El Eslabón perdido de la Unidad, por Simón García
Autor: Simón García | @garciasim
En democracia, lo normal es la competencia entre partidos, la afirmación de sus diferencias programáticas, el contraste de sus mensajes y la confrontación entre sus dirigentes. Los políticos están programados para actuar en beneficio de su partido.
Pero, cuando sobreviene una crisis de hambre, cuando la sociedad es victima de grandes calamidades o padece un régimen que viola los derechos humanos la unidad es imperativa. Esa exigencia desafía a toda la oposición y en especial a la MUD, frente opositor con más organización y mayor influencia entre los ciudadanos, aunque hoy disminuida por la desconfianza hacia los partidos.
Nuestros partidos viven un período de dificultades, dos de ellas muy distorsionantes: la pérdida de perfil programático y la sustitución de sus relaciones directas con la población por el uso de los medios y las redes. La ausencia de visión de país y de relación directa con la sociedad, genera vacíos de liderazgo, de referencias teóricas y de soporte social para encarar una estrategia unitaria capaz de combatir a un poder manifiestamente contrario a la democracia.
Trabajar por la unidad siempre es difícil. Pero lo es más si se teme perder popularidad o disminuir logros particulares. Existe incomprensión acerca de cómo la fortaleza del conjunto incrementa las ventajas de cada organización. Pero, se ha constatado que mantenerse cada uno por su lado acentúa la crisis de representatividad de partidos y dirigentes. Por otra parte, la violencia del régimen, convierte a la unidad en defensa de la vida de los venezolanos, de la democracia y los partidos.
Los muros a derrumbar para alcanzar la unidad son altos y antiguos. Hay que dar respuesta unitaria al ineludible dilema de votar o abstenerse
Hay que seleccionar un dirigente que impulse alianzas e iniciativas de resistencia al régimen y que pueda, eventualmente, ser el candidato presidencial unitario con objetivos electorales y extra-electorales definidos.
Dados esos pasos concretos hay que formular una estrategia de superación de la actual crisis a través de un cambio de gobierno, de la reconquista de la democracia, la reconstrucción de la economía, el desarrollo social solidario y la afirmación de una nueva cultura ciudadana. Acordarse sobre el cómo y el para qué de esos aspectos es indispensable para construir una unidad de propósitos.
Finalmente hay que proporcionarle a las fuerzas democráticas un plan de acción para el día después del 22 de abril, cuando la crisis se haga inmanejable para el gobierno y la población se vea obligada a luchar por su sobrevivencia. Gobernar se hará inviable y se activaran sus propias contradicciones.
La unidad implica reconocer que quienes llaman a votar o piden abstenerse, tienen fines similares y que desde ambas posiciones se puede denunciar el fraude, movilizar las protestas del hambre, crear una efectiva alianza partidos sociedad civil y propiciar un entendimiento de largo alcance para reunificar al país.
Los objetivos nos unen, pero los medios nos dividen. Y aunque es importante que la decisión sea la más unitaria y eficaz, ¿será posible acordar reglas mínimas de coexistencia si la oposición no se une?
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