El engañoso encanto de la multipolaridad, por José R. López P.
Después de la Segunda Guerra Mundial que culminó con la victoria antifascista, el escenario global experimentó un cambio significativo, caracterizado por un modelo bipolar en el que Estados Unidos y la Unión Soviética se dividieron el mundo en dos esferas de influencia. Sin embargo, con el evento histórico de la caída del Muro de Berlín, seguido de la desintegración de la Unión Soviética y el colapso de los regímenes autoritarios en Europa Oriental, el sistema bipolar de la Guerra Fría llegó a su fin, dando lugar a la emergencia de un nuevo orden unipolar, con el surgimiento de los Estados Unidos como una única superpotencia en las relaciones internacionales.
Sin embargo, el declive de la supremacía hegemónica estadounidense y el desarrollo de fuerzas emergentes o re-emergentes (China, Rusia, India e Irán) permitió la configuración de nuevos polos que hoy pugnan para lograr una nueva distribución de poder mundial.
Esta nueva configuración de fuerzas ha dado lugar a la engañosa multipolaridad complementaria. Multipolaridad que no significa la existencia de proyectos alternativos de desarrollo para los pueblos oprimidos, sino simplemente una confrontación inter-imperialista por el reparto de territorios y mercados.
Una mirada a las fuerzas emergentes o re-emergentes, indica que todas desarrollan o han restaurado modelos de producción capitalista explotador. De consolidarse la tan cacareada multipolaridad estaríamos ante el advenimiento de un nuevo orden mundial caracterizado por un proyecto pluripolar-imperial disfrazado como alternativa progresista frente al orden global imperante. ¿Cómo pensar que la suma de economías capitalistas globales puede provocar un resultado antiimperialista?
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El surgimiento de este nuevo mundo multipolar no implica el fin del imperialismo, sino más bien podría dar lugar a la aparición de varios proyectos imperiales (pluripolar-imperial) compitiendo por una nueva distribución global del poder. De igual manera, la multipolaridad no garantiza el fin de las relaciones asimétricas inherentes al capitalismo global. El rol ambivalente de China, de India y de Rusia, como parte de los países emergentes y al mismo tiempo de los ya emergidos, trae el riesgo de reproducir las perversidades del desarrollo extractivista y primario-exportador (cambiar de patrón no es ninguna alternativa).
La multipolaridad igualmente no garantiza el establecimiento de un sistema internacional basado en los principios de autodeterminación y soberanía (invasión rusa a Ucrania). Además, la multipolaridad se ha transformado en un espacio internacional para para promover el autoritarismo representado por Vladimir Putin, Xi Jinping, y Alí Jamenei entre muchos otros.
La multipolaridad es simplemente una ilusión, al margen de los engañosos encantos que la izquierda global suele afirmar.
Embellecer a los centros capitalistas emergentes o re-emergentes que compiten por una nueva hegemonía, no oculta su naturaleza explotadora, ni sus intenciones de reorganizar el mundo a su favor. La multipolaridad no significa que hay dos mundos en disputa, sino un solo mundo capitalista global que lucha por un nuevo reparto de mercados nacientes, fuerza de trabajo barata y materias primas depreciadas.
La esperanza de un mundo multipolar democrático, equilibrado y justo es una quimera.
José Rafael López Padrino es Médico cirujano en la UNAM. Doctorado de la Clínica Mayo-Minnesota University.
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