El mantra, por Aglaya Kinzbruner
Twitter: @kinzbruner
La oposición tenía un mantra, ohmmm, Cese de la Usurpación, Gobierno de Transición y Elecciones Transparentes, Creíbles y con Observación de la Unión Europea, un salvador, Juan Guaidó y el reconocimiento de 60 países y ¿qué pasó? Eso debe estarse preguntando Ursula von der Leyen, presidente de la Comisión Europea, en su perfecto inglés, más bonito que el de Rishi Suniak, ciudadano británico y primer ministro que estudió en Oxford. Su nombre Ursula, viene del latín y significa osezna u osita.
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Seguramente tuvo una muy buena educación porque al decir la palabra creíbles con referencia a nuestras posibles futuras elecciones le ponía a la palabra una carga semántica de ironía como para ponerle los pelos de punta a cualquiera y que denota a una persona con excelente capacidad crítica. Y tenía toda la razón del mundo porque en Venezuela, las cosas rara vez son lo que parecen. Todos estaban de acuerdo y luego, viene el mago y ¡záss! tira del mantel y todo permanece en su lugar pero sin el mantel y la mesa se ve deslucida, fea.
El mantra se fue deshilachando poco a poco como un ruedo mal cosido. Primero desapareció la primera parte, cese de la usurpación. Cada vez se fue alejando más y más en el horizonte como alguna nube viajera. Luego la segunda parte, gobierno de transición. Quizás se fue de vacaciones en algún globo chino, de esos que algunos ven y otros no. El mantra se volvió un ayayay con la tercera parte que ya no se parece a un mantra sino a una hallaca. Todo el mundo tiene la mano metida.
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Porque de último tenemos nada menos que la intromisión de Gustavo Adolfo Bécquer. Volverán las oscuras golondrinas/en tu balcón sus nidos a colgar/ en su poema de amor y despecho, pero no Don Gustavo, ni las oscuras, ni las aspirantes a rayadas, ni las rayadísimas, esperamos de corazón que, esas no volverán.
Existe un interesantísimo estudio japonés sobre los perros en el cual se demuestra, más allá de cualquier duda expresada por algún cínico, que los perros saben distinguir entre una persona mala y una buena. A esta última la tratarán con respeto, un amistoso agitar de la cola y una agradable sonrisa perruna de buena voluntad. A los malos con un levantar inamistoso del labio superior con su consiguiente exposición de caninos, encías y mal aliento, tanto así que si no te agarra el chingo, te agarra el sin nariz.
Esto lo referimos por si la Unión Europea no se pone creativa y sale del temita de las sanciones y la ironía de lo “creíble” bien podría darse aquí el experimento nipón pero al revés. O sea que el perro malo salga a morder la gente buena.
No estaría de más recordar lo que dijo Francois Marie Arouet, autonombrado (los americanos lo interpretarían como self-styled) Voltaire sobre el beso. Voltaire fue quizás el miembro más prominente de la ilustración y aquí lo citamos. “El peligro de besarse consiste en que hay un nervio del quinto par que va de la boca al corazón y desde allí más abajo pues la naturaleza todo lo dispuso con la más delicada industria … (Diccionaire Philosophique) y luego más adelante en el texto observa que en la especie animal sólo se besan las tórtolas y las palomas.
Malas noticias para las golondrinas.
Aglaya Kinzbruner es narradora y cronista venezolana.
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