El día a día del cambio, por Simón García
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Los cambios aparecen, claros y vigorosos, en un momento a veces sorpresivo. Pero su eclosión es el producto combinado de varios factores y circunstancias. Primero se va acumulando en potencia, luego emerge a los ojos de todos como un acto.
Ese momento en el que un régimen comienza a declinar hacia su final, tiene, generalmente una larga historia. Ella comienza con una situación caracterizada por dos variables: 1. A los de arriba les resulta imposible cumplir las demandas que la población espera y se ven obligados, entonces, a intentar permanecer en el poder por medios que no son democráticos. 2. Los de abajo ya no quieren seguir siendo mandados por sus antiguos gobernantes y se colocan en una situación de insubordinación pasiva, declarada o invisible.
En esas condiciones, el cambio del orden gobernante pasa a ser, desde el punto de vista real y aspiracional, político y existencial. El objetivo es el mismo para la enorme mayoría de la sociedad, pero los fines pueden variar: todos quieren cambiar al presidente, pero unos tienen como móvil activo y posible pasar a ejercer el poder y otros el de vivir mejor. Los móviles no hacen necesariamente incompatibles los resultados en términos de ampliar el ejercicio de la libertad y el acceso a la prosperidad.
Es cierto que se reproduce la inevitable y necesaria diferencia entre gobernantes y gobernados, pero lo que los concilia a todos es un imperio de las reglas impersonales que permitan las soluciones democráticas, la dimensión pluralista, la aceptación del derecho a tener posiciones diferentes y a convivir para avanzar con y hasta debido a ellas.
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El país está atravesando un ciclo que tuvo su momento inicial con la clara y determinante voluntad de cambio expresada el 28 de julio. Los actores internos y del ámbito internacional sólo piden esclarecer la verdad. La oposición hizo pública las actas y el CNE se negó a cumplir con la ley de publicar oportunamente los resultados desglosados mesa por mesa y someter a verificación, puesto que no se cumplieron las debidas auditorías, la autenticidad de tales actas.
Puede decirse que el momento inicial se cerró formalmente con la sentencia de la Sala Electoral del TSJ que sustituye en sus atribuciones al árbitro electoral. Pero la fase electoral seguirá abierta hasta el 10 de enero cuando se ejecute la asunción del poder por parte del candidato proclamado.
Puede afirmarse también ante la inexistencia de un dictamen oficial creíble o de un procedimiento aceptado por las partes que después de enero viviremos un interregno, que según el diccionario de la Academia de la lengua es “espacio de tiempo en que un Estado no tiene soberano”. En nuestro caso hay dos peculiaridades: hasta el 10 de enero hay un presidente legalmente en ejercicio. La petición de la mayoría del país y de las democracias occidentales es que se establezca ahora claramente si el candidato Maduro llenó o no los requisitos para iniciar su tercer mandato presidencial.
Es una demanda razonable, que el poder debería satisfacer en vez de convertirla en conspiración o intento de golpe de Estado, que si existiera no tiene que ver con las actuaciones constitucionales y pacíficas que están promoviendo las fuerzas democráticas de cambo, sometidas a la persecución y detención arbitraria.
Cada pueblo encuentra en su día a día, el modo de preservar y acumular sus fuerzas cívicas, éticas y políticas, al menor costo posible.
Todos los eclipses son pasajeros.
Simón García es analista político. Cofundador del MAS.
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