El derrumbe que devela la Filven 2018, por Sergio Monsalve
Autor: Sergio Monsalve | @sergioxxx
De vuelta de la Filven 2018. Es la feria del libro más chavista jamás instalada. Ello implica que hay un excesivo derroche de dinero y propaganda, en contraste con un tiempo donde la gente no tiene con qué comer. Qué quedará entonces para la diezmada cultura de la lectura.
En Filven 2018 encuentras libros que cuestan 4000 bolívares soberanos que nadie puede comprar. Al lado venden ejemplares subsidiados, de las editoriales chavistas, por quince bolívares. El contraste es brutal entre la economía real y la parasitaria con fines electorales.
Hay un stand de la esquina caliente en Filven 2018. Nadie lee, solo miran televisión como unos zombies con caras tristes que añoran un pasado o un presente mejor. Ahora es una esquina de burócratas y reposeros de camisa roja. Una imagen de la debacle cultural del estado. Es una esquina fría y desolada.
En la Feria del Libro, en el stand de Monte Ávila, venden biografías devaluadas de Chávez y libros contra Trump, editados con prisa desde el alarmismo ideológico. Una de las principales editoriales del país ha sido secuestrada por meros intereses del partido de gobierno.
La Filven 2018 se inaugura cuando las librerías mueren de mengua por falta de recursos. En 20 años, el chavismo ha querido aniquilar la iniciativa privada de producción y consumo de libros. En parte lo ha logrado. Pero igual, el medio resiste.
La feria del libro se ha traslado al centro de Caracas, en la Plaza Bolívar. Ahí se radicaliza la concepción bunkerizada y militar de la plataforma del libro en la época de Maduro. Pronto harán la Feria del Libro en Miraflores o en Fuerte Tiuna. Y será un escenario como de la película «La Caída».
Tanto dinero se dilapida en la Feria del Libro que hay una cantidad importante de stands, del gobierno, que no venden libros, no venden nada, son solo un parapeto, resumiendo el sentido de Filven 2018: ser una pantalla, un circo que tampoco consigue su cometido.
La Filven 2018, en síntesis, promueve una lectura proselitista y sesgada de los acontecimientos. Divide a un sector para terminar de conquistarlo. Anticipa cómo serán los tiempos culturales de refrendarse la Constituyente en elecciones fraudulentas. Es el negocio de unos pocos enchufados que comen en los cafés del centro, ubicados en los alrededores de la Plaza Bolívar.
Dos metáforas expresan el derrumbe de Filven 2018. En una es un remedo propagandístico del Titanic. Alrededor todo se hunde. En otra quiere ser una trinchera política del PSUV. En ambos casos fracasa al verse como un mercado de libros usados, rojos o desactualizados. Tipo Cuba. Mejor darse la vuelta por el puente de Fuerzas Armadas.
Tomé fotos para ustedes. Las que pude porque me tenían precisado en modo espías de Corea del Norte. Fíjense en las imágenes del tarantín del CNE con la boleta electoral de los Concejos Municipales. Su menú de candidatos y partidos fantasmas del oficialismo, acompaña la oferta alicaída de la Filven de la dictadura.