El gobierno produce inflación, por Teodoro Petkoff
Entre 2012 y 2013 la economía venezolana hatenido el comportamiento de una montaña rusa. Después de cuatro trimestres consecutivos del año pasado que en conjunto sumaron 5,6% de crecimiento anual, en el primer trimestre de este año la economía se vino en barrena, para crecer apenas un magro 0,7%, es decir, prácticamente nada. Desde luego que tamaña catástrofe no es casual. Al fin, el desenvolvimiento económico del país ha comenzado a pasarle factura a los gestores de la política económica.
En este descenso brutal destaca, por sus efectos negativos, el literal derrumbe del sector industrial, tanto público como privado, el cual de un crecimiento de casi 8% en 2012 se precipitó a uno escasamente superior a 1% en el primer trimestre de 2013. ¿Cómo explicar este fenómeno? Hay varias razones, todas atribuibles a una política económica equivocada. Prolongadísimos controles de precios a varios bienes de producción y consumo masivos, sin los ajustes necesarios que aconseja el sentido común, han reducido considerablemente la propensión a invertir puesto que el retorno de ella es nimio o inexistente.
En un país con un entorno inflacionario tan alto como el nuestro, los productos de precios controlados aparecen como un islote en un mar de precios no controlados, que suben incesante e implacablemente. Por supuesto, los precios controlados no pueden resistir la presión del entorno y también echan hacia arriba.
En esta alza generalizada de precios influye un factor determinante: las devaluaciones que han caracterizado al régimen chavista. En particular, la última, que ya tiene el sello de Maduro, ha ensanchado la brecha entre el precio oficial y el innombrable, que ya se está pagando a cinco veces más.
Ocurre, por ilógico que a primera vista pueda parecer, que la economía, sobre todo la importadora (no se olvide que este es un país importador por excelencia), acude al mercado negro dadas las dificultades que presenta el otorgamiento oficial de divisas por parte de Cadivi. Además, aún quien tiene acceso a Cadivi, fija también precios con base en las expectativas; la perspectiva de nuevas devaluaciones y de mayores incrementos en el precio del dólar lleva a precaverse apelando al precio más alto de hoy.
Si a esto añadimos el ya mencionado factor inflacionario, la cosa luce aún peor. La inflación, en los cinco primeros meses del año, alcanza ya casi el 20%. Atrás quedó la meta que el Gobierno había fijado para este año y la tendencia apunta hacia un escandaloso 40% para el cierre de diciembre. Por supuesto, no es difícil intuir que el último diluvio de petrodólares literalmente emborrachó a los gobernantes.
Ninguna de las lecciones del pasado ha sido aprendida y el gasto público, alimentado por los bolívares en que se traducen esos dólares, ha alcanzado dimensiones realmente extravagantes.
Es el principal factor inflacionario. Mas, en verdad, el principal factor inflacionario es el Gobierno.