El día que Will Smith le pegó a alguien, por Reuben Morales
Twitter: @ReubenMoralesya
Según Bejamín Jarnés, el humor es “Gracia, verdad, bondad y poesía”. En la reciente ceremonia de los Oscar, el chiste de Chris Rock ciertamente tuvo gracia, verdad y poesía, pero le faltó la bondad. Quizás podamos argumentar que fue bondadoso al mantenerlo como un chiste y no obligar coercitivamente a que Jada Pinkett protagonizara una hipotética GI Jane 2 en contra de su voluntad.
Ahora, si nos vamos a lo técnico del humor -y a lo ético- Chris faltó a un principio que recomiendan en la comedia: “Siempre debes burlarte del poderoso, no de la víctima”. El humor es i-rreverencia en el sentido de que no le rinde reverencia a algún poder que nos obliga a ello. En este sentido, Jada Pinkett representa un poder si se le toma desde el punto de vista de que es parte de la industria cultural más poderosa del planeta. Sin embargo, también es víctima de la enfermedad de alopecia que está padeciendo. Algo que sin duda pesa más y el chiste hacía alusión a eso.
Otra recomendación que uno suele escuchar puertas adentro en el gremio del humor es la siguiente: “Evita hacer bromas sobre alguna condición innata de una persona. O sea, una condición que la persona no pueda cambiar así quiera”. En este sentido, Chris se burló del débil, del golpeado y de quien ya la está pasando mal por un problema congénito (como para que la hagan pasar mal nuevamente y en público).
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Los humoristas tenemos una gran virtud que a su vez es una gran falla: la falta de filtro o imprudencia. La gente quiere oírnos o ver nuestro arte para escuchar de nosotros lo que otros no pueden decir, pero basta que nos pasemos o que seamos imprudentes donde no se debe para que seamos lo peor que ha parido la humanidad. Por ello, el comediante debe terminar entendiendo que la libertad de expresión es como el humo del cigarrillo. Tú puedes prender un cigarrillo donde te dé la gana, pero si lo haces fuera de las áreas de fumadores, estás a merced de que alguien venga a quejarse de tu humo.
Por otro lado, tenemos a los afectados directos del chiste: la familia Smith. Se entiende que son figuras públicas, se entiende que la crítica y la burla forman parte del ser figura pública y se entiende que deben hacer callo como parte de su trabajo. No tiene por qué haberles gustado el chiste, pero han podido mostrar su desaprobación de otra forma: pararse e irse en medio del monólogo, colocar una mala cara en cámara (que en principio solo vimos la de Jada, mas no la de Will), vociferar desde sus asientos, publicar algo en redes al respecto o aprovechar el discurso del Oscar para hacer mención del hecho.
Sin embargo, Will se saltó una cantidad de formas de protestar y decidió levantarse y darle un bofetón en la cara a Chris Rock. Desde un punto de narrativa clásica del héroe, es una gran historia. Un poderoso vocero hace mofa de una víctima, ridiculizándola ante mucha gente y así provocando que su pareja se pare y se vengue como un acto público de amor por su esposa. Un hecho sumamente romántico y reivindicativo.
Ahora, ¿qué implicaciones podría tener esto? Es un espaldarazo a la cultura de la cancelación. Si alguien de la talla y aceptación de Will Smith se paró y golpeó a un comediante porque le hirió el chiste, pues cualquiera (mucho más anónimo que Will) tiene el derecho a hacerlo. Sumando a esto que Chris Rock decidió no presentar cargos ante la policía, haciendo que este hecho de violencia física quede impune ante la ley.
Pero he aquí la otra arista del problema. La inclusión y la igualdad tras años de lucha y de la Declaración Universal de los Derechos Humanos es totalmente positiva. Qué bueno que cada vez más se estén acortando las brechas entre hombres y mujeres, entre negros y blancos, entre gays y heterosexuales y entre mujeres afectadas de alopecia y el resto. Desde lo más profundo de mi ser lo celebro. El problema radica cuando los movimientos de inclusión vienen empujados por resentimientos parecidos a los de la revolución chavista en Venezuela. En aras de conseguir una igualdad, llegan al poder y terminan vengándose de todo aquel que les marginó en algún momento.
Por ello es que, en casos como estos, cobra tanta importancia la memoria de gobiernos como el de Nelson Mandela en Sudáfrica. Pudiendo haber llegado al poder para vengarse de todas las cúpulas blancas que pisotearon los derechos de su mayoría negra, más bien llegó para que coexistieran todos los sudafricanos juntos y en paz.
La cultura de la cancelación ha recibido un espaldarazo, pero también lo ha hecho la violencia y la impunidad. Porque si algo me recordó el posterior discurso de Will Smith, fue el monólogo de que Chávez hacía todo “por amor”. Espero que los canceladores se den cuenta y cancelen al nuevo cónsul de la cancelación cancelando su intento de cancelar.
En todo esto perdió Chris Rock, perdió Will Smith y perdió la felicidad de Jada Pinkett, pero creo que ese día será más recordado no como el día en que Chris Rock hizo un chiste de Jada Pinkett. Ese día pasará a la historia como el día en que Will Smith le metió un golpe a alguien.
Reuben Morales es comediante, profesor de Stand Up Comedy y escritor de humor.
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