El ego de Maikel
Quienes visitan la sede de los tribunales en el centro de Caracas pueden observar en cada uno de los pisos una gigantografía con la cara -dura- del «magistrado» Maikel Moreno. Pero el hombre no se conforma con unos afiches mudos. Eso es algo de comunistas demodé
Sebastián Boccanegra
Al presidente del TSJ le gusta el culto a la personalidad. Pero no crean que es el culto al difunto «eterno» o a Nicolás Maduro, es el culto a él. A Maikel le agrada que le masajeen el ego o, lo más probable, él mismo se lo manda a masajear.
Quienes visitan la sede de los tribunales en el centro de Caracas pueden observar en cada uno de los pisos una gigantografía con la cara -dura- del «magistrado». Pero el hombre no se conforma con unos afiches mudos. Eso es algo de comunistas demodé. Por ello, también hay, en cada piso, unos televisores de buen tamaño donde constantemente se transmiten declaraciones o intervenciones suyas. Ahora bien, en todas partes donde el culto a la personalidad se hace una política gubernamental, el que lo recibe es el jefe máximo. Stalin en la URSS, cualquiera de los dictadores de los países satélites, Fidel en Cuba, el difunto «eterno» aquí. Solo el líder era merecedor de recibirlo.
Es por ello que este masaje al ego de Moreno debería poner sobre aviso al del bigote. Que no esté rindiéndole culto, exclusivamente, a Nicolás es, por decir lo menos, sospechoso. Detalles así revelan intenciones poco confiables. Esos cultos personales ponen de relieve ambiciones peligrosas.
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