“El fantasma de Allende”, por Reinaldo J. Aguilera R.
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El 25 de octubre pasado, en un proceso electoral catalogado como histórico, una mayoría del 78,27 % frente a un 21,73 % de los chilenos, decidió a favor de elaborar una nueva constitución y buscar así la pacificación del país que ya lleva más de un año de protestas, que iniciaron el 18 de octubre de 2019.
Bajo el lema “Vota y elige el país que quieras”, se convocó a unos 14 millones de chilenos, mayores de 18 años, a que ejercieran su derecho al voto y muchos atendieron ese llamado.
Lo que preocupa a muchos, y más en el exterior, son los llamados de muchos de los que impulsaron la fórmula ganadora del plebiscito a seguir los pasos de Cuba y Venezuela en la consecución de los objetivos socialistas. Pareciera que la tragedia en el caso de nuestro país para algunos es un logro a imitar, una cosa impensable desde el punto de vista del sentido común.
Parece que todo lo que les sucedió a los hermanos chilenos se quedó en el olvido. Salvador Guillermo Allende Gossens, luego de tres intentos, finalmente en 1970 se logró convertir en el primer presidente marxista/socialista que accedió a la alta magistratura chilena por medios democráticos y en el marco del Estado de derecho.
Sin embargo, ese gobierno socialista llegó a su fin, en medio de una grave crisis económica y social, por un golpe de Estado ocurrido el 11 de septiembre de 1973, golpe en el que participaron tres ramas de las Fuerzas Armadas y el llamado cuerpo de Carabineros, dando inicio a una dictadura militar que duró dieciséis años y medio, liderada por Augusto Pinochet, con todo lo que eso implicó.
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Allende, en medio de las luchas internas, trató de buscar siempre más ayuda de la ofrecida por parte de la Unión Soviética, la cual no llegó. Ni el apoyo de Fidel Castro le colaboró en el logro de sus metas. Todo eso y más socavó las bases de su gobierno.
Según los analistas, los resultados desfavorables de todas las políticas de Allende, típicas del populismo macroeconómico y de todos los sistemas marxistas de gobierno, se empezaron a sentir a partir del segundo año de su gestión. En ese momento se generó un notable incremento de precios que, de 34,5% en 1971 se remontaron a 605,9% en 1973, por lo que los sueldos –con todo y el aumento referido–, ya para 1973 eran un 30% inferiores a los del inicio del gobierno en 1970. De igual modo, el gasto público se incrementó del 26,4% al 44,9%, generando un déficit del 25% del PIB y una deuda externa que llegó a 253 millones de dólares; ese escenario se continuó complicando.
Frente a la crisis descrita fue que se produjo el golpe de Estado liderado por el general Augusto Pinochet, quien apenas dos semanas antes había sido designado como Comandante en Jefe del Ejército por el mismo Allende. Narra la historia que, ante el acoso de los golpistas, Allende optó por quitarse la vida en su oficina del palacio presidencial con un rifle de asalto soviético AK-47, regalo de Fidel Castro en su visita a Chile, en noviembre de 1971. Entonces, Castro estuvo participando, por tres semanas y a lo largo del país, en concentraciones públicas con los movimientos sindicales, promoviendo las luchas revolucionarias y la confrontación de clases y fustigando duramente a la oposición con abierta intervención en la política interna del país de parte de Estados Unidos.
Lo cierto es que en este 2020, el fantasma de Allende y de sus políticas vuelven a rondar a un Chile que ya había dejado atrás todo lo ocurrido y, en alguna medida, superado la dictadura de Pinochet. Ahora, la Convención Constituyente deberá aprobar los diferentes aspectos del contenido de la nueva Carta Magna por, al menos, dos tercios de sus integrantes, lo que obliga a la búsqueda de acuerdos. Se verá lo que sucederá en el país austral y si no les sucede lo que se vive en nuestra Venezuela. Así de simple y sencillo.
Reinaldo Aguilera es Abogado. Master en Gobernabilidad, Gerencia Política y Gestión Pública.
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