El general tiene quien le escriba, por Teodoro Petkoff
El general López Hidalgo se metió en un lío por partida doble. Por un lado, su «aclaratoria» sobre los hechos que se le imputan se parece mucho a una admisión de culpabilidad. Por el otro, su rueda de prensa, con la gorra enfundada hasta los ojos, como intimidante recordatorio de su investidura, pretendió ser tan amenazante como las peculiares citaciones que hizo a las cuatro periodistas que sacaron al aire los singulares mecanismos de pago que utilizaba el general como jefe del Plan Bolívar en el estado Guárico. Para todo el mundo quedó claro, por confesión de parte, que el general pagaba a los proveedores con cheques que luego éstos endosaban a López Hidalgo y, cobrados por algunos subalternos, iban a parar a cuentas que no eran propiamente las de los proveedores. Todo esto lo justificó con una supuesta «emergencia». Como dirían en Sabaneta: pagar y darse el vuelto. Y, a todas estas, ¿qué será de la vida de un tal Russián, de quien se dice que es el contralor de la República? ¿Existe este señor?