El indulto como símbolo de la paz nacional, por Omar Ávila
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En los últimos días, el llamado del presidente de la República al Ministerio Público para revisar las causas de los detenidos en las protestas postelectorales ha derivado en la liberación de más de 300 ciudadanos encarcelados. Este paso, aunque significativo, es apenas un inicio para sanar las heridas abiertas en el país, porque frente a esta acción, consideramos fundamental que sea el propio Nicolás Maduro quien asuma el liderazgo en este proceso mediante un indulto procesal, claramente estipulado en el artículo 29 del Código Orgánico Procesal Penal (COPP).
El indulto procesal no solo aplica para quienes han sido juzgados, sino también para aquellos que aún enfrentan juicios, este instrumento jurídico es una herramienta legítima y necesaria para aliviar la angustia de cientos de familias venezolanas que han sufrido la separación forzada de sus seres queridos, especialmente en un contexto tan adverso como el actual.
No estamos proponiendo nada fuera de lo posible, sino algo que ya tiene precedentes en nuestra historia reciente: En 1994, el entonces presidente Rafael Caldera utilizó este mismo recurso para otorgar la libertad al fallecido Hugo Chávez y a los implicados en el intento de golpe de Estado del 4 de febrero de 1992. Hoy, la historia coloca en manos del presidente Maduro una oportunidad única para actuar en favor de la reconciliación nacional.
Se trata de una medida que trasciende lo jurídico y adquiere un significado profundamente humano y simbólico. ¿Qué mayor felicidad y paz puede haber para una madre que pasar la Navidad con sus hijos? ¿Qué mayor alivio para una familia que reunirse en estas fechas cargadas de significado emocional? En medio de una crisis económica y social que afecta a millones, un gesto de esta magnitud representaría una chispa de esperanza para miles de hogares.
Un indulto procesal no debe interpretarse como una debilidad del Estado, sino como un acto de fortaleza y de apertura hacia el diálogo y la reconciliación. En democracia, el derecho a pensar distinto y a disentir es esencial. Defender estas libertades es un paso hacia el reencuentro de una nación que necesita de una verdadera paz.
Presidente, en sus manos está la posibilidad de regalar a estas familias una razón para creer que la reconciliación es posible. Devolver la libertad a quienes hoy están privados de ella por motivos políticos sería no solo un gesto de humanidad, sino también un potente mensaje sobre el compromiso para alcanzar la paz y el bienestar del pueblo venezolano.
Las mencionadas navidades felices que el gobierno promete, serían mucho más cercanas para las familias que anhelan el regreso de sus seres queridos en esta temporada, la cual puede ser recordada como el momento en que el país dio un paso hacia la paz y la unidad, más allá de las diferencias políticas. Que el reencuentro de estas familias sea el mejor regalo de Navidad, Año Nuevo y Día de Reyes.
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Venezuela necesita actos que trasciendan las palabras, hoy, más que nunca, el país clama por una verdadera paz en igualdad de condiciones, donde miles puedan convertir el dolor en esperanza y las divisiones en oportunidades de unión. La decisión está en sus manos, señor presidente.
Porque reconciliar no es olvidar, sino construir juntos un futuro donde todos tengamos cabida.
Omar Ávila es secretario general nacional de Unidad Visión Venezuela.
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