El informe de Alfredito, por Manuel Narváez

Cuando niño, a medio camino entre el júbilo y el asombro, solía pronunciar en voz alta la palabra “lámpara” hasta convertirla en repique de tambor: lámpara lámpara lámparalán paralán. Después supe que Alicia se desternillaba haciendo eso mismo, en su lengua y con palabras distintas, en el país de las maravillas.
Muchísimo después también supe que Ernesto Laclau, teorizando sobre el populismo, afirma que una de sus características está en el manoseo y la repetición de palabras hasta convertirlas en significantes vacíos. Llegado ese momento esas palabras, cargadas de emoción, pero vacías de significado, permiten que cada quien las interprete a su manera dentro del marco de la narrativa que difunde el cogollo.
Tomemos por el ejemplo, la palabra “patria”. En este momento para la mayoría de los venezolanos esa palabra evoca, fundamentalmente, al sitio web en el que se inscriben para que le “caigan” los bonos. “Bolivariano” es otro buen ejemplo; pero en este caso el manoseo se les fue de las manos, y esta palabra poco tiene que ver con el prócer y mucho con lo contrahecho e improvisado: recordamos que, a las infames perreras, con sorna, pero no sin razón, algunos las denominan transporte público bolivariano.
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Así con las palabras, el populismo autocrático imperante también manosea y destruye a la institucionalidad. En días pasados el presidente del Consejo Legislativo Bolivariano anunció que habían improbado el Informe de Gestión presentado por el gobernador Alfredo Díaz. Los argumentos con los que justificaron tal proceder recorren una gama amplia y variada: desde que no les agradó la encuadernación, hasta un supuesto desfalco milmillonario.
En Nueva Esparta nadie toma en serio esa improbación, ni los propios psuvistas. Habiendo abusado de las invectivas, de los argumentos falaces y de las maniobras obstruccionistas en contra del gobierno regional, los legisladores terminaron convirtiendo al propio Clebne en un significante vacío. En este ambiente de precariedad institucional, el significante “improbación” tiene efectivamente el significado de aprobación. Así lo entienden los neoespartanos.12