El mal estado de forma de Messi y el Fútbol Club Barcelona, por Gustavo Franco
Twitter: @GusFrancoH
Lionel Messi en este momento vive uno de los peores arranques de temporada, el cual coincide con un mal arranque del Fútbol Club Barcelona —al menos en La Liga—. El culebrón que se desarrolla entre el jugador argentino y el club catalán lleva varios meses y ello ha traído como consecuencia que Messi, seguramente, no se encuentre en el mejor estado anímico y mental.
Las últimas tres temporadas el Barsa ha salido de forma humillante de la Liga de Campeones. Primero contra la AS Roma (ganaron 4-1 en la ida y perdieron 3-0 en la vuelta). Luego contra el Liverpool (ganaron 3-0 en la ida y perdieron 4-0 en la vuelta). Y por último la paliza contra el Bayern de Munich, un 8-2 inapelable.
En los años anteriores, el club catalán logró maquillar todas estas derrotas porque Messi siempre salía al rescate en la Liga, y este rescate era suficiente para ganar esta competición. Este maquillaje del rendimiento no negaba la realidad de fondo: el equipo se encontraba (y todavía se encuentra) en una pendiente resbaladiza, en un constante deterioro del rendimiento. Hasta que por fin ese mal juego y ese deterioro colectivo hizo que la temporada pasada no hubiesen trofeos de los cuales presumir. Pero todo esto venía de antes, no sucedió de la noche a la mañana.
Tras la derrota contra el Bayern, Messi dijo que aquello era suficiente y que quería irse. Su contrato estipula que podía hacerlo (sin que el Barsa recibiese compensación) siempre y cuando mandase un burofax comunicando su intención en unos tiempos determinados.
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Debido a la pandemia hubo una diferencia de criterios entre el Barsa y el jugador en cuanto a los tiempos de entrega de dicho burofax (el contrato dice que se debe comunicar a finales de junio, cuando finaliza la temporada, pero ésta —debido a la pandemia– finalizó meses después y Messi envió el burofax al acabar la temporada). Messi se tuvo que retractar de su intención al ver que la junta directiva no pensaba ceder y que ello acabaría en tribunales. Se puede decir que el espíritu del contrato no fue respetado y lo que se impuso fue la literalidad.
A toda esta convulsión hay que añadir la salida poco decorosa del uruguayo Luis Suárez (muy amigo de Messi), quien fue obligado a abandonar el club por una directiva que renunció y que fue sustituida por una dirección provisional. Esa junta directiva que ya no está fue la encargada de contratar a Ronald Koeman, quien no es precisamente el más exitoso de los entrenadores. Todo ello es la receta ideal para una situación de estancamiento y la falta de motivación.
En la Champions League, aun cuando el récord en la fase de grupos haya sido casi perfecto, el fantasma de las eliminaciones de años anteriores está allí. Tras la derrota contra la Juventus por 0 a 3, el Barsa se clasifica a los octavos de final como segundo de grupo. Ello quiere decir que podría enfrentarse en octavos de final a equipos muy fuertes, como Manchester City, Chelsea, Liverpool o Bayern de Munich.
Lo peor es que nada parece indicar que el equipo irá a más. Ni porque se haya incorporado a jugadores que sean capaces de dar la vuelta a la situación y suplir el bajo rendimiento de Messi, ni porque el grupo de jugadores tenga las herramientas para darle vuelta a la situación, ni porque el entrenador tenga una carrera que invite a pensar que esto es solo un accidente. Tampoco porque hay una estructura gerencial que sea capaz de frenar la mala dinámica en seco, ni porque el mejor jugador de la historia del Fútbol Club Barcelona esté en un estado de forma que pueda cargar a su equipo. Todas las deficiencias deportivas siguen allí.
En el Barsa hay un cóctel perfecto para que cualquier persona no se sienta a gusto con su situación, pese a que hablemos del futbolista mejor pagado del mundo. Probablemente Messi ya tenga decidido que se irá al final de la temporada.
Salvo que se le presente un proyecto muy convincente, parece difícil que la estrella argentina cambie de parecer. Su relación con la junta directiva anterior y las acusaciones de que Messi era quien mandaba en el club hacen sea insostenbile que siga vinculado al club. Si el expresidente del Barsa, Josep María Bartomeu, dimitió debido al burofax de Messi, ¿Cómo queda el jugador si al final es él quien permanece en el club y Bartomeu fuera? Las acusaciones de déspota quedarían confirmadas en la opinión pública, pese a que el propio jugador reniegue de ello y aunque no existan evidencias concretas de que éste sea el caso.
Por ello es muy posible que Messi ya haya decidido que se irá, y con la mente en otro sitio, su rendimiento futbolístico ha sufrido un bajón. Con un juego colectivo tan malo y con Messi lejos de su mejor nivel, el Barsa muy probablemente no podrá pasar de octavos de final de la Liga de Campeones ni competir por la Liga.
Todo un hito para mal, el hecho de que potencialmente la competencia realista por hacerse con trofeos acabe tan pronto. Eso sí, cuando hablamos de Messi, siempre es posible una vuelta a su mejor nivel. Después de todo, si no es el mejor futbolista de la historia está muy cerca de serlo.
Gustavo Franco es Periodista Deportivo.
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