El enigma de la embajada, por Fernando Rodríguez

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Hasta que no salga a la luz la contrapartida que Estados Unidos le dio a Maduro, a cambio de dejar salir del país –después de un largo y ensañado año, pocas veces visto en una embajada en el planeta– a la plana mayor del comando de MCM no podrá hablarse de transacción ni ningún otro sinónimo. Hasta el momento nadie ha dicho una palabra al respecto (hoy es jueves 8 de mayo). Habrá pues que buscar alguna otra para el peliagudo asunto. Quizás un regalo, una cortesía, un coqueteo, un arrepentimiento…de parte de nuestro gobierno para reparar su prolongada malacrianza diplomática. Nunca es tarde para arrepentirse.
Que en el fondo no debería ser, dado el ingrato trato lingüístico ante el supuesto obsequio, del ahora poderosísimo Marco Rubio en sus variados y muy altos cargos en la política exterior gringa. Vituperios que como se sabe ni siquiera son de ahora sino de años o decenios. Posiblemente es de los peores enemigos de nuestra reinaugurada dictadura el 28 de julio. Y en la ocasión no fue muy amable que se diga. De manera que habría que probablemente buscar por otro lado. No sé cuál, a decir verdad.
Ponga usted que el viaje presidencial a Moscú y el deseo de no cargar con ese entuerto muy pesado y de poca señoría, de apagarle la luz y cortarle el agua a las embajadas vecinas, ante tan distinguida audiencia y en celebración de fecha muy solemne.
Supongamos, suele pasar, que mañana o pasado o en semanas o meses aparece la señalada contraprestación, de Donald se puede esperar cualquier vaina. Tal podría ser, verbigracia, devolverle a Chevron su bien amada concesión petrolera.
O, invente, más republicanamente condecorar a Amoroso con alguna medalla por sus luchas por la democracia continental (por ejemplo Presidential Medal of Freedom). O que le saque la lengua en público a la indiscutida lideresa Machado. Cosas así. Bueno con honestidad habría que replantearse el problema.
Yo concedo que la cosa no es tan clara, tan diáfana. Porque con ese bojote de policías rodilla en tierra y dispuestos a disparar sobre la más mínima anomalía, pues hay que ser James Bond para dirigir el operativo. Pero la CIA si es que fue la CIA como leí por ahí es cosa seria, eso lo sé yo desde que militaba en la izquierda hace unos cuantos años. Entonces hay que sopesar los pros y los contras.
También es posible que haya habido alguna traición o algún mando comprado, por allí entran los enredos detectivescos, lo cual pone la intriga mejor. Realmente el enjambre policial-militar es el segundo punto enigmático decisivo, porque una vez fuera de la ciudad y con el aparataje gringo (coches con y sin chofer, yates, helicópteros, aviones, misiles hipersónicos, los cohetes estelares de Musk, inteligencia artificial) todo o casi todo se puede.
En síntesis, entre estos dos enigmas, por ahora apuesto mi sueldo de profesor jubilado –UCV- por seis meses (en bolívares) a que no hubo transacción.
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