El filo de la navaja, por Luis Manuel Esculpi
@lmesculpi
En los inicios del primer gobierno de Carlos Andrés Pérez, en el Movimiento al Socialismo, se definió una política de respaldo a las medidas progresistas que el primer mandatario anunciaba, a la vez de denunciar los planes «faraónicos» que pretendía adelantar. Se planteaba una conducta de exigencias permanente del cumplimiento aquellas expectativas suscitadas por las banderas levantadas durante la campaña electoral. Coloquialmente esa orientación política, internamente se bautizó como la del «filo de la navaja».
El MAS de ese tiempo era famoso por la creatividad manifestada a través de su propaganda, los afiches y murales eran expresiones que en su contenido y forma, innovaban ante la tradicional propaganda gráfica e impresa. El primer afiche a tamaño de un pliego rezaba palabras más, palabras menos » Vamos a ver sin con tanto dinero y tanto poder, cumple con sus promesas».
El filo de navaja consistía en mantener una línea de confrontación mientras se reconocían los avances en las políticas sociales y de claro sentido nacionalista.
En la actual coyuntura política la rememoración viene a propósito de las distintas expectativas generadas por el inmenso movimiento aglutinado alrededor del liderazgo de Juan Guaidó. Hay quienes detrás de cada convocatoria intuyen se producirá un desenlace, mientras otros por el contrario suponen se alarga innecesariamente un proceso definitorio.
Igualmente amplios sectores estiman que por primera vez en mucho tiempo, existe una estrategia sintetizada en la trilogía: Cese a la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres. Mientras otros, al contrario, señalan como una carencia muy importante del movimiento la inexistencia de un planteamiento estratégico.
El desempeño del Presidente de la Asamblea Nacional, la directiva y el órgano de conducción en su desempeño ha venido tomando muy en cuenta las distintas lecturas presentes en el seno de la sociedad, percibimos en su comportamiento la comprensión del momento político, la necesidad de no generar falsas expectativas, a la vez de mantener la presión y movilización nacional que conjuntamente con el apoyo de la comunidad internacional son dos de los factores claves para conquistar los objetivos propuestos. Desarrollar el discurso y la acción considerando ambas variables en buena medida implica el desarrollo una política marchando sobre el filo de la navaja.
Lo cierto es que en tres meses se han alcanzado logros muy importantes. El movimiento ha tomado la iniciativa, colocando a Maduro a la defensiva, incluso las opiniones que consideraron como un revés los sucedido el 23 de febrero en la frontera con el tema de la ayuda humanitaria, no fueron respaldadas ni por las encuestas realizadas inmediatamente después de esa fecha, ni por las de más reciente data.
El rescate de la confianza, la superación del desaliento y el renacer de la esperanza constituyen muestras evidentes del contraste del primer trimestre del año, con por ejemplo el último del anterior.
No se trata de idealizar la realidad, ni de suponer que el panorama está completamente despejado y decidido, si pensáramos que todo «marcha sobre ruedas» y desestimáramos cualquier sugerencia o requerimiento en el diseño estratégico, incurriríamos en un error.
En artículos anteriores hemos escrito acerca de la necesidad de afinar algunos aspectos del diseño, partiendo siempre de la idea que la Dirección debe asumir con flexibilidad, sin dogmas, ni recetas la conducción en la ejecución de las orientaciones trazadas; reconociendo sus aciertos y con un comportamiento diferenciado de algunos de esos críticos -afortunadamente los menos- que actúan con arrogancia y autosuficiencia identificándose como portadores exclusivos de la verdad.
Así como en el proceso de lucha por el cambio es necesario no repetir los modos, procederes y prácticas del adversario que confrontamos, igual diferenciación se requiere para debatir con aquellos aliados proclives a minimizar los éxitos, a disminuir el rol de la dirección y a concebir la lucha a través de posiciones inflexibles como dogmas de fe, sin contrastarla con la dinámica de la acción del día a día.