El juego de la hegemonía, por Fernando Luis Egaña
Lo siento, pero no estoy de acuerdo. No es verdad que la alternativa a jugar el juego de la hegemonía despótica y depredadora, sea la nada. La rendición, resignación o emigración forzosa.
No es muy complicado el referido juego: se trata de hacer ver que el poder establecido es una especie de democracia, y que la legitimidad política está en participar dentro de tal laberinto, y siempre con el objetivo comicial.
No importa que bien se sepa que es una gran tramoya. No importa que se acepte y proclame que la hegemonía es una dictadura. No importa que la experiencia confirme una y otra vez lo malévolo del juego. No importa nada. Pero hay que jugarlo porque «esto es lo que hay».
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Lo siento, pero no estoy de acuerdo. No es verdad que la alternativa a jugar el juego de la hegemonía despótica y depredadora, sea la nada. La rendición, resignación o emigración forzosa.
No es cierto que la lucha política se encuentre constreñida al juego habilidoso de la hegemonía. No es cierto que la gran mayoría de la población esté condenada a pasar por el estrecho embudo de los intereses del continuismo.
Y mucho menos lo es que quienes denunciamos todo esto no seamos demócratas sino extremistas de raleas impresentables. La democracia no se alcanza y mucho menos desarrolla bajo la égida de un despotismo corrupto y capaz de cualquier atrocidad para seguir donde está.
Es todo lo contrario. Sólo superando al despotismo, por los amplios caminos constitucionales, es que puede abrirse paso a un proceso democrático. Y esa esperanza de cambio no se logra jugando el juego de la hegemonía.
Fernando Luis Egaña es Abogado-UCAB. Exministro de Información.
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