El desastre chavista en las cooperativas (I), por Oscar Bastidas Delgado
Twitter: @oscarbastidas25
A pesar de la situación del país, de la hiperinflación y, particularmente, del despropósito del fallecido y del usurpador de destruir el aparato productivo privado del país —ahora a punto de ser reprivatizado— entre otros desastres, aún existen experiencias cooperativas de reconocidos impactos. Previas al desgobierno, gracias a esfuerzos de activos cooperativistas en diversas regiones y sectores, particularmente con cooperativas inicialmente organizadas en capítulos y federaciones y desde los 70 en Centrales Cooperativas Regionales (CCR) integradas en la Central Cooperativa Nacional de Venezuela (Ceconave), central autodefinida como “democracia participativa en marcha”
Gracias a la convergencia de Ceconave, la Federación de Cooperativas de Transporte de Venezuela (Fecotrave), la Federación de Cooperativas de Servicios de Venezuela (Fecoseven) y la totalidad de las CCR en el Equipo Cooperativo Constituyente Nacional (ECC) —constituido por estos organismos de integración con el fin de llevar propuestas bajo forma de artículos ante la Asamblea Nacional Constituyente de 1999— se fortaleció presencia del cooperativismo en la nueva Constitución nacional y los términos «economía social» y «mutuales» adquirieron prestancia constitucional.
A tales efectos se formularon ocho propuestas de artículos y, algo más de 22.000 cooperativistas seleccionaron tres candidatos a diputados de una lista inicial de 13 cooperativistas propuestos por cooperativas de base.
Ninguno de los candidatos salió electo, dado el truco electoral de las listas morochas utilizado por Chávez, que le concedió una amplia gama de diputados. Por ello, las propuestas se entregaron con miles de firmas de respaldo al presidente de la Asamblea Constituyente en acto público.
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Posteriormente, por acto de magia y sin que en su escueto programa de gobierno hubiese mencionado las cooperativas ni haberlas considerado en sus dos primeros años de gobierno, el fallecido habló de impulsarlas a finales del año 2000. Señaló también la intención de modificar la Ley General de Asociaciones Cooperativas y la de promulgar una Ley de Economía Social. La modificación de la primera ley la realizó gracias a que desde Ceconave se le hizo la tarea y se le entregó una propuesta de reforma, la segunda no se mencionó jamás.
En el 2002 la suerte estaba echada. A partir de la reforma de la ley, Chávez inició una desbocada carrera por crear cooperativas declarándolas luego como “puntas de lanza del proceso”.
Cometió el error de convocar a sus círculos bolivarianos para que las constituyesen, convocatoria que hizo que un cooperativista y profesor universitario nominado para el cargo de Ministro de Estado para el Desarrollo de la Economía Social renunciase a asumirlo, faltando pocos días para ello.
Por esa vía, el fallecido constituiría “el cementerio de cooperativas más grande del mundo” y así fue. Esa vía se acompañó de variadas fuentes de financiamiento a todo aquel que quisiese constituir una. Dar dinero en rebatiña a quienes lo hiciesen, «bypaseando» la burocracia estatal. Fue una manera ingeniosa de intentar comprar voluntades para evitar un revés en propuesto referéndum revocatorio presidencial (2004).
Aprovechando esas opciones, los vivianes de siempre reunían grupos de personas para constituirlas. Una maestra del estado Miranda, defensora del cooperativismo genuino, narró lo siguiente a quien esto escribe:
“Fui convocada a una reunión para formar cooperativas. Éramos 36, nos dividieron en seis mesas de cinco y una de seis y dieron a rellenar y firmar un formato elaborado por la superintendencia. Viendo ese procedimiento, me levanté y abandoné la reunión. A los días me enteré de que todos habían recibido un dinero ‘y que a crédito’, con alta ganancia para quien montó la reunión”.
Estos casos proliferaron en el país.
La alegría gubernamental duraría poco. Cuando los supuestos socialistas observaron que esos “prestamistas” no aportaban “al proceso”, inventaron la Misión Vuelvan Caras (luego Che Guevara) exclusiva para sus seguidores.
Así, proliferaron “cooperativas” y funcionarios gubernamentales que constituían unas falsas para luego contratarlas en tareas secundarias de empresas del Estado con jugosos beneficios para ellos, pero con débil estabilidad contractual para las “cooperativas”. Depender de esos contratos amañados vulneraba el principio de la autonomía y la independencia que toda cooperativa genuina debe aplicar
Oscar Bastidas es cooperativista, consultor y facilitador en Emprendimiento Asociativo y Microempresas.
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