El glitch, por Aglaya Kinzbruner

X: @kinzbruner
Hubo muchas reacciones a las recientes declaraciones del Secretario de Estado Marco Rubio. Lo más nuevo y que causó tsunamis viscerales fue aquello de repetir las elecciones. ¿Fue un glitch? ¿Una aberración? ¿Un galimatías? Como aquel de «Cuando dije digo Diego».
¿O fue más bien algo muy bien pensado? Vamos a tratar de examinar varias posibles realidades. Por un lado la casta reinante puede aceptar el reto tomando como cierta la premisa que la oposición se opondría porque «ya ganaron». Pero «chivo que se devuelve se esnuca» Nadie se va a oponer. Otra posible realidad es que alguien vislumbre el posible resultado que daría como ganadora olímpica a María Corina y ponga mil obstáculos. Pero eso generaría la respuesta típica del póker, como cuando un jugador dice: «Pago y veo» y entonces cada uno pasa o enseña sus cartas.
Es totalmente obvio para el observador casual que pequeños detalles como un CNE honesto, observación internacional y la presentación y protección de los candidatos es algo que Rubio piensa que se pueda dar. O no hubiera hablado. Porque el fracaso de un plan como éste puede traer consecuencias totalmente opuestas como sucedió en el caso del telegrama de Zimmermann.
¿Quién era Arthur Zimmermann? Era nada menos que el Ministro de Relaciones Exteriores en el Reich en el 1917 en plena primera Guerra Mundial. Zimmermann quería evitar a toda costa que los Estados Unidos entraran en guerra porque, de ser así, Alemania la perdería. El 16 de enero de 1917, la sede secreta de la Inteligencia Británica, Sección Decodificadores, Room 40, recibió un telegrama codificado en números de un mensaje totalmente escandaloso.
El ministro Zimmermann le ofrecía a México en la persona de su presidente, Venustiano Carranza, la devolución de los estados de Arizona, Nuevo México y Texas (arteramente robados a México en el siglo XIX – eso pensaba nuestro buen Ministro) a cambio de una alianza en ese momento y también su posible mediación para meter a Japón en el conflicto.
El mensaje tuvo destinos múltiples. Uno llegó a casa del embajador alemán Von Eckhardt en Ciudad de México para ser llevado a casa del presidente. El otro lo mandó el Reino Unido directamente a Woodrow Wilson, presidente de los Estados Unidos.
Éste estaba ya bastante molesto con Alemania por su continua guerra marítima. Había sido hundido, con un solo torpedo, el Lusitania que era un transatlántico británico pero llevaba 128 pasajeros norteamericanos. El total de víctimas rondaba los 1200. Esta guerra naval la justificaban los alemanes por los frecuentes envíos de armas y alimentos de Estados Unidos a sus aliados. No faltaba mucho para que Estados Unidos entrara en la guerra. Lo que faltaba era el telegrama de Zimmermann.
Venustiano Carranza hizo lo que los tres monitos japoneses de no veo, mizaru, no oigo, kikazaru, no hablo, iwazaru o sea, nada, privó el sentido común. Zimmermann fue rápidamente sacado de Exteriores. El 2 de abril de 1917 Estados Unidos le declaró la guerra al Imperio Alemán. Estos sucesos atizaron las malas relaciones fronterizas entre México y Estados Unidos.
Cuando antes del 1917 las familias pasaban libremente de un lado a otro de la frontera en el 1918 hubo la primera batalla en suelo americano de militares contra civiles. El detonante fue un pobre carpintero, Zeferino Gil Lamadrid quién, terminado el día de trabajo, quiso cruzar hacia Sonora. A la voz de alto no hizo caso porque era sordo de un oído y del otro no oía bien. Ahí vinieron los tiros. Primero el Ejército Americano fronterizo contra la Guardia fronteriza mexicana. Luego los guardias americanos terminaron entrando a Nogales, Sonora. Entonces los poblanos que no eran más de mil se sumaron a la lucha. Así fue la batalla de Ambos Nogales, una ciudad era Nogales, Arizona y la otra Nogales, Sonora. El General Félix Peñaloza Buenrostro, presidente municipal, salió a la calle desarmado con una bandera blanca buscando calmar la contienda, pero los norteños le dispararon siendo la herida mortal. Así fue como se construyó el primer muro entre los dos países.
Y volviendo a una posible repetición de las elecciones, por el momento, es ¡solamente una jugada de póker!
*Lea también: La era de los tres imperios, por Fernando Mires
Aglaya Kinzbruner es narradora y cronista venezolana.
TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo