El ejercicio de un médico rural en Cazorla y Calabozo, por Eduardo López S.
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«El ejercicio de la medicina de un médico rural, Cazorla y Calabozo», así se llama un aparte de El doctor italiano, obra de nuestra autoría, inédita.
Se cuenta en esta novela histórica la vida de Gerónimo Carchidio, un médico que nació en Roma un año antes de que Italia naciera en 1860. Este doctor italiano hizo su vida en estos inmensos llanos sin vías de comunicación. En 1912 ejercía sus saberes de curar enfermos y de precaver esa enfermedad en los sanos en el alejado pueblo de Cazorla; en 1938 está en Calabozo, desde donde escribe este pasaje que parece una conversación consigo mismo, pero que si lo vemos con los ojos de un teatrero, es un monólogo. Feliz Año Nuevo.
Venezuela ha tenido como bandera, desde su maltrecha formación como república, el cacareo de la llamada libertad, subterfugio que les ha servido a los dirigentes políticos como instrumento para realizar el más impune saqueo de las inmensas riquezas del país.
Esto, desde Simón Bolívar, que fue uno de los primeros en usar esta ilusoria bandera de la libertad para llevar al país a una guerra insulsa que no ha de terminar jamás: porque el fundamento de su razón es etéreo su conclusión es un misterio.
De hecho, sacar las cuentas de los pro y los contra del pensamiento bolivariano de los políticos –y del país todo que los ha seguido por estos siglos– nos da siempre un saldo negativo. Cuando se es bolivariano se es en su esencia guerrerista, de estos siglos de guerra solo podemos tener un saldo negativo de muertes, hambre y violenta pobreza. Esto es bien fácil decirlo en las postrimerías de mi vida, pero aunque tarde, debo observar que lo mejor que pudo pasar a este país fue que siguiera dependiendo de España, hoy sería, tal las islas Canarias, una provincia de ultramar de la madre patria.
El ser bolivariano ha sido una marca indeleble que, sin empacho ni vergüenza, han mostrado todos los gobiernos que ha tenido este hermoso y rico país, caracterizados por la ineficiencia, la corrupción administrativa, la demagogia y el populismo. Todos los gobiernos, unos más que otros, se han reconocido bolivarianos, con el sino de parecer que mientras más bolivariano se declara más viciado de corrupción resulta. Esto, sin la culpa de Bolívar, por supuesto, que no estaba vivo para protestar porque un Guzmán Blanco se declara bolivariano como el que más.
La mentada libertad y el bolivarianismo ha servido de mampara para que los gobernantes venezolanos preparen los más diversos guisos que alimentan sus gigantes arcas personales y de su familia y los bolsillos más pequeños de su más cercano séquito de allegados.
La libertad es una ilusión que se reparte dentro de la ignorancia de la mayoría votante en cantidad suficiente como para que este mismo pueblo apoye al gobernante que le desfalca sus riquezas, la más pura demagogia.
La historia grande, la de las naciones de los cinco continentes, nos dice que hay países predestinados por el esfuerzo de siglos de su gente para tomar una posición de liderazgo en el mundo, son los imperios que, después de un nacer para imponerse, un periodo de desarrollo y expansión, ocurre una natural decadencia y muerte, tiempo en el cual pasan varias generaciones. Es de inteligentes entonces ubicarse en el territorio y en el tiempo de la nación donde se ha nacido para ver si tiene sentido que se enarbole la bandera de la libertad.
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—¿Naciste en alguna provincia inglesa, francesa o española de los Estados Unidos de América en los tiempos de su guerra de independencia? Pregunto.
—Es inteligente que te unieras a la lucha de la independencia que dio como resultado el nacer de un nuevo imperio. Es la respuesta.
Pero si naciste en alguna de las provincias de la jurisdicción de Indoamérica, donde imperaba España y Portugal, la historia nos alecciona cuando vemos que no ha tenido saludable resultado la repiqueteada libertad en estos Estados Desunidos de Surámerica.
Los líderes fundadores de norteamérica fueron inteligentes para unirse y conformar el imperio que miramos con admiración y envidia hoy. Estos mismos fundadores de Indoamérica, como Bolívar, Miranda y San Martín, no fueron capaces de imponer las ideas de la unión que era la fuerza del futuro de la libertad de sus tiempos, pero que, en tanto y en cuanto fracasaron, es el presente de la necesaria dependencia de los habitantes de Indoamérica, este país llamado Venezuela entre ellos.
Predecir la historia es muy cómodo, para ver el fracaso de Bolívar es muy fácil, oólo tenemos que abrir un libro de historia.
—¿Intentó –junto con Miranda–, hacer una patria grande que uniera vastas regiones que abarcaban a lo que es hoy Bolivia y Panamá, además de Ecuador, Perú, Colombia y Venezuela?
—Sí, pero fracasó. Les dio la libertad embadurnada de desunión.
A Bolívar sí valdría la pena celebrarlo si estas ideas de unión hubieran triunfado. Seríamos, sin duda, un imperio que tendría voz que se oiría en el concierto de las naciones del mundo. Celebrar a Bolívar hoy es celebrar el fracaso.
El fracaso del país, que es la derrota por ser bolivarianos, se calcula si medimos las posibles consecuencias del no ser bolivariano. El que Bolívar no realizara esta infausta guerra a las primeras, salta a la vista. No hubiéramos contado la cantidad de muertos ni la deuda en oro que costó, por lo menos, cien años en pagarla.
—¿En estos tiempos medios del siglo XX tendríamos patria? Me pregunto con cautela.
—Claro que sí, seríamos españoles.
—¿Y la cacareada libertad,…seríamos libres?
—Sí, tanto como la provincia de ultramar de España, las islas Canarias, o tan libres como las comunidades autónomas de la propia península española, como Navarra, Galicia, Cataluña o el País Vasco.
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