El globo que no estalla, por Lidis Méndez
Para salir adelante es necesario conocer los aspectos más importantes de la nueva situación socio-política en nuestro país. Después de la elección presidencial –tal y como era de esperarse– la economía se torna más tóxica y el liderazgo político queda más reducido mientras el gobierno continúa forzando el arrastre del pueblo hacia un oscuro abismo.
Transcurrido el primer semestre del año 2018, es fundamental que las personas entiendan sin tapujos, que apenas comenzamos a vivir el momento más oscuros de esta crisis. Esperar o auspiciar un estallido social es la peor de las estrategias porque la gente entiende perfectamente que la injusticia, la violación de los derechos humanos y el irrespeto a la Constitución son el sostén de la Revolución Bolivariana ¿Qué viene entonces? ¿Más inflación? ¿Rebelión en los cuarteles? ¿Intervención? ¿Paro general de transporte? ¿Huelga? ¿Paralización de las industrias básicas?
Todo eso y más ya está pasando pero el cambio de gobierno no sucede, y aunque hemos hecho todo lo que se debe hacer, no hemos atinado en el blanco por la misma razón que un globo no estalla: porque la presión popular interna es inferior a la tensión elástica del gobierno; puede ser que tenga más volumen, pero es menos fuerte. No se puede confundir el incremento del hampa y la violencia como respuesta popular contra este sistema: tomar por asalto una gandola llena de alimentos, no es lo mismo que marchar masivamente a Miraflores, adueñarse de la propiedad ajena por decreto, no es lo mismo que ganarse el techo con trabajo constante y lícito.
Digamos que los paños de agua tibia para aliviar un dolor crónico tienden a enfriarse y que las medidas fáciles o circunstanciales para las crisis profundas no existen. ¿Entonces qué? ¿Agujereamos el globo, o le sacamos el aire? Sacar el aire es difícil porque no hay un consenso nacional acerca de la visión del país que queremos y por el cual estamos dispuestos a trabajar. Por lo tanto, solo queda la posibilidad de agujerear el globo en distintos puntos, no en el mismo sitio.
La mejor manera de pincharlo es mejorar nuestra economía personal. Me gusta citar el caso de China porque está bien documentado y aunque la realidad de esta potencia es más compleja que la nuestra puede servir de orientación: lo primero que hicieron los chinos fue dejar de centrarse en la ideología mediática, prestaron más atención a la producción en conglomerados y apostaron todo lo que tenían para modernizar el país.
El Estado no obstaculizó la salida de los ciudadanos más capaces, al contrario desarrolló una seria política migratoria al ver la posibilidad de ingresos. El gobierno liberó el control cambiario encaminándose hacia el capitalismo, aun cuando mantiene una fuerte intervención del Estado. Lo cierto es que los chinos pudieron dar pasos hacia adelante.
Actualmente el mayor agobio del gobierno no es la presión interna, sino la internacional –sufrida desde la caída de la petrodiplomacia– y como ustedes saben, es difícil hacer explotar un globo medio lleno. La trillada práctica gubernamental que apuesta por mantener la inflación mediante el control cambiario para asfixiar al pueblo y enriquecer a las cúpulas, funciona perfectamente contra una sociedad que es incapaz de producir lo suficiente para lograr su independencia financiera.
Secretaria de Organización de
Unidad Visión Venezuela-Mérida
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