El festín de los CLAP, por Leonardo Regnault
Más de veintiún millones de venezolanos pasan hambre todos los días; esta es una aseveración del saliente director de la FAO, el mismo queen 2014 le otorgó un premio al gobierno por la reducción del hambre en el país. Dos de cada tres venezolanos, según la encuesta Encovi, perdieron once kilos de peso entre 2016 y 2017. Uno de cada tres niños de entre cero y dos años de edad está en riesgo por la baja ingesta calórica de no tener un desarrollo que le permita tener un futuro digno. Tres millones setecientos mil venezolanos padecen desnutrición, según el informe de la Alta comisionada para los Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas.
Estas alarmantes cifras no son producto de una “guerra económica”, sino de una rapiña económica por parte de los jerarcas de la usurpación y de unos empresarios que se han comportado como homicidas al hacer un festín con el dinero de los venezolanos a costa de la miseria, el hambre y la muerte de nuestro pueblo. Según información de la comisión de Contraloría de la Asamblea Nacional, hubo un daño patrimonial a la nación por cinco mil millones de dólares en la importación de alimentos para ser distribuidos a través de los CLAP. Esta investigación fue posible por la colaboración de autoridades de diferentes países, pero nunca en relación a este procedimiento se ha contado con la participación de las autoridades de la usurpación, a no sea que les sirva para eliminar rivales en la fiesta de lacorrupción; para ellos la corrupción es el sistema.
Estamos ante la evidencia más clara del carácter corrupto y homicida de un régimen que llegó al poder, supuestamente con la “firme determinación” de darle la “mayor suma de felicidad posible al pueblo”, y en lugar de ello nos han llevado a la peor de las miserias, utilizando el poder para llenar sus cuentas y vaciar el estómago de los venezolanos, y les ha servido para lujos y derroche, mientras nuestros niños se desnutren y son condenados a un futuro de carencias físicas y cognitivas.
Aquellos que pregonaban la llegada del “paraíso” a nuestro país, nos condujeron al calvario y pretenden arrojarnos al infierno. Es duro y a veces cuesta mucho decirnos como venezolanos que debemos seguir resistiendo, que con nuestra determinación será posible lograr el cambio que tanto anhelamos y es tan necesario para encaminarnos hacia el bienestar. Pero sí, esa es la opción. Consolidar una resistencia que no sea trinchera, sino avance; se trata de una determinación que no sea retórica, sino de acción.
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En definitiva: sacar lo que somos para llegar a ser mejores. Y cuando digo que es difícil, no es por la vergüenza de pedirle a otro lo que no soy capaz de dar, porque padecemos las mismas calamidades que toda la población y estamos diariamente luchando, sino porque a veces esperan de nosotros una respuesta que los saque del sufrimiento lo antes posible. Y la única respuesta sincera que podemos darle, es la de la organización, la de lucha constante sin dejarse vencer por la adversidad y la desesperanza.
Quiero recordar un pasaje de la novela Reinaldo Solar de nuestro Gallegos, en este Reinaldo y Manuel Alcor discutían sobre la expatriación, Reinaldo defendiéndola y Manuel negándola y en eso dijo Menéndez que contemplaba la escena sin haber intervenido…“ Creo que nuestro deber está enquedarnos aquí, para sufrir con todo el corazón la parte que nos corresponde en el dolor de la patria, para desaparecer con ella, si ella perece, para tener la satisfacción de decir más tarde, si ella se salva y prospera: yo tengo derecho a este bienestar porque lo compre con mi dolor” y en nuestras manos no perecerá. Sigamos adelante.
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