El exilio de Guaicaipuro, por Aglaya Kinzbruner

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El 17 de abril NTN24 abrió en Google con la siguiente noticia: «millonaria escultura que levantó todo tipo de polémica en Venezuela está tirada en local de chatarras». Ya habíamos leído la noticia en periódicos nacionales, pero cuando ésta es «replicada» parece adquirir más importancia. Y vinieron entonces los comentarios locales y la noticia se viene inflando más y más. Que si al artista, le pagaron US$ 1.190.000. Que si el galpón donde la tiraron está en unas canchas en Antímano. Que el dueño de las canchas no está en el país.
Y seguirá así por un tiempo hasta que la gente se canse. ¿Opuso resistencia Guaicaipuro? Ninguna. No podía porque la versión oficial era que había que hacerle mantenimiento porque su estructura se había dañado. En vista de eso y que la palabra «mantenimiento» ha sufrido una catalepsia lingüística en nuestro diccionario, sugerimos entonces que se le vuelva a cambiar el nombre al 12 de octubre.
No será más el Día de la Raza, pero al fin y al cabo tampoco debería ser el de la Resistencia Indígena. Entonces mejor llamar al 12 de octubre el día de la Tierra de Gracia.
El maltrato a las estatuas es cosa vieja. A Cristóbal Colón en el 2004, lo pasaron a juicio, lo quitaron del pedestal, el metafísico y el real en que se encontraba y lo arrumaron a cualquier sitio igual de desconocido que el de Guaicaipuro. ¿Qué había hecho de malo el genovés? (con el perdón de forenses y pruebas de ADN recientes). Ramón Menéndez Pidal tiene las siguientes hipótesis sobre el origen de Cristóbal Colón.
La primera defendida por Eduardo Ibarra propugna la posibilidad que Colón descendiese de una familia judeo española que emigró a Génova. Esto fue desechado porque los textos de Colón no reflejan el idioma judeo español. La segunda hipótesis sostenida por autores lusos apunta a un posible origen portugués. Esta hipótesis también fue desechada porque aunque los textos de Colón denotan ciertos lusismos, estos no son rasgos caracterizadores de su redacción. En su libro «La lengua de Colón», Ramón Menéndez Pidal cita a Bartolomé de Las Casas en su «Historia de las Indias» de 1517 en la que asevera que la lengua natural del Almirante Colón no era el español porque no penetra del todo la significación de los vocablos de la lengua castellana ni el modo de hablar de ella.
En un trabajo muy interesante de Ma. Eugenia Martínez de la Huerta «Rasgos del Italiano en la lengua de Colón (Universidad de Valladolid)», ella expone y cuenta como Colón al leer un libro, La Historia de Plinio en italiano, hace unas anotaciones en los márgenes de cada hoja en italiano que luego mezcla con el español con un resultado hilarante. Cierto es que Colón, luego de establecerse en Portugal primero y luego España se mueve en un mundo multilingüe, donde igual se habla italiano, francés, provenzal, catalán, castellano y portugués. Sabemos que su primer idioma es el lígur, dialecto genovés. Luego por su trabajo aprende el latín comercial (latín genovisco), oral y escrito. Después estudia el latín y griego clásicos para leer cuanto mapa antiguo cae en sus manos. Todavía no hemos encontrado la razón por la cual debía ser enjuiciado. ¿No era un hombre increíblemente valiente?
Había amado profundamente a las tres mujeres que tuvo en su vida, Felipa Moñiz de Perestrello, su primera esposa, y luego ya viudo, dos amantes, Beatriz Enriquez de Arana y Beatriz de Bobadilla. Igual amó a sus dos hijos, Diego Colón, hijo de Felipa y Hernando hijo de Beatriz de Arana. También sus hermanos recibieron su afecto. A Venezuela la llamó Tierra de Gracia en su tercer viaje deslumbrado por la belleza de sus costas.
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Hay algo que no podemos dejar de preguntarnos. ¿A dónde nos va a llevar la destrucción de las estatuas? ¿Éstas no implicaron un gasto para la Nación? ¿Y no es en realidad un menosprecio a los artistas que las hicieron y sus familias? Y que no nos digan como siempre «Es lo que hay».
Aglaya Kinzbruner es narradora y cronista venezolana.
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