El estilo, el hombre, por Américo Martín
Autor: Américo Martín | @AmericoMartin
“La fraternidad en la trinchera común”
J-P Sartre
En la Academia francesa, año 1753, el conde de Buffon habló del “estilo”, tema aparentemente ligero, para mí tan importante como el contenido de lo que se dice o hace. Y a veces más.
Algunos solo conocen de Buffon la frase que ilustra el título de este artículo. Es una injusticia, sin duda, pero la culpa es suya por ser tan inteligente.
- El estilo no es sino el orden y el movimiento que se pone en los pensamientos. Si se los enlaza estrechamente, el estilo resultará firme, vigoroso y conciso, pero por elegantes que sean, si no se juntan sino merced a las palabras, el estilo será difuso, flojo y lánguido.
Me permito agregar que en asuntos de estilo se puede llegar a extremos peores que los condenados por Buffon. Ojalá, en la Venezuela de hoy, se tratara únicamente de imprecisiones lánguidas, que ni a pecado venial llegan. Del estilo que por desgracia se ha impuesto en los enfrentamientos de la oposición cabe decir que, por infecto, pudo romper la entrañable tolerancia que en América se atribuía a nuestra comunidad política y se arraigó en 40 años de ejercicio democrático, entre el perezjimenismo y el chavo-madurismo.
“El espíritu del 23 de enero” traducía esa ejemplar convivencia. Unión de emblemas distintos reconociendo en el otro al compañero de trinchera democrática.
Se habla del “legado de Chávez” pero solo recuerdo su estilo. Es quizá el único de sus triunfos verdaderos. Su manera de romper el trato cordial que encontró, de encanallar, acusar traiciones fantasmales y conspiraciones jamás demostradas, pactos ocultos para forjar espeluznantes conjuras y sentenciar sin oír a la víctima ni permitirle proteger su reputación mediante el “debido proceso”
Un retorno a los sombríos excesos de la Inquisición en la que la simple acusación o el soplo de la sospecha bastaban para llevar a la hoguera a cualquier infeliz que a conciencia o sin ella se atreviera a pensar o ser distinto.
Digo que fue ese el legado de aquella sombra que reinó en el país, porque con asombro veo sus macabras acusaciones repetidas por opositores en general de buena fe. Agreden a quienes disientan. Si alguien quiere votar, está vendido. Si cree útil dialogar, incurre en diabólico delito. Es “inmoral” negociar con dictadores, proclaman, mientras Kim Jong-Un negocia amablemente con la democrática Corea del Sur.
La verdad está en la Unidad de lo diverso, con estilo respetuoso, fraterno, motivado al logro no al gesto para el bronce. Dije con tiempo que en República Dominicana se discutían las condiciones para votar con transparencia, lo que justificaba la participación en semejante búsqueda pero no el voto si las garantías fueran burladas, como lo están siendo. Juraron en cambio que era un ardid para legitimar la ANC. Está bien, era una opinión y como tal, respetable. Pero los días confirmaron lo contrario y el desempeño de la delegación de la Unidad fue excelente. Lo menos era reconocerlo, así fuera en voz baja. Sin embargo, tras un parpadeo, el ogro quiere regresar.
El estilo es el hombre. ¡Cuánta razón tienes, George-Louis Leclerc, conde de Buffon!
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