“El huracán rojo”, por Reinaldo J. Aguilera R.
Tratar de explicar dónde comenzó el derrumbe de la Venezuela que era considerada una verdadera potencia en diferentes aspectos, podría situarse en el momento del surgimiento de la llamada “Revolución del Siglo XXI”, quizás sería objeto de un libro más que de una sencilla columna el estudio al respecto.
Me atrevería a decirles que tal vez desde el mismo inicio del proyecto, con la conformación dentro de las Fuerzas Armadas de aquel “Movimiento Bolivariano Revolucionario 200” (MBR-200) inició el fin real, el mismo no era otro que acabar cual huracán con todo lo existente, sobre todo con las cosas del pasado que generaban estabilidad a los ciudadanos, ejecutando un malévolo plan de ensayo y error que tiene sus consecuencias en éste momento, tratando de reescribir la historia misma de un país.
La implementación de modelos económico, político y social, con un corte estrictamente socialista de izquierda, rayando en lo comunista, que no funcionaron y que aún no lo hacen, son a todas luces la mejor muestra de que fallaron y la situación del país en 2019 así lo demuestra.
Una nación con todas las características como las que tiene Venezuela y observar de primera mano que en los actuales momentos está arruinada, que el aparato productivo natural simplemente no produce y si produce lo hace a pérdidas, constituye el mejor ejemplo del gran fiasco tanto del gobierno del fallecido Hugo Chávez, como el de su pupilo Nicolás.
El monumental fracaso administrativo del chavismo está ampliamente documentado, un ejemplo lo encontramos en el libro “Del Pacto de Punto Fijo al Pacto de La Habana”, obra que ilustra el desperdicio de lo que ha sido el mayor auge petrolero en la historia del país, y cómo los gobernantes de la otrora y tan odiada por los revolucionarios 4ta. República, construyeron y desarrollaron mucho más con mucho menos.
El chavismo obtuvo en un momento $1.29 billones en ingresos y la mayor parte de eso fue derrochado, señala la obra, editada por el ex ministro y ex gobernador José Curiel, y en la que participaron más de dos docenas expertos y académicos.
Con esta inmensa cantidad de recursos, equivalente a cerca de 100 veces el costo del Plan Marshall, implementado para la reconstrucción de Europa después de la Segunda Guerra Mundial, un verdadero gobierno con visión de futuro, ha podido convertir a Venezuela en un paraíso y no en el país en ruinas que tenemos ahora.
Los fracasos constantes del mal gobierno de Nicolás Maduro y que salpican e involucran también al gobierno de “el comandante supremo”, se mide en acciones y consecuencias, para ningún venezolano analítico, objetivo y pensante, es un secreto que las nefastas decisiones tomadas por “Ellos” han ido cayendo por su propio peso una tras otra.
Las medidas a casi todo nivel han sido tomadas sin medir el daño que le hacían y hacen a los ciudadanos o quizás siendo abogado del diablo, quizás el daño sí fue fríamente calculado y lo que les resultó es que se les fue todo de las manos, con ésta gente cualquier cosa es posible.
*Lea también:Trump quiere hacer “shopping” (y II), por Carlos M. Montenegro
Sin embargo, con todos los argumentos en contra, el maltrecho régimen de Nicolás Maduro, plagado de escándalos por corrupción, con familiares detenidos prácticamente in fraganti por tráfico de drogas y con un largo etcétera, pretende continuar engañando a un país que ya lo descubrió todo, el aparato propagandístico del régimen es todavía grande y poderoso; cada día, cada hora y cada minuto por prensa, radio y televisión, manipulan o al menos pretenden hacerlo, la realidad de muchos y al mismo tiempo se les cae la careta al no poder sostener las mentiras que transmiten.
Con un país en el que de manera generalizada el 95% de los ciudadanos están sobreviviendo, el régimen despliega una campaña denominada #NoMoreTrump (No Más Trump), inundando de vallas al país con los costos que eso implica; éstas cosas son entre otras, las que pretenden sostener a un mal gobierno que se sabe perdido y que también sabe que defraudó a una gran porción de venezolanos, que aspiraban tener un futuro mejor.
Por lo pronto, con la aceptación a medias de las partes en conflicto y de la incorporación de representantes del gobierno Noruego en las gestiones pro dialogo, podemos afirmar que el huracán rojo puede pasar y disolverse en alguna medida para poder iniciar la reconstrucción.
Sabemos que a muchos no les gusta el diálogo pero hay que necesariamente sentarse y conversar para buscar puntos coincidentes, para abrir un camino que nos permita salir de este desastre evitando derramamiento de sangre si es posible, para luego enrumbar al país hacia nuevos escenarios que traerán vida nueva para todos, así de simple y sencillo.