como ciudadanos debemos demandar. No solamente me refiero a las venideras elecciones en Venezuela, sino a cualquier acto o evento electoral en la región. Un papel fundamental e importante en todo, es sin duda, lo que las personas podamos lograr para que nuestras propuestas sirvan como enlace a la solución de los problemas que afectan y atañen a las comunidades.
Es un debate que se da en el mundo entero y de modo particular en América Latina, una región que se ha debatido históricamente en el dilema de participación y abstención. El tema cobra vigencia ante el llamado a las elecciones en varios países de la región, en el clima de una confrontación política, en medio de graves problemas, lo cual impide un debate sereno y civilizado.
Los ejemplos se conocen, pero más allá de ello, habría que destacar que, en la difícil y costosa lucha del ciudadano, el demócrata integral, se mantiene apegado a su deber: luchar por la democracia venciendo todas las dificultades, presiones, y transparencia.
¿Qué hacer como ciudadanos? Lo he reiterado en varios artículos, independientemente de que haya o no procesos electorales, y es que fortalecer los derechos que tenemos en la sociedad representan sin duda la capacidad en la que podemos cambiar el rumbo de una sociedad. Somos nosotros quienes mantenemos el poder de auditar, monitorear, hacer seguimiento y reclamar a las diferentes visiones que a veces en terrenos ajenos nos quieran imponer para beneficios propios. El detalle está en aceptarlo o no, es ahí cuando entra en juego el papel ciudadano de exigencia.
A esto le llamo deber democrático, pero del otro lado de la acera, le agregaría también un punto a favor de la buena práctica: la responsabilidad, respeto y organización. Son garantes del buen funcionamiento moral y ético de todos como ciudadanos comprometidos.
Estas reflexiones nacen de nuestra propia experiencia con lo ocurrido recientemente con el partido Acción Ciudadana en Positivo (ACEP). Ante ello, si bien condenamos cualquier atropello, nuestra respuesta siempre será reafirmar la disposición a la lucha democrática, y elevar el compromiso con los venezolanos que han asumido nuestras propuestas programáticas. Por eso precisamente creemos en la frase del líder polaco Lech Walesa:” la democracia se hace todos los días”.