El fraude del 52, por Teodoro Petkoff
El 24 de noviembre de 1948 las FAN derrocaron al gobierno de Rómulo Gallegos y establecieron un duro régimen de facto. Para el 30 de noviembre de 1952, la cúpula militar convocó elecciones a fin de conformar una Asamblea Constituyente. Participaron tres partidos: el del gobierno, Frente Electoral Independiente (FEI), URD y Copei. AD y el PCV habían sido ilegalizados años atrás y desde la clandestinidad llamaron a votar por URD. Los primeros resultados dados a conocer por el entonces denominado Consejo Supremo Electoral indicaron una clamorosa victoria de URD. El 2 de diciembre las Fuerzas Armadas Nacionales desconocieron los resultados, los dirigentes de URD fueron detenidos y expulsados del país y se estableció plenamente la dictadura militar.
¿Qué Venezuela era aquella? El régimen militar desde 1948 había disuelto todos los poderes y suprimido los derechos civiles y políticos, entre ellos la libertad de expresión.
En 1948 había sido la institución castrense como tal la que insurgió contra Gallegos y en 1952, nuevamente, fue la institución como tal, la que repitió la “hazaña”, fracasado el plan electoral. No hacía ni veinte años que había muerto Gómez y el país carecía tanto de una tradición como de una cultura democrática. Las clases dirigentes desconfiaban de la democracia, a la cual consideraban como antesala del comunismo; los partidos políticos modernos no alcanzaban los diez años de existencia y el pueblo en general vivía sus primeras y todavía precarias experiencias organizativas. De sociedad civil estructurada, ni hablar. La dictadura militar se instauró con el beneplácito de los de arriba y la apatía de los de abajo.
¿Qué mundo y qué continente eran los de aquellos años? Ya en la década de los cincuenta estaba el planeta cogido por la tenaza de la Guerra Fría. Estados Unidos prefería claramente dictaduras militares incondicionales y dondequiera que un gobierno democrático mostraba algún signo de autonomía e independencia, “la Embajada” se encargaba de propiciar el correspondiente golpe militar. La OEA era un sindicato de dictaduras militares, teledirigidas desde Washington. ¿Tiene todo esto algo que ver con la situación actual? Ni por asomo. No vivimos bajo una dictadura.
El gobierno, a pesar de su propensión autoritaria, está sometido a restricciones institucionales que no puede obviar con facilidad. El espacio para la acción ciudadana es amplísimo. Los derechos políticos, incluida la libertad de expresión, aunque vapuleados y amenazados, se ejercen plenamente.
Tenemos detrás medio siglo de tradición democrática, de entrenamiento en los hábitos y costumbres de la democracia, que han podido contrarrestar parcialmente la crisis del sistema de partidos. El entorno internacional no es el de la Guerra Fría y constriñe hoy a los gobiernos del continente a desempeños democráticos, cuya vulneración acarrearía un costo político casi impagable. Los últimos que lo comprobaron fueron los golpistas del 11 de abril. La FAN no es una guardia pretoriana.
En la Venezuela de hoy, en la América Latina de hoy, hay muy poco espacio para salir de las crisis políticas por una vía no democrática.